Daud A. Hanif,Director Yamia Ahmadía, Canada
Traducido por Sadia Ahmed
El Sagrado Corán nos dice que el humano ha sido dotado tanto de ojos físicos como espirituales, por los que puede distinguir el bien del mal; y una lengua y dos labios para que también pueda pedir la guía; y sobre todo, Dios ha puesto delante del hombre un objetivo supremo para su vida y éste debe consagrar todas sus facultades y energías para conseguirlo. Al hombre se le ha concedido la posibilidad de elegir y actuar, lo que le hace el dueño de su propio destino.
Para lograr el objetivo de la vida, Dios, con su benevolencia, manda profetas que sirven como modelos. Estos profetas han aparecido en cada pueblo y en todas las partes del mundo. Su misión siempre ha sido guiar a la humanidad hacia su Creador, a través de su ejemplo y vida. La guía revelada a través de cada profeta fue diseñada para satisfacer las necesidades específicas de la época y lugar; por lo tanto eran esencialmente de naturaleza temporal. Es decir, con el avance y madurez de la humanidad, Dios envió enseñanzas más desarrolladas y avanzadas, que eran adecuadas para su tiempo. La guía de Dios para la raza humana comenzó a través de Adánas y alcanzó su cénit a través de Muhammadsa. Dios dice:
“Hoy os he perfeccionado vuestra religión y he completado Mi gracia con vosotros y os he elegido el islam como religión.” 1
Así pues, la revelación de la ley o sharía fue perfeccionada y completada con el islam.
Según un dicho del Santo Profeta Muhammadas, el número de profetas que fueron elegidos para transmitir el mensaje de Dios a la humanidad es de 124.000. Los nombres de todos ellos no se mencionan en ninguna parte, pero el Sagrado Corán afirma con palabras muy claras:
“Y no existe ningún pueblo al que no se haya enviado un Amonestador.” 2
También menciona a los siguientes veintiocho profetas por su nombre: Adánas, Noéas, Abrahámas, Lotas, Ismaelas, Isaacas, Jacobas, Joséas, Hudas, Salehas, Shuaibas, Moisésas, Aarónas, Davidas, Salomónas, Elíasas, Jonásas, Ezequiel (Dhul-Kifl)as, Eliseo (Alyasa)as, Idris (Enoch)as-3, Jobas-4, Zacaríasas-5, Juan (Yahya)as-6, Jesúsas-7, Luqmanas-8, Ezraas-9, Dhul Qarnainas-10 y Muhammadsa-11.
La creencia en todos los profetas y sus mensajes es una parte integral de la fe de cada musulmán. El Sagrado Corán dice:
“Este Mensajero Nuestro cree en lo que ha sido revelado por su Señor, y así hacen los creyentes; todos ellos creen en Al-lah, y en Sus ángeles y en Sus Libros y en Sus Mensajeros, diciendo: “No hacemos distinción alguna entre ninguno de Sus Mensajeros.”12
En su profetazgo todos son iguales, pero sus rangos son diferentes, como se desprende del siguiente versículo del Sagrado Corán:
“Éstos son los Mensajeros. Hemos hecho que algunos de ellos superen a otros a los cuales Al-lah habló; y Al-lah hizo que uno de ellos superara a los demás … “13
Así pues, a dondequiera y a cualesquiera que los profetas hayan sido enviados, también son nuestros profetas (musulmanes), y los respetamos con gran reverencia. En las siguientes páginas se presenta una breve historia de uno de ellos para beneficio del lector.
Adánas
Adánas vivió hace unos 6.000 años. Probablemente nació en el actual Iraq. Se cree popularmente que es el primer hombre creado por Dios sobre la faz de la tierra. Esta visión es, sin embargo, incorrecta. El mundo ha pasado por diferentes ciclos de creación y civilización, y Adánas, el progenitor de la raza humana actual, por lo tanto es solo el primer eslabón del ciclo presente y no el primer hombre en la creación de Dios. Naciones se han levantado y caído, civilizaciones han aparecido y perecido, y muchos otros ciclos de civilización humana pueden haber aparecido y desaparecido. Muhyud-Din Ibn Arabi, el gran místico musulmán, dice que una vez se vio a sí mismo en un sueño realizando un circuito a la Kabah. En el sueño, un hombre que decía ser uno de sus antepasados apareció ante él: “¿Cuánto tiempo hace desde que moriste?”, preguntó Ibn Arabi. “Más de cuarenta mil años”, respondió el hombre. “¡Pero este período es mucho más que lo que nos separa de Adánas!”, dijo sorprendido Ibn Arabi. El hombre respondió: “¿De qué Adánas estás hablando? ¿Sobre el Adánas que está más cerca de ti o de algún otro?” Entonces recordé, dice Ibn Arabi, un dicho del Santo Profetasa en el sentido de que Dios había creado más de cien mil Adanes, y me dije a mí mismo: “Quizás este hombre que afirma ser un antepasado mío fue uno de los Adanes anteriores”14.
