María Isabel Losa, editora adjunta de la revista The Review of Religions edición español.
Me crié dentro de una familia no muy religiosa. En la sociedad en la que crecí, la religión era considerada como algo que la gente ya no necesitaba y no tenía relevancia en el presente. Hace solo diez o quince años, la idea de que Dios podía escuchar y responder nuestras oraciones no me parecía más real que los cuentos de hadas. Pero ahora, que mi religión y mi creencia en Dios se han convertido en la base de mi vida, puedo decir honestamente que no tengo ninguna duda que mis oraciones, y las de muchos miembros de nuestra comunidad, son escuchadas y respondidas con frecuencia.
No es fácil explicar cómo un cambio tan radical afecta la vida de uno, pero al mirar hacia atrás se puede percibir cómo ciertos hábitos, ciertas actitudes e ideas son absorbidas del entorno, ya sea de forma consciente o inconsciente. Esto puede convertirse en impedimentos en nuestro camino del progreso espiritual. Pero cuando se entiende que lo que se aceptó sin más, da lugar a dudas, entonces ganamos libertad para explorar y descubrir otras esferas más amplias y profundas.
Para mí fue un proceso gradual. Mi mente se había cerrado a la idea de que un Dios puede escuchar a sus siervos y responder a sus súplicas. Pero una vez que me di cuenta que los cielos y la tierra no podían existir por accidente, y que detrás de todo hay un Diseñador y Creador, la vida comenzó a cambiar no sólo para mí, sino también para mi entorno. Solo lamento no haber hecho antes esta conexión con la Divinidad.
A medida que pasaba el tiempo, me esforzaba cada vez más en descubrir cómo podía llegar a Dios, y cómo buscar la forma más directa de encontrarLe. Fue después de mi conversión al islam y de aceptar al Mesías Prometido (as) – el Profeta esperado por todos en los últimos días – que encontré la guía y los pasos a seguir, basados en el bello y perfecto ejemplo del Santo Profeta Muhammad (sa).
Fue después de haberme unido a la Comunidad Musulmana Ahmadía, fundada por el Mesías Prometido (as), cuando aprendí que era algo común para sus miembros, los llamados musulmanes áhmadis que sus oraciones fuesen respondidas. Nunca antes había estado con gente tan bendecida, quienes veían que la eficacia de sus oraciones era algo muy común en sus vidas. “Dios está vivo”, me solían decir, “Y Él también responderá tus oraciones”.
Y de hecho, esta ha sido mi experiencia. Creo que Él ha respondido a mis oracionesen muchas ocasiones de maneras que nunca imaginé que fuera posible.
En estas dos páginas sólo hay espacio para mencionar dos de estas situaciones, que servirá de un humilde ejemplo para quién leen este breve artículo. El primero de estas situaciones, fue una experiencia tanto sorprendente como alentadora, porque me hizo dar cuenta de que Dios estaba ahí, aunque no lo pudiera ver.
Mi creencia en Él se fortaleció. Me causó una gran impresión. Fue una sensación de absoluta certeza que duró días.
El incidente ocurrió justo después de haber aceptado el islam y me dio una fuerte sensación de que estaba en el camino correcto, acercándome a Dios de una manera que nunca antes había experimentado. Era el año 2013, y la crisis económica estaba afectando bastante a algunas zonas de Europa.
Mucha gente estaba perdiendo sus trabajos, las empresas estaban cerrando y varios negocios estaban pasando por momentos muy difíciles. Algunas personas se vieron obligadas a dejar sus casas para buscar trabajo en lugares lejanos. Nuestra familia fue una de las afectadas y mi padre, el sustento de nuestra familia, perdió su trabajo cuando su empresa se vio obligada a despedir a numerosos empleados.
Afortunadamente, recibió una suma razonable en concepto de indemnización pordespido, pero no se sentía bien al estar ocioso en casa. Todos nos esforzamos por ayudarlo a buscar trabajo, pero pasaron los meses y no hubo ninguna oferta.
En ese momento, yo estaba viviendo en elReino Unido y me acababa de convertir al islam. Sentía firmemente que debía hacer algo para ayudar a mi padre y envié solicitudes para contactar con posibles empresas. Pero pensé que lo mejor que podía hacer era pedir por él a Dios Todopoderoso.
Recuerdo que recé fervientemente por él durante varios días. Sabía que tendría que ser paciente, pues nunca quedan en vano las súplicas de aquellos que tienen una firme fe en Dios y ponen su confianza en Él. Pasaron algunos días o semanas y el milagro ocurrió, llamaron a mi padre para una entrevista. Cuando llegó al lugar, le guiaron a la oficina del gerente, quien tenía sobre su escritorio un montón de solicitudes. Dijo que había elegido una al azar, que era el curriculum vitae de mi padre, y así obtuvo un nuevo trabajo ese mismo día.
