Profetas

Jesús, el “hijo de Dios” – El contexto histórico según la Biblia


La biblia afirma que Jesús Interpretó el título de “hijo de Dios” como algo completamente metafórico y no lo utilizó para promover la idea de que era divino


Escrito por Azhar Goraya

Resumen ejecutivo

¿Era Jesús divino por su título de “hijo de Dios”?  

Un estudio cuidadoso del Antiguo Testamento y de las palabras de Jesús (as) nos lleva a concluir que Jesús (as) era un monoteísta que nunca afirmó ser Dios (Marcos 12:29). Interpretó el título de “hijo de Dios” como algo completamente metafórico y en ningún caso lo utilizó para promover o validar la idea de que era divino (Juan 10:34-36). Él mismo lo utilizó metafóricamente para describir a sus seguidores (Mateo 5:9).

Jesús era judío, sus seguidores también lo eran. Sus palabras deben entenderse dentro de un contexto judío. “Hijo de x cosa o persona” era una construcción hebrea común que se utilizaba para relacionar vagamente una idea con otra. Por ejemplo, “hijo de la fuerza” se refiere a un soldado valiente (2 Samuel 17:10).

Asimismo, el término “hijo de Dios” se basa en el paradigma anterior, que tiene su origen en el Antiguo Testamento. El término se ha utilizado en referencia a los reyes (Salmos 2:7), a los jueces y a los profetas de Dios (Salmos 82:6), por no hablar de los ángeles (Salmos 89:6) y a todos los que hacen la voluntad de Dios. En relación con Jesús (as), el término “hijo de Dios” debe entenderse en su contexto judío: Jesús (as) era un “hijo de Dios” en el sentido de que era un profeta mortal de Dios.

Además, se trata de un término que Jesús (as) probablemente utilizó muy poco para sí mismo, prefiriendo los términos “hijo del hombre” y muy probablemente el término “siervo de Dios”. Estos dos últimos títulos reflejaban mejor las profecías sobre el Mesías esperado por los judíos en el Antiguo Testamento y su condición de ser un humilde profeta de Dios, mientras que el título de “hijo de Dios” era un título secundario. Por lo tanto, queda la cuestión de cómo se llegó a entender a Jesús como un hijo divino de Dios, en lugar de un simple mortal. La idea de que era un hijo divino de Dios cobró importancia después de su desaparición tras la crucifixión. Esto se debió muy probablemente a la propaganda judía contra él, a los rumores y mentiras sin fundamento sobre su vida y enseñanzas que se concentraban entre una población analfabeta, y a la disposición de los conversos cristianos gentiles comunes a deificar y adorar a seres humanos y otras figuras heroicas. Por lo tanto, cuando los cristianos gentiles conversos aceptaron a Jesús (as), interpretaron su título “hijo de Dios” de forma literal y, por lo tanto, readaptaron sus creencias politeístas anteriores para que encajaran en su nueva religión cristiana y su nuevo profeta.


Introducción

¿Era Jesús divino?

Uno de los títulos que va al corazón de la interrogante es el de “hijo de Dios”. Hay muchos que entienden el término como una referencia a su divinidad. Afirman que Jesús (as) fue declarado hijo de Dios por el propio Dios (Mateo 3:16), los ángeles (Lucas 1:30-35), sus discípulos (Mateo 14:32), los demonios (Mateo 8:29) y los gentiles (Mateo 27:54). Aceptó el título para sí mismo, por lo que fue juzgado y considerado culpable de blasfemia por los judíos. Para algunos, puede aparecer como una clara prueba de una proclamación de divinidad.

Es imperativo que al tratar de encontrar la verdad sobre la naturaleza de Jesús (as), que primero entendamos las palabras de Jesús (as) y el contexto en el que esas palabras fueron dichas, sin los filtros que se colocan sobre ellas a través de intérpretes posteriores.

Un estudio cuidadoso del Antiguo Testamento y de las palabras de Jesús (as) a través de la luz del Corán, el monoteísmo y el sentido común, nos lleva a concluir que Jesús (as) no era divino. Jesús (as) fue monoteísta y nunca afirmó ser Dios. Interpretó el título de “hijo de Dios” como algo completamente metafórico y en ningún caso lo utilizó para promover o validar la idea de que era divino (Juan 10:34-36).

