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Dos profecías bíblicas: ¿Jesús (as) o Muhammad (sa)?

¿Es cierto que existen referencias bíblicas que predicen el advenimiento del Profeta Muhammad (sa)? ¿Es posible que profetas como Moisés (as), o el mismo Jesús de Nazaret (as) profetizaron la llegada de un nuevo enviado de Dios? ¿Quién podría ser y cómo podríamos reconocer el origen o su advenimiento? En el presente artículo se presentan y se estudian con detenimiento los textos bíblicos y se explican las posibles interpretaciones que dan cabida a estas profecías.

Por Charles Abdusalam Stedman, España

¿Es cierto que existen referencias bíblicas que predicen el advenimiento del Profeta Muhammadsa? ¿Es posible que profetas como Moisésas, o el mismo Jesús de Nazaretas profetizaron la llegada de un nuevo enviado de Dios? ¿Quién podría ser y cómo podríamos reconocer el origen o su advenimiento? 

En el presente artículo se presentan y se estudian con detenimiento los textos bíblicos y se explican las posibles interpretaciones que dan cabida a estas profecías.

La religión del islam, tal como se presenta en el Sagrado Corán, es una evolución del judaísmo y del cristianismo. Abrahamas, Moisésas, Jesúsas y los demás profetas son venerados en el islam como tales. Si esto es así, es razonable esperar que en las escrituras de estas religiones se encuentren algunas profecías que guíen a los fieles hacia esta evolución futura. Este artículo examina dos pasajes: uno del Antiguo Testamento y otro de los Evangelios, que pueden interpretarse de esta manera.

Si alguien se hace pasar por el profeta prometido en esta profecía, tal pretendiente incurrirá en el desagrado de Dios, y encontrará la muerte y la derrota.

El Antiguo Testamento

El capítulo 18 del Deuteronomio contiene dos versículos que han sido objeto de intenso debate a lo largo de los siglos. Moisésas dijo a la asamblea de Israel:

“El Señor tu Dios suscitará en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo; a él deberéis escuchar. Eso fue lo que le pediste al Señor tu Dios en Horeb, el día de la asamblea, cuando le dijiste: “No quiero escuchar más la voz del Señor mi Dios ni quiero volver a contemplar aquel terrible fuego, para no morir”. Entonces el Señor me dijo: “Tienen razón”. Por eso yo suscitaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis palabras en su boca, y él les comunicará todo lo que yo le mande. Y todo aquel que no preste oído a las cosas que el profeta diga en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas.  Pero si un profeta se atreve a decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado decir o habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá”.1

Los misioneros cristianos sostienen que este versículo demuestra que el advenimiento de Jesúsas fue predicho en la Biblia hebrea. Los musulmanes creen que la llegada de Muhammadsa, el fundador del islam, fue predicha en estos pasajes. Por otra parte, muchos judíos afirman que en esta profecía se hacía referencia a Josuéas. Sin embargo, antes de examinar estas afirmaciones, repasemos las características más destacadas de la profecía. Hay cinco características importantes:

1.Un profeta vendrá.

2.Se parecerá a Moisésas.

3.Se levantará de entre los hermanos de Israel.

4.Transmitirá a la humanidad las palabras exactas de Dios que le fueron reveladas.

5.Si alguien se hace pasar por el profeta prometido en esta profecía, tal pretendiente incurrirá en el desagrado de Dios, y encontrará la muerte y la derrota. Sin embargo, el verdadero reclamante de esta profecía permanecerá completamente protegido por Dios.

“Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.”4

El Deuteronomio consta de tres sermones de Moisésas. La identidad del Profeta prometido mencionado por Moisésas en el Deuteronomio 18 es objeto de un intenso debate.

Los comentaristas cristianos de estos versículos, que sostienen que es a Jesúsas a quien se refiere la profecía, señalan que Jesúsas fue realmente un profeta y citan numerosos versículos bíblicos para apoyarlo. De hecho, el propio Jesúsas se refiere a sí mismo como profeta en varias ocasiones.  

“Pero Jesús les dijo:

No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.”2

“Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les dijo: Id, y decid a aquel zorro: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra. Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.”3

Este versículo del Evangelio de Juan puede interpretarse como que el propio Jesúsas relacionó su persona con la profecía de Moisésas. Jesúsas dijo 

“Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.”4

Pero, por supuesto, también es fundamental para la creencia cristiana que Jesúsas era la segunda persona de la Trinidad, Dios hijo, y Dios en forma humana. Estos versos del Evangelio de Juan indican que Dios el Padre y Dios el hijo son parte de la misma Unidad Divina.  

