Existencia de Dios Mujer

Cómo el islam me liberó de las expectativas culturales.

Cómo el islam me liberó de las expectativas culturales En este artículo profundamente personal, Saliha Malik habla de su transición hacia la aceptación de la fe islámica. Reflexiona sobre las ideas erróneas sobre el hiyab (velo islámico)que aparecen en los medios de comunicación y que todos conocemos bien, y sobre cómo le hicieron sentir. Seguid leyendo para conocer el viaje de Saliha para desmantelar la imagen negativa del velo islámico en su camino hacia la aceptación del islam y la observancia de la purdah(hiyab). Tal vez sus reflexiones le sorprendan.

Saliha Malik, redactora jefe de la revista Al-Hilal en Estados Unidos

El momento que más me impactó sobre la existencia de Dios, me llegó a través de mi viaje con el velo islámico (hiyab).

Antes de aceptar el islam, no tenía una buena opinión sobre él y, en particular, sobre el burka y el hiyab que llevan las mujeres musulmanas. Sólo me había informado a través de los medios de comunicación, que presentaban una religión  llena de violencia y opresión. Me daba mucha pena pensar que las mujeres, en mi opinión, debían estar subyugadas y maltratadas con su vestimenta. Me introduje en el ahmadía  gracias a una conocida que descubrió que me gustaba la poesía y me regaló una copia del Sagrado Corán. Era el Corán interpretado por Arberry.

Arberry escribió su comprensión del árabe en un largo y hermoso poema. Me gustó mucho la enseñanza, al menos hasta que llegué al punto sobre que las mujeres debían cubrirse el pelo y llevar una prenda exterior. Volví a mi amiga y le dije, “espero que estén revisando esto ahora, a las mujeres occidentales nos gusta llevar lo que nos gusta”.  Su respuesta fue breve, “‘no’, el Corán nunca ha sido alterado desde que fue revelado, ni será alterado”.

Me di cuenta de que Dios no cambiará sus enseñanzas para adaptarse a todos mis caprichos, sino que tendré que cambiar yo misma para poder conocerle.

Esta respuesta directa, aunque difícil al principio, me ayudó a dar mi primer paso hacia Dios. Me di cuenta de que Dios no cambiará sus enseñanzas para adaptarse a todos mis caprichos, sino que tendré que cambiar yo misma para poder conocerle.

 Pero si quería aceptar el islam, como me sentía inclinada a hacerlo, tendría que empezar a cubrir mi cabeza y a usar una prenda exterior, algo parecido a lo que les habia visto llevar a las mujeres en la televisión, lo cual me parecía que las degradaba.

Estaba muy preocupada por esto, aunque tengo que admitir que todo lo demás había aprendido hasta ahora sobre el islam, definitivamente me llamaba definitivamente.

Una noche, tuve un poderoso sueño que cambió mi vida de forma radical

Una noche, tuve un poderoso sueño que cambió mi vida de forma radical. Soñé que llevaba una prenda larga (burka) y un  velo sobre mi pelo  (hiyab), y  al llevar esta prenda me encontraba en un estado de profunda satisfacción y paz interior; estaba tan perpleja, pues fue lo contrario a todas mis expectativas. El sueño permaneció en mi mente durante días.  Esta misma prenda, de mi sueño, me había dado ese anhelado estado de paz interior que estaba buscando; la noción de que el islam era el medio hacia la paz interior y la paz entre la humanidad me había impulsado a investigarlo en primer lugar. ¿Qué iba a hacer? Así que decidí que debía ser una invitación de Dios para que lo intentara, para que le diera una oportunidad al islam y a todo lo que requería de mí. Entonces firmé el formulario y me convertí en musulmana áhmadi.

Entrar en el islam después de haber crecido en el llamado occidente libre-pensador fue un cambio enorme. Todo en ti tiene que sufrir una revisión, una nueva dirección, una nueva identidad: tu comida, tu ropa, tu forma de presentarte, tu forma de relacionarte con la gente… tus amigos y tu familia ya no te reconocen.

