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La Parábola de la Viña (Mateo 21:33-44) habla de Muhammad (sa)

Por Azhar Goraya y Marwan Gill



Resumen:

En la parábola de la viña, Jesús (as) habla de un dueño que alquila su viña a unos campesinos, y luego envía a sus siervos a cobrar la cosecha. Los campesinos maltrataron y mataron a los siervos, así que el dueño envía a más siervos, que corrieron la misma suerte. Más tarde, el dueño envía a su hijo, al que también mataron. Luego, el dueño mismo viene y destruye a los campesinos. Jesús (as) relaciona esta parábola con la profecía de la piedra que rechazaron los constructores, que se convierte en la piedra angular y destruye a quien cae sobre ella. Más adelante advierte a sus oyentes que el reino de Dios les será quitado y entregado a un pueblo que produzca sus frutos (Mateo 21:33-44).

En esta parábola, Jesús (as) ha hablado principalmente del advenimiento del Profeta Muhammad (sa) y del islam. En la parábola, la viña representa el mensaje de Dios y su religión. Los campesinos representan a los judíos que recibieron la orden de seguir la religión. Los siervos representan a los profetas que les fueron enviados, a los que les faltaron el respeto e incluso mataron en alguna ocasión. El “hijo” representa a Jesús (as), de rango más elevado que los profetas anteriores, a quien los judíos agarraron e intentaron matar. Después de esto, Jesús (as) afirma que aparecerá el “dueño de la viña”, lo que apunta al Profeta Muhammad (sa), que era el más exaltado y jefe de los profetas (33:41).

A continuación, Jesús habla metafóricamente de “la piedra que desecharon los constructores”, otra alusión al Profeta Muhammad (sa). Los judíos rechazaron al Profeta Muhammad (sa) principalmente porque no era israelita sino ismaelita. Los israelitas, como grupo, negaban el legado espiritual legado por Abraham (as) a sus primos, los ismaelitas, y siempre albergaron rencor y desconfianza contra ellos. Pero esta “piedra rechazada” se convirtió en la piedra angular, el más exaltado de todos los profetas y el que trajo la última Ley para la humanidad. Todos los que se opusieron al profeta Muhammad (sa) y al islam, ya sea el imperio sasánida o el romano -las dos grandes superpotencias en aquel momento- fueron diezmados cuando se alzaron en armas contra la creciente comunidad musulmana. Así se cumplieron claramente sus palabras “todos los que caigan sobre esta piedra serán despedazados”.

A continuación, Jesús (as) habló de que los frutos del reino de Dios serían tomados de los judíos y producidos por esta nueva comunidad. Esto era una alusión a los resultados de seguir sinceramente la verdadera religión de Dios: un sentido sublime de monoteísmo, moralidad, justicia y espiritualidad.

Los musulmanes creen y practican un monoteísmo puro. Declaran que Dios es uno, y nunca han aceptado ningún concepto que disminuya esa Unicidad, como la Trinidad o la divinidad de Cristo que son comunes entre los cristianos, o la existencia de “hijos de Dios” u otras cuasi-divinidades de este tipo que se encuentran en los libros de los judíos. Los musulmanes eran famosos por su trato justo y su justicia, a diferencia de los judíos en el tiempo del Profeta Muhammad (sa) que, según el Corán, trataban con traición a los demás (3:76). Los musulmanes pasaban las noches en adoración y gastaban sus riquezas en caridad, algo también casi inexistente entre los judíos y los cristianos. En cuanto a los dones espirituales, el islam ha producido miles de santos que han demostrado milagros y han recibido revelación divina, algo que el los seguidores del judaísmo y el cristianismo no pueden afirmar.

Teniendo en cuenta todos los puntos anteriores, las palabras de Jesús (as) se cumplieron maravillosamente con el advenimiento del Profeta Muhammad (sa) y la religión del islam.

Imágenes por Sadaf Ahmad

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