Sin embargo, esto no significa que la raza, que vivió antes de Adánas, fuera completamente barrida antes de que él naciera. Lo más probable es que hubiera quedado un pequeño resto degenerado de la antigua raza y Adánas era uno de ellos. Dios entonces lo seleccionó para ser el progenitor de una nueva raza y el precursor de una nueva civilización. Creado, por así decirlo, de entre los muertos, representó el comienzo de una nueva era de la vida.
Al-lah, el conocedor de lo invisible, ha dicho:
“Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: ‘Estoy a punto de designar un vicario en la tierra,’ dijeron: ‘¿Vas a situar en ella a quien cree el desorden y derrame la sangre? y nosotros Te glorificamos con Tus alabanzas y exaltamos Tu santidad’. Él respondió: ‘Yo sé lo que vosotros no sabéis.'”15
En este versículo, Dios ha usado la palabra “califa” para Adánas. Califa en árabe significa un sucesor. Por lo tanto, está claro que los hombres habían existido y vivido en la tierra antes de Adánas, quien les sucedió. No podemos decir si los habitantes originales de América, Australia, etc., son la progenie de este último Adánas o de algún otro Adánas que vino antes que él.
En resumen, el Sagrado Corán habla de Adánas, como aquél que fue nombrado califa y primer profeta de Dios, y que fue erigido para la guía de la humanidad. Dios le enseñó el conocimiento y lo hizo líder de la humanidad. Fue nombrado profeta en los jardines del Edén, que se encontraba cerca de Babilonia en Iraq. Era una tierra muy fértil y muy verde y se la conocía como Jannah, es decir, el jardín. Dios ordenó a los ángeles y otros seres que obedecieran a Adánas, pero todos obedecieron excepto Iblis.
Una explicación de Iblis parece inevitable ya que existe una gran controversia sobre esta entidad.
“Iblis” es un ser que contiene poco bien y mucho mal, y que, debido a que fue desprovisto de la misericordia de Dios por su desobediencia, quedó perplejo y confundido. Iblis a menudo se considera el mismo Satanás, pero en algunos casos, también es diferente de él. Debe entenderse que Iblis no era uno de los ángeles, porque, aunque se ha descrito en 2:35 su desobediencia a Dios, por su parte se nos dice que los ángeles son siempre “sumisos” y “obedientes”16. Dios se enojó con Iblis porque a él también se le ordenó que sirviera a Adánas pero él desobedeció17. Además, incluso si no hubiera un mandamiento separado para Iblis, el de los ángeles puede extenderse a todos los seres porque los ángeles son los custodios de diferentes partes del universo. El mandamiento dado a ellos se extiende automáticamente a todos los seres. Iblis es un nombre atributivo dado al espíritu maligno opuesto a los ángeles. Ha sido llamado así porque posee las cualidades de ser privado de lo bueno, por haber sido abandonado en el camino y por verse desprovisto de la misericordia de Dios. Ese Iblis de Adánas no fue el Satanás del que se habla en el versículo 37 de Surah Baqarah. Es evidente por el hecho de que el Corán menciona los dos nombres, uno al lado del otro, donde se menciona la historia de Adánas; pero en todos los lugares18 se observa una cuidadosa distinción entre los dos. Dondequiera que habla del ser que, a diferencia de los ángeles, se negó a servir a Adánas, siempre menciona el nombre Iblis; y donde habla del ser que engañó a Adánas y se convirtió en la razón por la que fueron expulsados del “jardín”, menciona el nombre de ‘Satanás’. La distinción, que es muy significativa y se ha mantenido en todo el Corán en al menos diez lugares , muestra claramente que Iblis es diferente de “Satanás”, que engañó a Adánas y que fue alguien del propio pueblo de Adánas. En otra parte, el Corán dice que Iblis pertenecía a una creación secreta de Dios y, a diferencia de los ángeles, era capaz de obedecer o desobedecer a Dios19 (comentario del Sagrado Córan 2:36).
La ley introducida a través de Adánas
Bajo la guía de Dios, Adánas construyó la Casa de Dios en Arabia. Él y sus seguidores se dirigieron a Dios en adoración. Esta casa los unió y los mantuvo unidos. Es la misma casa que actualmente se llama Kabah en Arabia Saudita.