Además, se trata de un término que, con mucha probabilidad, sólo utilizó con moderación para sí mismo, prefiriendo los términos “hijo del hombre” y muy probablemente el de “siervo de Dios”. Estos dos últimos títulos reflejaban mejor las profecías sobre el Mesías esperado en el Antiguo Testamento y su condición de un humilde profeta de Dios, mientras que el título de “hijo de Dios” era un título secundario para el Mesías y Rey davídico.

Hijo de Dios: ¿literal o metafórico?

Desde el principio, es importante darse cuenta de que Jesús (as) no puede ser tomado como el hijo literal, de carne y hueso, de Dios. Un hijo, literalmente, se refiere a la descendencia masculina de un animal. Afirmar que Jesús (as) era literalmente el “hijo de Dios” significa que uno debe llevar ese proceso de pensamiento a su conclusión lógica – significaría que Dios tiene un cuerpo que es capaz de engendrar hijos, y que tuvo relaciones físicas con María, un producto de Su propia creación, bajo el impulso del deseo sexual, lo que resultó en el nacimiento de Jesús (as), una quimera mitad hombre-mitad Dios. Los sentidos se estremecen ante sola la idea de un concepto tan blasfemo.

Aunque la mayoría de los cristianos laicos aceptan el título literalmente para Jesús, pero ante las tremendas ramificaciones de sus consecuencias lógicas, ninguno que se tome un momento para pensar en la cuestión puede aferrarse a esta creencia. Así pues, la pregunta real ante nosotros es: si Jesús no era un hijo literal de Dios, ¿qué significa entonces el término?

Los musulmanes proponen una interpretación que se ajusta al monoteísmo puro que no diviniza a Jesús (as), de acuerdo con el uso histórico judío de la frase “hijo de Dios” y las declaraciones del propio Jesús (as). Los cristianos generalmente insisten en entenderlo de una manera que termina con que Jesús (as) era divino.

Para llegar a cualquier tipo de conclusión, primero hay que embarcarse en un viaje para comprender la terminología subyacente y el contexto en el que se utilizaba el término “hijo de Dios” durante la época de Jesús (as).

Hijo de Dios – ¿Mayúscula o minúscula?

Algunas biblias a veces ponen en mayúsculas el término “hijo de Dios” como “Hijo de Dios” cuando se refiere a Jesús (as). Esto es un claro sesgo, cuando el mismo término no se escribe con mayúsculas para otros individuos en la Biblia. En tal caso, se hace para tratar de mostrar una diferencia entre la filiación de Jesús (as) y la de otros.

Ni el hebreo del Antiguo Testamento ni los manuscritos originales griegos del Nuevo Testamento distinguen entre mayúsculas y minúsculas. Según el autor Jason DeDuhn en su libro “Truth in Translation: Accuracy and Bias in the English Translation of the New Testament” (La verdad en la traducción: Exactitud y parcialidad en la traducción al inglés del Nuevo Testamento):

“En la época en que se escribieron los libros del Nuevo Testamento, la escritura griega no distinguía entre mayúsculas y minúsculas. Los primeros manuscritos bíblicos están escritos íntegramente en lo que, según los estándares posteriores, se denominarían letras mayúsculas. Los manuscritos griegos originales no pueden darnos ninguna orientación sobre las mayúsculas…”[1]

Como tal, todas las mayúsculas se basan en el lenguaje de la lengua traducida y están sujetas a la comprensión del texto por parte de los traductores. El idioma español permite el uso de las mayúsculas por varias razones.

Un caso legítimo para poner en mayúsculas el término “hijo de Dios” sería si el traductor tuviera en mente que el término era una referencia a que él era EL esperado rey davídico, al que se le concedió especialmente el título de “hijo de Dios”. O bien, como una referencia a que era EL profeta y Mesías esperado de su tiempo.

Desgraciadamente, y la mayoría de las veces, la impresión que se desprende de esa capitalización unilateral es que Jesús (as) era el hijo “verdadero” o “divino”, mientras que los demás son hijos “menores”.