Por otro lado, ninguno de los cuatro Evangelios, ni siquiera los Evangelios Apócrifos, son las palabras exactas de la revelación de Dios, como se explicará en la siguiente sección.

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: ¿Muéstranos el Padre?”5

Pero hay que preguntarse cómo es posible que Jesúsas haya sido, por un lado, un profeta como Moisésas y Abrahamas, ¿y al mismo tiempo Dios? Por definición, un profeta es un ser humano seleccionado por Dios para recibir la revelación divina, para ser informado de asuntos que normalmente están fuera del alcance de la percepción humana y para transmitir el mensaje divino a su pueblo, y en el caso de los profetas portadores de la ley, como Moisésas, para transmitir una ley divina. Si Jesúsas era Dios, entonces no era un ser humano ordinario como otros profetas, ni necesitaría haber sido informado de nada ya que Dios es Omnisciente. 

Los cristianos, sin embargo, sostienen que no hay ninguna contradicción aquí. Creen que Jesúsas era totalmente hombre y totalmente Dios al mismo tiempo. Comprender este misterio está más allá del intelecto de los humanos. Es necesario tener fe primero y comprender después. En la famosa frase latina de Tomás de Aquino “credo ut intelligam”. 

Sin embargo, también cabe preguntarse por qué la profecía del Deuteronomio se refiere sólo a la condición de profeta de Jesús, pero no a la de Hijo de Dios, ya que ésta, según la creencia cristiana, es su característica más distintiva. 

Como hemos visto, Jesúsas aparentemente afirmó que su advenimiento fue profetizado por Moisésas. El Santo Profeta Muhamad, el profeta del islamsa mencionó esto a los judíos de su tiempo. Después de emigrar a Medina, el Santo Profeta Muhammadas escribió una carta a los judíos de Khaibar en los siguientes términos:

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso. De Muhammad el Apóstol de Dios, Amigo y Hermano de Moisés, que confirma lo que Moisés trajo. Dios os dice, oh Gente del Libro; lo encontraréis en vuestra escritura: ‘Muhammad es el apóstol de Dios…’”6

“¡Oh, Mensajero! transmite a las gentes lo que te ha sido revelado por tu Señor; pues si no lo hicieres no habrías proclamado Su Mensaje en absoluto […]”8

Así, el Corán declara que el Profeta Muhammadsa es el profeta como Moisésas, y que su advenimiento fue predicho en la Torá. Además, el propio Profetasa afirmó ser hermano y amigo de Moisésas, cuya venida fue predicha por Moisésas.

Hay ciertamente sorprendentes similitudes entre Moisésas y el Santo Profetasa del islam. Por ejemplo: Tanto Moisésas como el Santo Profeta Muhammadsa fueron profetas portadores de la Ley. Ambos recibieron Libros revelados, a saber, la Torá y el Corán. Ambos profetas tuvieron que emigrar en circunstancias muy peligrosas y fueron perseguidos durante su emigración.

En la profecía del Deuteronomio se nos dice que Dios pondrá Sus palabras en la boca de este profeta, y éste transmitirá a la humanidad todo lo que le ha sido revelado. El Corán es exactamente un libro así. Contiene las palabras exactas de Dios que le fueron reveladas por el ángel Gabriel a lo largo de dieciséis años y que han llegado hasta nosotros en su forma original. Por otro lado, ninguno de los cuatro Evangelios, ni siquiera los Evangelios Apócrifos, son las palabras exactas de la revelación de Dios, como se explicará en la siguiente sección.

En el Sagrado Corán, Dios ordenó al Santo Profeta Muhammadsa, que:

“Recita lo que te ha sido revelado del Libro […]”7

Luego, en la sura Al Maidah, Dios instruyó al Santo Profeta del islamsa:

“¡Oh, Mensajero! transmite a las gentes lo que te ha sido revelado por tu Señor; pues si no lo hicieres no habrías proclamado Su Mensaje en absoluto […]”8

Está bastante claro que, según el Corán, Jesúsas indicó explícitamente a sus seguidores que en el futuro vendría otro profeta cuyo nombre era Ahmad o Muhammad, siendo éstas diferentes formas del mismo nombre. 