Visto desde fuera, algunos pueden incluso sugerir que no hay nada especial o impresionante en esta historia, pero tengo que decir mi familia y yo estábamos convencidos de que esto no había sido una casualidad sino que había intervenido Dios para ayudarnos. Y aunque es difícil transmitir mi convicción, sigo teniendo esta opinión.
La crisis continuó algunos años más y muchos otros fueron menos afortunados que mi padre. Pero con la ayuda de Dios, nuestra familia encontró la paz de nuevo y él nunca más perdió su trabajo.
La otra experiencia que me gustaría compartir sobre cómo hemos he recibido la ayuda de Dios, se refiere al asunto de la compra de un coche. Con los preparativos para el nacimiento de nuestra primera hija, mi marido y yo nos dimos cuenta de que necesitaríamos un vehículo. Pero como muchas parejas jóvenes no éramos ricos. Encontrar algo adecuado, fiable y al mismo tiempo asequible no sería tarea fácil. No podíamos permitirnos hacer una mala compra. Desde el principio de nuestra búsqueda, recé a Dios para que nos ayudara en este proceso.
En este momento, tuve un sueño que me me dejó una fuerte impresión. Los musulmanes en particular creen que es importante prestar atención a los sueños, porque a veces Dios da conocimiento y nos guía de esta manera. En aquel sueño vi que habíamos comprado nuestro primer coche familiar y que lo recibíamos muy pronto. Poco después de esto, durante nuestra búsqueda visitamos un concesionario, donde encontramos un coche que pensamos sería el coche adecuado para nosotros. Se negoció el precio y se hizo un pago inicial. Estábamos muy contentos por haber encontrado nuestro primer coche. Pero unos días después, mi marido recibió una llamada del concesionario, donde nos informaron que no sería posible recibirlo en la fecha en la que nos habían prometido, y tendríamos que esperar otras siete u ocho semanas más. Me sentí desconcertada porque esto no era lo que esperaba de mi sueño. Ahí estaba claro que el coche nos sería entregado muy pronto. Estaba segura de ello. Incluso, le dije a mi marido que el coche que planeábamos comprar no parecía no sería el nuestro, ya que en mi sueño había visto lo recibiríamos muy pronto.
Pasaron algunos días, y luego una noche, mientras cenábamos mi marido recibió un mensaje de un amigo, que también es miembro de nuestra comunidad. Le envió fotos de un coche de marca Mercedes, de algunos años de antigüedad pero en muy buen estado. El mensaje decía: “Si te gusta, es tuyo…”
Nos quedamos asombrados. Inmediatamente le pregunté a mi marido si por casualidad le había mencionado nuestro deseo de adquirir un coche a su amigo, a lo que me respondió que no le había dicho nada. Al día siguiente, nos pusimos en contacto con la persona que nos había enviado el mensaje. Nos dijo que desde hacía tiempo quería comprar un coche nuevo y vender el suyo viejo. Unos días antes, el nombre de mi marido le vino a la mente y luego repetidamente, junto con la idea de darnos el coche de forma gratuita. Nos dijo que solo teníamos que firmar los papeles y era nuestro. Y así, unos días después, con las formalidades completas, tomamos posesión del coche. Por otro lado informamos al concesionario la cancelación de la compra y la devolución del importe abonado. Mi sueño, que muy pronto tendríamos nuestro propio coche familiar, se hizo realidad ¡Apenas podíamos creerlo!
Este coche nos llevó a Escocia, a Suiza y a Alemania. Y en esos viajes, a menudo dábamos gracias a Dios. Creemos que todas las bendiciones provienen de Él, pero la forma en que este coche llegó a nuestra posesión nos hizo aún más conscientes de esto y de lo mucho que debemos estarle agradecidos.
Para concluir, me gustaría mencionar una cita del Mesías Prometido (as) que hace referencia al tema de la oración:
“La oración (súplica) es algo impresionante. ¡Ay! La gente no sabe lo que es realmente.
Algunos piensan que lo que se pide, debe ser dado (es decir, la oración debe ser aceptada tal como se ofrece). Por eso, cuando piden algo y Dios no lo da, se desesperan y empiezan a pensar mal de Él. Mientras que lo que le corresponde al creyente es que aunque no se le dé lo que pide a través de su oración, no debe desesperarse, pues no se le ha dado porque Dios en su Misericordia no encontró esa petición útil para el que la hizo.
Si un niño desea sostener un carbón encendido, la madre correrá y le tomará la mano y tal vez lo abofetee por esto. Cuando reflexiono sobre la filosofía de la oración y me doy cuenta de que Dios Todopoderoso sabe lo que es bueno y lo que es malo para la gente, realmente me da un gran placer. “1
Referencias:
1.Hazrat Mirza Ghulam Ahmad, El Mesías
Prometido (as), ‘La Aceptación de la
Oración’.
en Malfoozat Vol. II, p. 195
Añadir comentario