El “hijo de Dios” en la Biblia

Sería beneficioso comenzar la discusión sobre el término “hijo de Dios” en el Antiguo Testamento. Esto se debe a que el término no se origina en los Evangelios, sino que su base se encuentra en el Antiguo Testamento. Para entender su uso en el caso de Jesús (as), debemos comprender cómo lo usaban los judíos en hebreo y arameo.

Jesús (as) y sus seguidores hablaban hebreo y arameo, no griego. Esto es importante, ya que el idioma de los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento no está en hebreo y arameo, sino en griego. Por lo tanto, los términos griegos que se encuentran en los Evangelios son, en el mejor de los casos, sólo traducciones de las palabras originales en hebreo y arameo de Jesús (as) y de quienes lo rodeaban. Jesús (as) era judío y, por lo tanto, su lenguaje religioso probablemente seguiría de cerca el lenguaje hebreo del Antiguo Testamento. Al fin y al cabo, predicaba a los judíos.

En el Nuevo Testamento, encontramos que hay pasajes que se refieren a Jesús (as) como el “hijo de Dios”. Además, hay construcciones similares de “hijo de x”, que se refieren a varias otras personas en un amplio contexto.

Para entender lo que significan estos términos, primero debemos comprender cómo se utilizaban los términos “hijo de x” e “hijo de Dios” en el Antiguo Testamento y, en general, entre los judíos de su época, para comprender mejor cómo los entendían y utilizaban Jesús (as) y sus contemporáneos.

Contexto judío del título “hijo” e “hijo de x”

La palabra “hijo” se utiliza en una gran variedad de contextos en el Antiguo Testamento. Asimismo, la construcción “hijo de x” aparece en muchos contextos metafóricos, en los que el “hijo” metafórico participa de alguna característica o esta de alguna manera afiliado al “padre” figurativo.

La palabra para “hijo” es בֵּן (bēn) en hebreo. Otro término es יֶלֶד (yě∙lěḏ), que significa niño, yזֶרַע (zera) que significa vástago. Todos han sido utilizados en el sentido de “filiación” en el Antiguo Testamento, tanto literal como metafóricamente.

Se utiliza

  • literalmente para referirse a los descendientes físicos. Por ejemplo, Caín nombra a su hijo biológico Enoc (Génesis 4:17).
  • Como un término más amplio de asociación. El plural “hijos” se refiere a veces a los jóvenes u hombres jóvenes (Proverbios 7:7) y a los niños (Génesis 3:16).
  • Como forma de dirigirse íntimamente a los compañeros más jóvenes, a los estudiantes o a los oyentes con los que el que habla tiene una relación de padre (Proverbios 2:1).
  • Para expresar que el que habla considera al destinatario como subordinado (1 Samuel 26:17), o que el orador se llama a sí mismo subordinado (2 Reyes 16:7).
  • Para referirse a alguien de una determinada clase o grupo de individuos. Por ejemplo, “hijo de Adán” se refiere a alguien que forma parte de la raza humana (Ezequiel 2:1). También se refiere a alguien que pertenece a un determinado grupo social, nacional o étnico. Por ejemplo, “hijos de Israel” se refiere al pueblo israelita (Génesis 32:32).
  • Para algo que es de una época o edad determinada. Por ejemplo, “Hijo de una noche” se refiere a algo que tiene una noche (Jonás 4:10)
  • Para algo caracterizado por un determinado atributo, estado o condición.

Este último uso es el más relevante para nuestra discusión sobre el significado de “hijo de Dios”.

Dentro de este contexto, sería ilustrador comparar el término “hijo de Dios” con los siguientes ejemplos:

  • בֵּן חַיִל (bēn ḥǎ∙yil), significa literalmente “hijo de la fuerza”. Se refiere a un soldado élite valiente que lucha (2 Samuel 17:10).
  • בֵּן בְּלִיַּעַל (bēn beliy∙yǎ∙ʿǎl), significa literalmente “hijo de la maldad” o “Hijo de Satán” y se refiere a un individuo malvado o rebelde (Deuteronomio 13:14).
  • עֳנִי בֵּן (ben oni), significa literalmente “Hijo de la pobreza”, y se refiere a un individuo oprimido (Proverbios 31:5)
  • מוּת  בֵּן (ben maut), significa literalmente “hijo de la muerte”, y se refiere a alguien condenado a muerte (Salmos 79:11)
  • אָדָם בֵּן (ben adam) significa “hijo del hombre” y se refiere a una persona de clase social baja (Salmos 49:2).