En estos dos versos vemos la instrucción de acuerdo con la profecía del capítulo 18 del Deuteronomio, que Dios pondría Sus palabras en la boca del profeta, y éste les diría todo lo que le había sido ordenado por Dios. El Sagrado Corán es una prueba de que el Santo Profetasa hizo lo que se le ordenó. 

Ahora surge la pregunta, ¿qué pasa si un impostor dice ser el profeta prometido en el Deuteronomio? ¿Cuál será el criterio para determinar su falsedad? Resulta que la última parte de la profecía proporciona la respuesta. Tal pretendiente incurriría en la ira Divina de Dios y se encontraría con la muerte y la derrota, mientras que un verdadero profeta sería salvado por Dios. Esta es la razón por la que Dios prometió al Santo Profeta Muhammadsa:

“¡Oh, Mensajero! transmite a las gentes lo que te ha sido revelado por tu Señor; pues si no lo hicieres no habrías proclamado Su Mensaje en absoluto. Y Al´lah te protegerá de los hombres […]”9

Durante su vida, muchos de sus enemigos hicieron planes para asesinar al Profeta Muhammadsa, pero ninguno de estos intentos tuvo éxito. Los judíos de aquella época eran muy conscientes de esta parte de la profecía, y muchos de ellos empezaron a admitir que quizás Muhammadsa era el profeta que habían estado esperando. Aunque algunos piadosos eruditos judíos aceptaron el islam, la mayoría de ellos se obstinaron y se opusieron a él de todas las maneras posibles. 

Muchas veces los judíos hicieron esfuerzos colectivos o individuales para asesinar al Santo Profetasa. Incluso cuando habían firmado un tratado con los musulmanes, uno de los judíos de la tribu Banu Nadir de Madinah – Amr bin Jihas – se confabuló con sus camaradas para dejar caer una pesada piedra sobre el Santo Profetasa, mientras se encontraba como invitado en una de sus casas.10 Cuando los judíos de Khaibar fueron derrotados en la guerra, una de sus mujeres – Zaynab, hija de Harith – intentó envenenarlo.11 

Aparte de estos incidentes, los judíos de Medina también intentaron varias veces animar a los enemigos del islam en La Meca a atacar Medina. Una de las posibles razones de estos repetidos intentos fue que muchos de ellos habían empezado a admitir que Muhammadsa era el profeta prometido en sus escrituras. Sin embargo, si lograban asesinarlo, podrían afirmar que era un impostor, y que la profecía – que establecía que cualquier pretendiente moriría – se cumpliría de esta manera. Pero cada vez Dios salvó milagrosamente al Profeta Muhammadsa.

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.”16

Los Evangelios

El versículo 7 del sura 61 del Corán dice:

“Y acordaos de cuando Jesús, hijo de María, dijo: “Oh hijos de Israel, en verdad soy un Mensajero de Al´lah para vosotros, que cumple lo que se mencionaba en la Torá antes de mí y os da la buena nueva de un Mensajero que aparecerá después de mí. Su nombre será Ahmad.”12

Lo que los eruditos musulmanes han señalado es que hay otra palabra en griego que es muy similar a “perákletos”, que es “períklytos” que significa “el muy alabado”.

Está bastante claro que, según el Corán, Jesúsas indicó explícitamente a sus seguidores que en el futuro vendría otro profeta cuyo nombre era Ahmad o Muhammad, siendo éstas diferentes formas del mismo nombre. 

La cuestión que se abordará en este artículo es si es posible encontrar en los Evangelios alguna prueba que confirme la anterior afirmación del Corán.

Hay ciertos versículos del Evangelio de Juan que los eruditos musulmanes interpretan de esta manera, aunque naturalmente la interpretación cristiana es bastante diferente. En esta sección se explican las interpretaciones cristiana y musulmana de estos versículos para que el lector pueda considerar los méritos de ambos argumentos.

Los versículos en cuestión son todos del Evangelio de Juan.

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.”13

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”14

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”15

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.”16

Dado que estas palabras se atribuyen directamente a Jesúsas, es más probable que deriven de una fuente oral anterior. La palabra clave en estos versos es, obviamente, la palabra “consolador”. En la versión griega original, la palabra es “perákletos”. Es una combinación de dos palabras, ‘para’ (además o al lado) y ‘kalein’ (llamar) y originalmente se usaba para describir a una persona que ayudaba en un tribunal, de ahí la traducción de ‘abogado’ en las Biblias españolas (ha sido variadamente traducida como “abogado”, “intercesor”, “maestro”, “ayudante”, “consolador”). También se ha traducido como ‘intercesor’, ‘maestro’, ‘ayudante’, ‘consolador’.