Adanas enseñó a su gente las reglas básicas para vivir en sociedad. Los derechos fundamentales otorgados a todas las personas a través de Adánas se mencionan en el Sagrado Corán de la siguiente manera:
“Ha sido provisto para ti, a fin de que no pases hambre en él ni estés desnudo; En él no tendrás sed, ni estarás expuesto al sol.” 20
En otras palabras, la provisión de alimentos, ropa, refugio y agua a la gente se fijó como un deber de las autoridades. Por tanto, a través de Adánas se estableció un orden social para el progreso y la prosperidad de su gente, así como para las generaciones futuras. Adánas, como ya se ha dicho, fue nombrado profeta en el Jardín del Edén, cerca de Babilonia, la antigua Asiria o el actual Iraq. Se le permitió usar todo lo que le agradara, pero se le prohibió acercarse a un “árbol”, es decir, un grupo de personas en particular.
Parece que Adánas, quien tenía un gran deseo por el bienestar de todo el mundo, se acercó también al grupo de gente que Dios le había prohibido. Eran personas arrogantes que buscaron conflicto con Adánas y sus seguidores. Finalmente aquello terminó en una pelea y la gente de Adánas tuvo que emigrar de Iraq a algún país vecino. Este error de Adánas no solo ha sido grandemente exagerado por los escritores cristianos y citado como un pecado imperdonable, sino que se ha considerado como un pecado que todo ser humano hereda. La Biblia, que es un libro interpolado, contiene declaraciones confusas sobre el árbol prohibido. En Génesis 2:17 se dice:
“Más el árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
Contrario a esto, Génesis 3:4-5 dice:
“Y la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; Porque sabe Dios que el día que comáis del mismo, se abrirán vuestros ojos, y como dioses, sabiendo el bien y el mal.”
Esta declaración de la serpiente en oposición a la de Dios parece ser verdadera. En Génesis 3:6 dice:
“Y cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que deseaba un árbol para hacer sabio, ella tomó su fruto, comió y y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.
Esta declaración de la Biblia deja bien claro que fue Eva y no Adánas quien cometió el primer pecado. Por lo tanto, si este pecado se debe heredar, entonces todos los que nacen de una mujer, incluido Jesúsas, deben heredarlo primero. Pero existen muchos otros versículos en la Biblia que demuestran que hubo hombres como Malik Siddiq Saleem (Melquisedec, Rey de Salem) que nacieron sin pecado.
En el tema del pecado de Adánas, el Sagrado Corán es muy claro e inequívoco. Dice:
“En verdad, hicimos previamente un pacto con Adán, y él lo olvidó, pero no lo encontramos decidido a desobedecer.”21
Este versículo muestra que el lapso de Adánas fue solo un error de juicio. Fue inadvertido e involuntario y en absoluto intencional o deliberado. Errar es humano. Uno se vuelve pecador si lo comete voluntariamente y a sabiendas. Por lo tanto, la teoría del pecado original y su herencia es un castillo construido sobre un precipicio.
El lapso de Adánas y Eva, sin duda, fue inadvertido y accidental y, por lo tanto, no es un pecado. Sin embargo, descubrieron que siguiendo el consejo de Satanás o la serpiente, se habían metido en problemas con una familia malvada en particular y, como resultado, tuvieron que emigrar de ese lugar. Sin embargo, se arrepintieron y se volvieron hacia Dios y Éste concedió a Adánas Su gracia. Dios también se volvió hacia él con misericordia y lo guió22.
Adánas transmitió el mensaje de Dios a la gente y tuvo éxito en su responsabilidad y así estableció una sociedad progresista gobernada por las leyes divinas.
Referencias
1.Sagrado Corán (5:4)
2.Sagrado Corán (35:25)
3.Sagrado Corán (19:57)
4.Sagrado Corán (4:164)
5.Sagrado Corán (19:3)
6.Sagrado Corán (3:40)
7.Sagrado Corán (3:46)
8.Sagrado Corán (31:13)
9.Sagrado Corán (9:30)
10.Sagrado Corán (18:84)
11.Sagrado Corán (48:30)
12.Sagrado Corán (2: 286)
13.Sagrado Corán (2: 254)
14.Ibn Arabi, Futuhat ii, pág. 607
15.Sagrado Corán (2:31)
16.Sagrado Corán (66: 7)
17.Sagrado Corán (7:13)
18. Sagrado Corán (2:35, 37; 7:12, 21;
15:32; 17:62; 18:51; 20: 117, 121; 38:75)
19.Sagrado Corán (7:12, 13)
20.Sagrado Corán (20:119, 120)
21.Sagrado Corán (20:116)
22.Sagrado Corán (20:13)
Continuará.
Artículo original de la publicación Review of Religions de enero de 2006.
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