En todos estos casos, la construcción implica que el “hijo” se caracteriza o está de alguna manera afiliado al padre metafórico. En el lenguaje judío, cuando se aplica a un individuo, el título “hijo de Dios” significaría una persona que de alguna manera se caracteriza o está afiliada a Dios.

Contexto judío del título “hijo de Dios”

Ahora que tenemos una comprensión de la construcción gramatical general del término “hijo de Dios”, es un momento oportuno para examinar sus usos específicos en el lenguaje judío y el contexto en el que se ha utilizado. No basta con saber que gramaticalmente se refiere a alguien afiliado a Dios de alguna manera indefinida.

La construcción se ha utilizado en referencia a reyes, jueces y profetas de Dios.

Por ejemplo, se afirma que Dios dijo al rey David en Salmos 2:7:

“Mi Hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy.” (Salmos 2:7).

Y generalmente acerca de los jueces, profetas y reyes se dice en Salmos 82:6:

“Yo dije: «Ustedes son dioses, Y todos son hijos del Altísimo.” (Salmos 82:6).

También se utilizaba para referirse a un pueblo que debía hacer la voluntad de Dios en la tierra, como la tribu de Israel o Efraín, así como a individuos justos. La Biblia afirma que Dios dijo sobre Israel en Éxodo 4:22:

“Israel es Mi hijo, Mi primogénito.” (Éxodo 4:22)

Dios dice sobre la tribu de Efraín en Jeremías 31:20:

“¿No es Efraín Mi hijo amado?” (Jeremías 31:20).

En algunos textos posteriores, el término se utiliza para designar a un individuo justo. En La Sabiduría de Salomón 2:18 se dice:

“Porque si el piadoso es el hijo de Dios, él lo ayudará” (Sabiduría de Salomón 2:18).

Así pues, según el uso del Antiguo Testamento, la construcción idiomática “hijo de Dios” se refiere a la afiliación de un ser humano con Dios en el sentido de que se le concede autoridad temporal por mandato divino, o de que es piadoso y cumple la Ley de Dios, caracterizándose así por la piedad.

Este último punto también fue aceptado y explicado por los antiguos comentaristas judíos. Según el Theological dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testamento):

“Los rabinos ponen un énfasis impresionante en el hecho de que la filiación divina de Israel se basa en la Ley que se le ha confiado y se verá en un caminar según los mandamientos de la Ley. El rabino Aqiba deduce de Dt. 14:1 la afirmación: “Amados son los israelitas; porque son llamados hijos de Dios. Se les declaró como un amor especial que son llamados hijos de Dios”, Abot Pirque, 3, 14. Según el rabino Jehuda b. Shalom (c. 370) Dios dijo a los israelitas: “¿Tenéis el deseo de ser señalados, de que sois mis hijos? Ocupaos de la Torá y de la observancia de los mandamientos, para que todos vean que sois mis hijos”, Deuteronomium rabba (Debarim rabba), Midrash homilético sobre el Deuteronomio (Strack, Einl., 206), 7 sobre 29:1: El mismo pensamiento subyace en la afirmación: “Cuando los israelitas hacen la voluntad de Dios se les llama hijos; cuando no hacen la voluntad de Dios no se les llama hijos”.[2]

El término también se utiliza para referirse a entidades espirituales, como los ángeles o los ángeles caídos. La Biblia dice en Salmos 89:6:

” Porque, ¿quién en el firmamento se puede comparar al Señor? ¿Quién entre los hijos de los poderosos (lit. בִּבְנֵי אֵלִים bi bani elem, los hijos de Dios) es como el Señor?” (Salmos 89:6)

Los ángeles son hijos de Dios en el sentido de que cumplen sus mandamientos. No es en el sentido de que compartan la misma naturaleza que Dios, ya que Dios es infinitamente superior no sólo a los seres humanos, sino también a todas las entidades espirituales, aunque se puede decir que son de una calidad espiritual más fina que la humanidad.