En la tradición cristiana siempre se ha entendido que esta palabra se refiere al Espíritu Santo que proporcionaría inspiración espiritual a los seguidores de Jesúsas en sus esfuerzos por difundir su mensaje después de su partida. Los eruditos cristianos relacionan esta profecía con otros versículos de los Evangelios en los Jesúsas ordena a sus seguidores que sigan la guía del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el que otorga a los seguidores de Jesús los dones espirituales y el poder que permite la proclamación de Jesucristo, y el poder que trae la convicción de la fe. Por ejemplo, (Mateo 10:19):

“Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.”17

Esta comprensión está estrechamente relacionada con la doctrina de la Trinidad, ya que es en estos versos clave que Jesúsas está presentando a sus seguidores a la tercera persona de la Trinidad que continuará inspirando a ellos y a todos los verdaderos creyentes después de que él los deje.  

En primer lugar, hay que recordar que la lengua hablada por Jesúsas y sus seguidores en Palestina era el arameo.

La frase “que es el Espíritu Santo” en 14:26 parecería proporcionar una clara validación de este entendimiento. Pero si, por un momento, consideramos la posibilidad de que se trate de una adición posterior al texto, entonces la comprensión “representante legal” como Espíritu Santo, parece menos convincente. Si Jesúsas quería referirse al Espíritu Santo, ¿por qué no lo dijo?  ¿Por qué utilizó repetidamente una palabra que aparentemente no tiene nada que ver con la Santa Inspiración? 

Lo que los eruditos musulmanes han señalado es que hay otra palabra en griego que es muy similar a “perákletos”, que es “períklytos” que significa “el muy alabado”. Según Muhammad Asad18, se trata de una traducción griega exacta del término o nombre arameo “Mawhamana”, cuya forma árabe es “Muhammad”. La hipótesis es que en su versión escrita original la palabra “períklytos” estaba correctamente escrita pero un escriba posterior que copió el manuscrito cometió el error de cambiar la palabra. Habría sido un error comprensible, ya que el significado de “el alabado” no se haría evidente hasta pasados varios siglos. Los propios versos del Evangelio en cuestión apoyan la teoría de los eruditos musulmanes.

“[…] él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”19

Esto es exactamente lo que hizo el Santo Profeta Muhammadas. A través del Corán, el Santo Profetasa trajo la escritura religiosa definitiva. Además, el Corán deja claro que debe entenderse para confirmar y recordar a los creyentes lo que queda de la revelación anterior. Además, “él dará testimonio acerca de mí.”20

El Santo Profetasa, de nuevo a través del texto del Sagrado Corán, enseñó extensamente sobre Jesúsas. El Sagrado Corán contiene largos pasajes que relatan la vida de Jesúsas y hay un capítulo entero que lleva el nombre de Maríara.  

Evangelio de San Bernabé

El Evangelio de San Bernabé sólo existe hoy en día en una traducción al español y otra al italiano que datan de los siglos XVI o XVII y se considera actualmente apócrifo. Se leyó en las iglesias hasta el año 496 d.C., pero entonces fue declarado “herético” por el Papa Gelasio18. El texto, tal y como existe en la actualidad, contiene una profecía sobre el advenimiento del Profeta Muhammadsa, cuyo nombre se menciona en la forma árabe. Algunos eruditos árabes han intentado argumentar que este Evangelio en el “injil” o “evangelio” al que se refiere el Corán. Pero como no se ha conservado el texto original, es imposible verificar la fiabilidad de las versiones existentes.

Estas primeras copias escritas habrían pasado de mano en mano y se habrían copiado una y otra vez.

Los orígenes de los Evangelios

En el apartado anterior se ha insinuado que los textos escritos originales de los cuatro Evangelios pueden haber sido corrompidos y modificados a lo largo de los siglos y que no puede decirse que las versiones que existen en la actualidad sean copias exactas de los originales. Con el fin de poner en evidencia la hipótesis presentada en el apartado anterior, estos párrafos finales presentan algunos datos sobre lo que se sabe de los orígenes de los textos evangélicos modernos.

