Dios Islam

La primera vez que Dios escuchó nuestras oraciones

Por Aisha Javaid, Reino Unido

El concepto de Dios no fue algo que se mencionase mucho en mi casa cuando era pequeña. Aunque mis padres eran cristianos devotos durante su juventud, lo cierto es que se alejaron de la práctica de la religión cuando yo y mis hermanos nacimos. Nunca los vi rezar y nunca los vi asistir a la iglesia.

Un día, en mi niñez, viví una experiencia que realmente abrió mis ojos y me hizo ver que aún es posible la aceptación de nuestras oraciones. Y me hizo ver que Dios existe y nos escucha.

Cuando tenía unos nueve años, viajaba en coche  con mi madre y al salir de un camino rural, y encaminarnos a la carretera de alta velocidad, de imprevisto nuestro coche se detuvo. El coche  se paró en la curva, en el  punto exacto donde otros vehículos no podían vernos. Mi madre, en vano, intentaba arrancarlo sin éxito. Su mayor temor era que si alguien saliera por aquella misma salida, no tendría tiempo para detenerse.

Mi madre empezó a gritar y a llorar desesperadamente. En ese momento comenzó a pronunciar unas palabras que yo no podía entender. En un primer instante, pensé que me estaba pidiendo ayuda y yo también empecé a llorar y le dije “mamá, ¿cómo puedo ayudarte?” Ella respondió “no puedes ayudarme, solo Dios puede” y luego repitió angustiada “por favor, Dios, por favor ayúdame, por favor, Dios ayúdame”. Por la gracia de Dios, el coche se puso en marcha y mi madre logró alejarse justo a tiempo, antes de que otro coche se dirigiera hacia nosotras. 

Este fue para mí el primero de muchos incidentes que que me diera cuenta de que Dios sí que escucha nuestras oraciones. A veces, las cosas no siempre salen exactamente como queremos, pero eso es porque no podemos saber qué es lo mejor para nosotros. Mientras mis hijos crecen, intento que comprendan la importancia de confiar en que Dios escucha sus plegarias. En ocasiones, lo que pedimos a Dios puede no suceder, pero no porque nuestras oraciones no hayan sido aceptadas, sino porque Dios lo conoce todo y es nuestro protector.  Puede ocurrir que los rezos se lleguen a cumplir de una forma que jamás hubieras imaginado.    

En otro momento de mi vida, tras mi conversión al islam, fui testigo de cómo Dios puede escuchar las oraciones. En esa ocasión viajaba con mi familia al completo a Los Ángeles, en los Estados Unidos de América, para acompañar a mi hijo a las Olimpiadas Junior, para representar a Gran Bretaña. Estábamos muy emocionados. Mi hija mayor me preguntó si podíamos ir a la convención anual que la Comunidad Musulmana Ahmadía celebra en los EE.UU mientras estábamos allí. 

La convención anual de la Comunidad Musulmana Ahmadía, también conocida como Yalsa Salana, es un evento extraordinario y de gran importancia para los áhmadis musulmanes. En tal evento, se nos ofrece la oportunidad de aprender más sobre el islam, sobre nuestras enseñanzas, y también se nos ofrece la oportunidad de enlazar lazos de hermandad con los demás miembros de la Comunidad. Es un honor y una bendición el poder asistir a una de estas convenciones.Le expliqué que no sería posible atender a la convención, ya que las Olimpiadas Junior se llevaban a cabo en California, en el otro extremo del país, y además, nuestros vuelos de regreso estaban reservados justo para unos días antes de que comenzara la convención. Mi hija sonrió y dijo: “Rezaré para que podamos ir”. Después de disfrutar de unos cuantos días del verano californiano, época llena de eventos deportivos, llegó la hora de volver a casa.  

Al regresar, tuvimos que hacer escala en la ciudad de Nueva York. Mientras estábamos bajando del avión nos avisaron que el vuelo de conexión a Reino Unido había sido cancelado debido a la tormenta. Nos sugirieron que pasáramos la noche en un hotel cercano mientras se solucionaba el inconveniente. El siguiente día era justo el viernes, día de Yuma (la oración especial de los viernes en el islam) al día siguiente por lo que decidimos ir a la mezquita. Mientras esperábamos que el transporte saliera, de repente escuchamos a alguien llamar a mi marido. Para nuestra sorpresa, era su primo que vive en Nueva Jersey. Instantáneamente nos invitaron a quedarnos unos días hasta que nuestros vuelos estuvieran listos. Una noche, mientras disfrutábamos de la cena, el primo de mi marido mencionó que iban a viajar a la convención anual en pocos días. Los ojos de mi hija se iluminaron y dijo: “¡He rezando mucho para tener la oportunidad de ir a la convención anual!” Con su ayuda y amabilidad, nuestra familia hizo todo lo posible para llevarnos con ellos a la convención anual de los EE.UU y así se hizo realidad los deseos de mi hija, mostrándonos que todo es posible y que Dios siempre está ahí, dispuesto a escuchar nuestras plegarias.

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