En todos los casos, el término mantiene un sentido de subordinación al agrado de Dios, e implica una jerarquía en la que Dios, el “padre”, mantiene un sentido de autoridad sobre sus siervos o “hijos”.

En cualquier caso, los judíos eran y son decididamente monoteístas, y nunca interpretaron el término “hijo de Dios” de ninguna manera politeísta que fuera en contra de la idea de un Dios único e indivisible. Fueron lo suficientemente conscientes como para no utilizar nunca la construcción “hijo de Dios” con el nombre personal de Dios (YHWH), uniéndolo en cambio al término “Elohim”. Según el Theological dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testamento):

“El Antiguo Testamento utiliza a menudo בֵּן (ben) y בַּר (bar) para los seres que pertenecen al mundo o esfera divina, pero se combinan con otras palabras para referirse a Dios, nunca con el nombre יהוה (YHWH), sino con אֱלֹהִים (Elohim).”[3]

“Hijo de x” utilizado por Jesús (as)

Es, pues, en este contexto histórico judío donde el término “hijo de Dios” fue utilizado y muy probablemente entendido por Jesús (as) y sus seguidores. En el Nuevo Testamento hay muchas pruebas de ello.

No sólo el término “hijo de Dios” era conocido por Jesús (as), también lo era la construcción general de “hijo de x”, que empleó en algunas ocasiones, siempre en su uso común y generalmente aceptado. 

En el Nuevo Testamento, el término hebreo בֵּן (bēn – hijo) suele encontrarse traducido como la palabra griega υἱός (huios).

Algunos de los casos en los que utilizó la construcción son:

  • Concedió a dos de sus seguidores (ambos hermanos) el título de “hijos del trueno” (Marcos 3:17), una referencia a su celo en el seguimiento de la fe.
  • Declaró a un seguidor sin parentesco como “hijo de María” (Juan 19:26-27), demostrando cómo sus seguidores eran como su familia espiritual, algo que también confirmó en otro lugar cuando dijo: “Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo es mi hermano, mi hermana y mi madre”. (Mateo 12:50).
  • Se refirió a los judíos como “hijos del Diablo” (Juan 8:44) y negó su “filiación” del profeta Abraham (as) en el sentido espiritual, aunque fueran sus descendientes físicos, cuando afirmó “Si fuerais hijos de Abraham (as), haríais lo mismo que Abraham (as)” (Juan 8:39).
  • Se refirió a la sabiduría como “justificada por sus hijos” (Mateo 11:19, Lucas 7:35)

Jesús (as) también era consciente de que la construcción implicaba a veces un sentido de que el hijo estaba subordinado al padre. Rechazó esta inferencia en cuanto al título “hijo de David”, y declaró que no estaba subordinado a David, sino que era un profeta independiente en su misión (Marcos 12:37).

Sin embargo, no existe ninguna declaración de este tipo para el término “hijo de Dios”, lo que indica que nunca significó para él nada más que su uso judío ortodoxo. Jesús (as) era un “hijo de Dios” tal y como los judíos entendían el término: un individuo piadoso, subordinado a Dios, que había recibido un mandato divino – en su caso, ser el Mesías. “Hijo de Dios” era en su caso sinónimo de los términos hebreos profeta (navi) o mesías (mashiakh). Ambos denotaban a seres humanos, de ninguna manera divinos, que desempeñaban funciones proféticas.

“Hijo de Dios” utilizado por Jesús (as)

Jesús (as) también conocía la construcción específica “hijo de Dios” y la empleó exclusivamente en su significado ortodoxo en varias ocasiones.

Jesús (as) utilizó el término “hijos de Dios” para los pacificadores. Según Mateo 5:9 dijo:

“Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9)

También utilizó la frase según Mateo 5:44-45 para los que aman y rezan por sus enemigos:

“Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos; porque Él hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.” (Mateo 5:44-45).