Tardé unos años en observar correctamente el velo islámico (hiyab). Empecé con un simple pañuelo y un abrigo, pero incluso con sólo eso me di cuenta de lo mucho que estaba aprendiendo. Me atrajo mucho la idea de que el islam es una continua revolución interior. Una lucha por acallar y someter al ego. Me sentí muy inclinada a rezar en este viaje interior para pedir la ayuda de Dios para guiarme a cada paso.

Me sentí liberada al dejar de estar atrapada en la red de la necesidad de ponerme a la moda y de exhibirme.

Observar el hiyab me recordó que no debía caer en mis viejas costumbres o hábitos personales. Se convirtió en el vehículo para que yo abrazara el islam en la práctica y para entenderme como mujer;  liberándome de las expectativas sociales de moda y conducta en las que me había criado sin darme cuenta de que no eran más que cadenas. Me sentí liberada al dejar de estar atrapada en la red de la necesidad de ponerme a la moda y de exhibirme.

“En realidad, me emancipé al aceptar el islam, me ha liberado de los acercamientos no deseados de los hombres y me ha dado confianza para ser quien soy sin ninguna pretensión ni necesidad de cumplir con las expectativas culturales”.

Tuve que enfrentarme a varias situaciones incómodas.  Un conocido me dijo una vez:”‘¿por qué una mujer emancipada como tú acepta el islam?”. Mi respuesta fue: “En realidad, me emancipé al aceptar el islam, me ha liberado de los acercamientos no deseados de los hombres y me ha dado confianza para ser quien soy sin ninguna pretensión ni necesidad de cumplir con las expectativas culturales”.

Sin embargo, mi experiencia fue principalmente positiva.  Noté lo respetuosa que era la gente conmigo y cómo me sentía segura y cuidada.  Sentí que Dios me tenía bajo su cuidado, mostrándome el camino hacia la paz interior como se me había sugerido en mi sueño.

 Pero había una situación que temía: el aparecer en mi trabajo llevando el velo. Ya me había establecido en mi profesión como educadora, ¿cómo iba a aparecer en mi clase ahora con esta nueva identidad?

Empecé con el inicio del nuevo curso, decidida a no permitirme ninguna excusa.  Mi clase estaba en el cuarto piso… y durante todo el camino mi corazón latía con ansiedad, pero cuando entré en el salón, en lugar de las reacciones que estaba anticipando, no había una pizca de preocupación.  Mis estudiantes y yo trabajamos juntos tan cómodamente como antes. Me di cuenta entonces de que los retos de cambiar la identidad de uno, a la hora de usar el velo ( hiyab) eran todos internos: es nuestro propio ego el que nos critica y nos hace sentir dudosos y ansiosos.

Fue más tarde en mi vida cuando me di cuenta plenamente de lo que Dios me decía en mi sueño y que me hizo aceptar el islam hace tantos años. Nuestro querido líder espiritual, Su Santidad Mirza Masrur Ahmad(aba), que Dios le ayude, explicó cómo las palabras del Sagrado Corán que exhortan a las mujeres a observar la velo islámico hablan de que éste es una fuente de “Falaha“, y el verso termina diciendo que puedes tener éxito. Su Santidad (aba) explicó que esta palabra tiene muchos significados, falah significa prosperidad, éxito y la consecución de lo que el corazón de una persona desea o busca, significa felicidad y tranquilidad, y a su vez significa seguridad y protección. Falah también significa un estado permanente de bendiciones y verdadera comodidad y satisfacción de la vida.
Pude ver entonces que Dios me estaba diciendo esto mismo en mi sueño de hace tantos años, que no debía preocuparme ni inquietarme, que llevar el  hiyab es una fuente de profunda satisfacción para mí. Mi corazón se estremeció de alegría al darme cuenta de ello y me convenció de la existencia de Dios.

Etiquetas

Añadir comentario

haga clic aquí para publicar comentario

Momentos Inolvidables

¿Cómo puede el ayuno beneficiar tu salud?

Hoja informativa