Para entender cómo pueden ser admisibles dos interpretaciones muy diferentes de los versículos en cuestión, es necesario repasar lo que se sabe sobre los orígenes de los textos evangélicos que han llegado a la época moderna.  En primer lugar, hay que recordar que la lengua hablada por Jesúsas y sus seguidores en Palestina era el arameo. El uso del hebreo estaba disminuyendo en aquella época, aunque algunos lo aprendieron como segunda lengua por motivos litúrgicos. Es poco probable que sus seguidores hicieran algún intento organizado de registrar los dichos y discursos de Jesúsas en la época de su ministerio en Palestina. Muchos creían que el Día del Juicio Final estaba cerca. Irónicamente no estaban del todo equivocados. La revuelta judía del 66 d.C. hizo que toda la ira del imperio romano cayera sobre el pueblo judío de Palestina. Muchos fueron asesinados o esclavizados. Pocos salieron indemnes. Sin embargo, en esta época, mucho antes de la introducción del papel, era una práctica común utilizar la memoria humana como forma de almacenar información. Los poemas, las canciones, la liturgia y las historias se aprendían a menudo y comúnmente de memoria. 

Así que es casi seguro que muchos de los seguidores de Jesúsas aprendieron sus dichos de memoria y en esta forma circularon entre los seguidores judíos de habla aramea de Jesús durante un par de generaciones. Es poco probable que en esta etapa tuvieran algún orden particular o estuvieran conectados por algún contenido biográfico o narrativo. Se desconoce si algún Evangelio fue escrito en arameo, que tenía su propio sistema de escritura. Una cosa es segura, ningún documento de este tipo ha llegado a los tiempos modernos. El hecho de que no haya llegado a los tiempos modernos ningún registro de las enseñanzas de Jesúsas en la lengua que él hablaba se mencionará más adelante en relación con las profecías del Deuteronomio. 

Las primeras copias de los evangelios están escritas en griego koiné, una forma de griego ático y jónico mezclado con dialectos locales que se extendió por el Mediterráneo oriental tras las conquistas de Alejandro Magno y se convirtió en una lengua franca para la región. Lo que ocurrió exactamente es realmente una cuestión de especulación porque los datos históricos son muy escasos.

El eminente historiador español José Monserrat Torrents, que en numerosas publicaciones ha aplicado rigurosamente los principios de la “historia científica” escribe:

“Hay que decirlo claramente, los documentos fundamentales de la secta judeo-cristiana (excepto los de Pablo) no pueden ser situados con precisión ni en el tiempo ni en el lugar. Para ambas coordenadas es necesario aceptar un arco de indecisión que se extiende en el tiempo del 60 al 135 d.C., y en el lugar incluye todo el Mediterráneo oriental.”21

Burkett resume una hipótesis ampliamente aceptada sobre cómo surgieron las primeras copias escritas de los evangelios que se conservan en el primer siglo del judeocristianismo.22

– Tradiciones orales: historias y dichos que se transmiten en gran medida como unidades independientes, sin ningún orden;

– Recopilaciones escritas de historias milagrosas, parábolas, dichos, etc., junto con la tradición oral;

– Protoevangelios escritos que preceden y sirven de fuentes a los evangelios – el prefacio dedicatorio de Lucas, por ejemplo, atestigua la existencia de relatos anteriores de la vida de Jesúsas.

– Los evangelios se formaron combinando proto-evangelios, colecciones escritas y tradición oral aún vigente.

Estas primeras copias escritas habrían pasado de mano en mano y se habrían copiado una y otra vez. En el transcurso de estas reproducciones, inevitablemente, se deslizaron algunos pequeños errores de copia y hay numerosas diferencias en los textos de los primeros evangelios griegos y latinos. Muchas de estas diferencias son obviamente simples errores de copia que no afectan al significado del texto, pero también hay un número considerable que sí lo hace. Es fácil encontrar versiones de la Biblia en Internet que ofrecen traducciones paralelas de los primeros textos para que el lector pueda apreciar por sí mismo las variaciones existentes. También cabe mencionar que la existencia de copias escritas ya a finales del siglo I se deduce del descubrimiento de pequeños fragmentos de texto que datan de esta época. Pero los textos completos más antiguos datan de los siglos VIII y IX, época en la que habrían sido copiados y reeditados innumerables veces.  