Vemos que estaba explicando que la filiación de Dios era algo que podía alcanzarse mediante buenas acciones. El término denotaba llegar a ser santo, purificado y piadoso. Su propia filiación no era de naturaleza diferente. Jesús (as) también se convirtió en “hijo de Dios” – no desde su nacimiento, sino que, según los cuatro Evangelios, históricamente fue en el momento de su bautismo, o cerca de él, cuando fue declarado por primera vez hijo de Dios.

Jesús (as) explica el término “hijo de Dios”

Parece entonces que el contexto histórico proporcionado por el Antiguo Testamento y los escritos judíos posteriores proporcionan una interpretación decididamente no divina al término “hijo de Dios”. La siguiente pregunta es: “¿explicó alguna vez Jesús (as) el uso del término por sí mismo?”. Este es un punto especialmente importante, ya que la declaración del propio Jesús (as) sería seguramente más importante y autorizada que la interpretación de un contemporáneo o de alguien que apareció más tarde.

En este caso, tenemos la suerte de contar con tal testimonio.

Sólo hay un lugar en los cuatro Evangelios donde Jesús (as) explica el uso del término “hijo de Dios” en relación con su persona. Esta explicación se encuentra en el Evangelio de Juan, que casualmente es también el único Evangelio en el que se afirma que Jesús (as) utilizó explícitamente el término para sí mismo.

En el Evangelio de Juan, se afirma que Jesús (as) proclamó que era uno con el padre, tras lo cual los judíos intentaron apedrearlo, afirmando que había blasfemado al llamarse a sí mismo Dios. Jesús (as) respondió:

“Jesús les respondió: «¿No está escrito en su ley: “Yo dije: son dioses”? Si a aquellos, a quienes vino la palabra de Dios, los llamó dioses, (y la Escritura no se puede violar), ¿a quién el Padre santificó y envió al mundo, ustedes dicen: “Blasfemas”, porque dije: “Yo soy el Hijo de Dios”?” (Juan 10:34-36)

Es interesante que aquí Jesús (as) responda a la pregunta de cómo es uno con Dios y al mismo tiempo ofrezca una explicación de cómo era, o al menos decía ser, un “hijo de Dios”. Una posible explicación de esto es que la interpretación de ser uno con Dios era lo mismo que ser el hijo de Dios. O bien, que al responder a su objeción principal, también aclaró otra objeción que tenían, que era acerca del título de “hijo de Dios”.

En cualquier caso, en respuesta a su acusación de blasfemia, afirmó que sus propias escrituras judías se referían a ciertos seres humanos como dioses. La referencia parece ser al Libro de los Salmos 82:6-7, donde se dice

“Yo dije: «Ustedes son dioses, Y todos son hijos del Altísimo.” (Salmos 82:6-7)

Los judíos nunca interpretaban esos textos literalmente, sino que siempre los entendían como metafóricos; “hijo de Dios” era un término aplicado a los seres humanos que habían recibido un mandato divino. Por lo tanto, el argumento de Jesús (as) era que, si él había utilizado con mucha moderación el término “hijo de Dios” para sí mismo, ¿qué problema tenían ellos con un término tan metafórico que era bien conocido por ellos y que se interpretaba de forma totalmente monoteísta? Además, ser “hijo de Dios” no era una afirmación tan problemática (teológica y polémicamente) como ser Dios mismo. Sin embargo, ellos mismos interpretaban la afirmación mayor que aparecía en sus escrituras de forma puramente monoteísta, pero sin escrúpulos no hacían lo mismo en su caso, y eso además con una afirmación comparativamente inferior.

Continuó confirmando que el uso del término era de adopción; de significado metafórico, puramente monoteísta y sin afirmar en absoluto la divinidad:

“Si no hago las obras de Mi Padre, no me crean; pero si las hago, aunque a Mí no me crean, crean a las obras; para que sepan y entiendan que el Padre está en Mí y Yo en el Padre».” (Juan 10:37-38)

No les dijo: “creedme por mi naturaleza. Soy literalmente Dios, inclínense ante mí y observen mi gran poder divino”. Más bien, les indicó que vieran sus obras – afirmó que estaba haciendo el trabajo de Dios, es decir, cumpliendo Sus mandamientos.

