Por: Tarik Ata, editor The Review of Religions en español
Para todos aquellos que no entiendan qué es religión, esta historia es para ti:
Imagina que hubiera un ser que poseyera todas las cualidades necesarias para ser rico, pero elevadas al nivel más perfecto: inteligencia financiera, gestión de recursos, persistencia y determinación, pensamiento estratégico, disciplina, etc.
Imagina también que este ser, que vamos a llamar el dios de la riqueza, tuviera la capacidad de crear, y decidiera un día crear a la humanidad con el objetivo de compartir su conocimiento y que su creación también alcanzara elevados niveles de riqueza.
Para ello crea un mundo abundante en provisiones y recursos, y da a la humanidad la capacidad y el intelecto suficiente para aprender y avanzar por el camino de la prosperidad, pero también la libertad de gestionar los recursos como ellos consideren oportuno, sin obligación. Los que gestionen sus recursos adecuadamente serán más ricos y tendrán una vida más feliz, y los que gestionen peor sus recursos tendrán una vida más pobre. Podría haber hecho a todos igual de ricos, pero entonces su creación no tendría ningún sentido ni motivo de existir.
Sin embargo, el dios de la riqueza no deja a su creación desamparada. Decide escoger a la persona que ha demostrado mayores capacidades y conocimiento para enriquecerse y le enseña personalmente las claves para lograr la mayor riqueza posible. Lo hace dándole todas las instrucciones necesarias, paso a paso, para ser la persona más rica y le enseña personalmente como implementar esas instrucciones a lo largo de su vida. Vamos a llamarle “profeta de la riqueza”.
Además, le dice al profeta de la riqueza que explique a todas las personas que conozca quién es el dios de la riqueza y como son sus características, con la intención de que ellos también adopten esas características e incrementen su riqueza. Este grupo de personas se convierten en creyentes y, mientras siguen estas instrucciones, se convierten en los más ricos del lugar.
Por supuesto, esto crea problemas en el resto de las personas que no creen que hay un dios de la riqueza. Cuando el profeta de la riqueza les dice que sacrifiquen su tiempo y su bienestar, y en su lugar trabajen duro, refinando los productos que obtengan y buscando clientes para vender sus bienes, los no creyentes ridiculizan sus métodos. Cuando ven que el profeta de la riqueza y sus fieles discípulos son capaces de enriquecerse de forma mucho más eficiente que ellos, y que su influencia y fama se extiende por la tierra, comienzan a esparcir rumores tachándolo de embustero, estafador y ladrón.
Luego, cuando los seguidores del profeta de la riqueza viajan a otras regiones y explican a otras personas las enseñanzas del dios de la riqueza, algunos lo aceptan, pero la mayoría lo rechaza argumentando que si de verdad existiera un dios que es el ser más experto en la riqueza y en la opulencia, ¿cómo puede permitir que la gente sufra en la miseria y en la pobreza?
Lo que no se dan cuenta es que,
para ser rico hay que trabajar muy duro. Hay que ser disciplinado y perseverante. Cuando fracasan tus esfuerzos no puedes rendirte, sino que debes volver a levantarte.
Esto es lo que enseña el dios de la riqueza, y todos tienen la capacidad para realizar este esfuerzo. Además, también ha enseñado que él ayudará personalmente a todos aquellos que se esfuercen con este propósito: eliminará obstáculos de sus caminos, les dará una mayor paz mental para centrarse en sus esfuerzos, les inspirará con nuevas ideas, etc.
¿Qué excusa tienen los demás entonces? Si una persona no se esfuerza, ni desea abandonar su zona de confort, jamás podrá experimentar la sensación de poseer una mayor abundancia o de tener una fortuna. Sin embargo, parece que todo el mundo desea prosperar sin levantar un dedo, o quieren que dios mismo les de todas las facilidades del mundo sin hacer ningún esfuerzo a cambio. Es decir, conforme se alejan de dios, más sufren.
De igual forma, difaman a aquellos que se esfuerzan en el camino de dios, despreciándoles sin darse cuenta del enorme servicio que han hecho por el bien de la humanidad.
En el mundo en el que vivimos Dios no nos ha creado con el objetivo de amasar una fortuna de dinero. Nos ha creado con el objetivo de desarrollar nuestra moralidad y de utilizarla para servir y ayudar al resto de la humanidad. Esta es la mayor riqueza que podemos conseguir. Y este es el propósito de nuestra creación.
“Quien ha creado la muerte y la vida para que pueda probar cuál de vosotros es mejor en sus acciones; pues Él es el Poderoso, el Sumo Indulgente.” (Corán 67:3)
Y, aunque es cierto que podemos alcanzar altos niveles de moralidad y altruismo sin la ayuda de Dios -cosa que cada vez se ve menos-, sin embargo, los estándares más elevados de moralidad solo se pueden lograr con la ayuda y la guía de aquel Ser que combina en Sí los más elevados atributos que pretendemos adquirir: compasión, honestidad, justicia, generosidad, gratitud, etc.
“Y para todos hay grados de medida según lo que hicieron, para que Al’lah les retribuya plenamente por sus acciones; y no serán perjudicados.” (46:20)
Para ello, Dios nos ha dejado la guía de Sus Profetas y Sus instrucciones en los libros sagrados. El Corán dice:
“Ciertamente os ha llegado de Al’lah una Luz y un Libro lúcido. Por el cual Al’lah guía a los que buscan Su agrado por los caminos de la paz, los saca de toda clase de tinieblas a la luz con Sus bendiciones y los guía al camino recto.” (Corán 5:15-16)
Además, Dios ha prometido que ayudará personalmente a todo aquel que le busque y que siga Su camino. El Profeta Muhammadsa dijo en este contexto:
“Si alguien se acerca un palmo hacia Mí (es decir, a Al’lah), yo me acerco un codo hacia él; si él se acerca un codo hacia Mí, yo me acerco a él una distancia de dos brazos extendidos; y si él viene a Mí andando, yo voy hacia él corriendo.” (Bujari)
Por eso son tan importantes todos los actos relacionados con la adoración de Dios: rezar, reflexionar sobre Dios y leer los libros de Dios son formas de aprender más acerca de la naturaleza de Dios y de cultivar nuestra relación con Él. Y esta es la mejor manera de desarrollar nuestra propia moralidad y cumplir con el objetivo de nuestra vida.
“En verdad, sólo los que siguen el Libro de Al’lah, cumplen la Oración y emplean de lo que les hemos proporcionado -en secreto y a la vista de todos-, mantienen la esperanza de una recompensa que nunca fallará.” (Corán 35:30)
Espero que este pequeño símil te sirva para reflexionar sobre el papel de la religión en un mundo en el que lo más necesario -la paz, el amor y la justicia- cada vez se aprecia menos.
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