Por lo que respecta al Evangelio de Juan, la mayoría de los estudiosos creen que éste alcanzó su forma definitiva en torno a los años 90-110 d.C23. Dada su compleja historia, puede haber habido más de un lugar de composición, y aunque el autor estaba familiarizado con las costumbres y tradiciones judías, su frecuente aclaración de éstas implica que escribió para un contexto mixto judío/gentil o judío fuera de Palestina. Es posible que el autor haya recurrido a una “fuente de signos” (una colección de milagros) para los capítulos 1-12, a una “fuente de la pasión” para el relato del arresto y la crucifixión de Jesúsas y a una “fuente de dichos” para los discursos, pero estas hipótesis son muy discutidas24. Es posible, pues, que el escritor o los escritores del Evangelio de Juan tuvieran acceso a las primeras fuentes orales.

“Algunos han estudiado la forma simple del griego de Juan y han encontrado que hay fuertes indicios de arameo.”25

Se puede observar que algunas partes del Evangelio de Juan parecen estar desorganizadas, o al menos poco desarrolladas en la versión definitiva. Hay textos que no encajan en el contexto, lo que produce notables rupturas de continuidad. También hay una falta de cohesión en algunas de las narraciones y discursos. Se han ofrecido varias explicaciones. La teoría actual más aceptada es la de las ediciones múltiples, es decir, que el Evangelio de Juan es el resultado de un texto que evolucionó a lo largo del tiempo, con adiciones y notas añadidas por el autor u otros miembros de la comunidad. Raymond Brown ha planteado la posibilidad de que la comunidad de Juan participara en la edición y producción de la dormición final del evangelio.

“Se percibe que algunos pasajes del Evangelio de Juan parecen desordenados o, al menos, no muy elaborados en su edición definitiva. Hay textos que no corresponden con el contexto, se producen cortes llamativos y hay falta de unidad en varios relatos y discursos. Se han presentado varios intentos de explicación. La teoría actualmente más difundida es la de las ediciones múltiples, es decir, que el Evangelio de Juan es el resultado de un texto que creció con el transcurso del tiempo, con añadidos y notas provenientes del mismo autor o de otros miembros de la comunidad (Raymond E. Brown propuso la existencia de una comunidad joánica que habría participado en la edición y quizá en la redacción final del evangelio).25

Así pues, existe un consenso generalizado de que la forma moderna del Evangelio de Juan contiene material primitivo que ha sido traducido del arameo al que se ha añadido una estructura narrativa tardía. El erudito de Cambridge C.H.Dodds  concluyó su análisis en 1963 diciendo: 

“…detrás del Cuarto Evangelio se esconde una antigua tradición independiente de los otros Evangelios y que merece una seria consideración como contribución a nuestro conocimiento de los hechos históricos relativos a Jesucristo.”26

Sólo teniendo en cuenta una comprensión realista de los orígenes de los textos del Nuevo Testamento se puede entender su verdadero valor e importancia.

Referencias 

1. El Antiguo Testamento, Deuteronomio (18:15-20)

2. El Antiguo Testamento, Mateo (13:57-58)

3. El Antiguo Testamento, Lucas (13:31-33)

4. El Antiguo Testamento, Juan (5:46)

5. El Antiguo Testamento, Juan (14:6-9)

6. Ibn e Ishaq (Traducción al inglés por A. Guillaume), Sirat Rasul Allah (Oxford University Press, Karachi, 17th Impression, 2004), 256.

7. El Sagrado Corán (29:46)

8. El Sagrado Corán (5:68)

9. El Sagrado Corán (5:68)

10. Ibn e Ishaq (Traducción al inglés por A. Guillaume), Sirat Rasul Allah, Oxford (University Press, Karachi, 17th Impression, 2004), 265.

11. Ibn e Ishaq (Traducción al inglés por A. Guillaume), Sirat Rasul Allah, Oxford (University Press, Karachi, 17th Impression, 2004), 516.

12. El Sagrado Corán (61:7)

13. El Antiguo Testamento, Juan (14:16)

14. El Antiguo Testamento, Juan (14:26)

15. El Antiguo Testamento, Juan (15:26)

16. El Antiguo Testamento, Juan (16:7)

17. El Antiguo Testamento, Mateo (10:19-20)

18. Muhammad Asad, The Message of the Quran, nota al pie, 861.

19. El Antiguo Testamento, Juan (14:26)

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