Afirmó ser un individuo piadoso que cumplía los mandatos de Dios en la tierra. Por lo tanto, era un “hijo de Dios” en términos de que sus acciones lo hacían un hijo de Dios. Sus obras demostraban que era un hijo de Dios de la misma manera que las obras de los individuos piadosos anteriores demostraban que eran “hijos de Dios”. Esto estaba totalmente en consonancia con el pensamiento judío, que concebía personas cuya piedad les otorgaba la distinción de ser calificados como “hijos de Dios”. Según The Jewish Encyclopedia (La enciclopedia judía):

“…el título pertenece también a todo aquel cuya piedad le ha colocado en una relación filial con Dios (véase Sabiduría ii. 13, 16, 18; v. 5, donde “los hijos de Dios” son idénticos a “los santos”; comp. Eclesiástico. [Sirach] iv. 10). Es a través de tales relaciones personales que el individuo se hace consciente de la paternidad de Dios…”[4]

Hazrat Mirza Ghulam Ahmad (as) (1835-1908) fue el reformador divinamente designado de la época. Nació en Qadian, India, y fue enviado por Dios para aclarar las enseñanzas del islam y demostrar su veracidad. Afirmó ser la esperada segunda venida de Jesús (as), el Mesías Prometido para el mundo. Dedicó cientos de páginas a explorar y explicar la realidad de Jesús (as). Durante uno de sus debates con un clérigo cristiano, que se publicó posteriormente con el título de Yang-e-Muqaddas (la guerra divina), declaró:

“Según mi entendimiento, otros profetas eran superiores a Jesús (as) en cuanto a estos epítetos y títulos. Esto se debe a que el propio Jesús (as) ha decidido este asunto y ha declarado que “¿por qué os apena que use el término ‘hijo de Dios’?” Esto no fue un gran problema. En los Salmos se afirma que “todos vosotros sois dioses”. Las palabras de Jesús (as) que se mencionan en Juan 10:35 son:

‘He dicho que sois “dioses”‘? Si los llamó ‘dioses’, a quienes la palabra de Dios llegó -y la Escritura no puede ser dejada de lado-, ¿qué hay de aquel a quien el Padre apartó como propio y envió al mundo? ¿Por qué, pues, me acusáis de blasfemia por haber dicho: “Yo soy el hijo de Dios”?

Ahora bien, los que son justos deberían estudiar estos versos con el temor de Al’lah el Altísimo en sus corazones. ¿No era imperativo para Jesús (as) en ese momento, cuando su filiación estaba siendo cuestionada, que declarara, si realmente era el hijo de Dios, que el hecho es que yo soy el Hijo de Dios Todopoderoso, y todos ustedes son seres humanos? Más bien, les desafió con su respuesta de tal manera que puso fin a la discusión, que ustedes mismos comparten de forma explícita mi forma de hablar. Me han llamado ‘hijo’ mientras que a ustedes son llamados ‘Dios'”.[5]

“Hijo de Dios” vs. “hijo del hombre” y “el hijo”

Hay que señalar de nuevo que Jesús (as) casi nunca utilizó el término “hijo de Dios” para sí mismo.

Hay una aceptación tácita del término en muchos lugares en los que la gente (incluso los demonios) se refieren a él como “hijo de Dios”, pero su uso explícito del término es muy difícil de encontrar. En ninguno de los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) utiliza directamente el término “hijo de Dios” para sí mismo. En el Evangelio de Juan, el término ha sido utilizado por él en sólo tres ocasiones:

“Cuando Jesús lo oyó, dijo: «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella».”  (Juan 11:4)

“¿A quién el Padre santificó y envió al mundo, ustedes dicen: “Blasfemas”, porque dije: “Yo soy el Hijo de Dios”?” (Juan 10:36)

“En verdad les digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán.” (Juan 5:25)

Es muy inusual que tres de los cuatro escritores de los Evangelios hayan omitido cualquier referencia a Jesús (as) usando este importante término para sí mismo, y que su uso explícito sólo se encuentre en el Evangelio de Juan, que fue escrito en último lugar. Además, es muy revelador que el autor de Juan también incluyó una explicación puramente monoteísta del término a través de las palabras de Jesús (as).

En cualquier caso, en vez del término “hijo de Dios”, Jesús (as) se refiere a sí mismo casi exclusivamente con dos otros términos: “hijo del hombre” y el absoluto “el hijo”. ¿A qué se debe esto y a qué se refieren estos otros términos? Una vez más, el uso de las mayúsculas con estos términos está sujeto a la interpretación del traductor. Se podrían escribirse en minúscula siempre que sea gramaticalmente posible.

¿Fue Jesús el “hijo del Hombre” apocalíptico mencionado en Daniel 7:13?

Algunos entienden el término “hijo del hombre” como una referencia a una figura divina apocalíptica de los últimos días en el libro de Daniel. Sin embargo, incluso allí la figura no ha sido referida como “hijo del hombre”, sino sólo “como un hijo del hombre”. Se ha establecido una comparación entre la figura y otros seres humanos, ya que el profeta Daniel declaró según Daniel 7:13:

“Seguí mirando en las visiones nocturnas, y en las nubes del cielo, venía uno como un hijo de hombre (lit. ka bar enas כְּבַר אֱנָשׁ), que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante Él.” (Daniel 7:13)

Esta fue una visión que el profeta vio, y por lo tanto está sujeta a interpretación. Jesús (as) no era “como” un hijo de hombre, sino que siempre afirmó ser “un” hijo de hombre”. Ese “como” tan importante no se encuentra en su uso del término.

Volviendo al término “hijo del hombre”, encontramos que se ha utilizado casi exclusivamente en el Antiguo Testamento, no para referirse a una figura divina, sino para referirse al hombre en contraste con Dios – un antónimo. En hebreo, el término es ben adam. Según Eerdmans dictionary of the Bible (Diccionario Eerdmans de la Biblia):

“Hijo del Hombre: Título derivado de un modismo hebreo (ben āḏām) y arameo (bar ĕnāš) que designa a una colectividad (la humanidad) o a un individuo dentro de la colectividad (el ser humano)… En el AT la frase aparece a menudo como designación de la “humanidad” o de un “ser humano” en contraste con las prerrogativas divinas (Sal. 8:4 [MT 5]; cf. también Num. 23:19). La frase se utiliza 93 veces en Ezequiel como designación del profeta, quizás también aquí enfatizando la naturaleza mortal del profeta en contraste con la majestuosidad de Dios que le habla (por ejemplo, Ezequiel 2:1)”.[6]

Por lo tanto, es casi seguro que Jesús (as) utilizaba el término para declarar su humanidad y, muy probablemente, como refutación a quienes pensaban o le acusaban de pretender ser divino. Era un término que aclaraba que era un profeta (muy humano) y además resaltaba su humildad. En muchos lugares del Antiguo Testamento, el término “hijo del hombre” ha sido utilizado por los profetas para destacar su fragilidad como humanos y su dependencia de la gracia de Dios. Por ejemplo, se dice en Salmos 8:4:

“Digo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre (lit. ben adam בֶן-אָדָם) para que lo cuides?” (Salmos 8:4)

Jesús (as) también lo utilizó en este sentido según Mateo 8:20:

“Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” (Mateo 8:20).

El uso absoluto de “el hijo” también puede entenderse en este sentido. Teniendo en cuenta su uso común del término “hijo del hombre”, lo más probable es que Jesús (as) usó el término “el hijo” en el sentido de “hijo del hombre” y no al término “hijo de Dios”. Incluso si se refiriera a “Dios” en lugar de “hombre”, el hecho de que lo omitiera conscientemente en favor del más ambiguo “el hijo” muestra que, en cualquier caso, no utilizaba comúnmente la frase para sí mismo.

Así pues, el término “hijo de Dios” fue utilizado muy escasamente por Jesús (as), y sólo lo aprobó tácitamente en un sentido monoteísta cuando fue utilizado por otros. Él mismo daba casi siempre preferencia a los títulos “hijo del hombre” y “el hijo”, que no estaban sujetos a los mismos malentendidos que podían surgir del uso del término “hijo de Dios”.

Jesús (as) como el “siervo de Dios” en el Antiguo Testamento

A pesar del uso del término “hijo de Dios” en el Nuevo Testamento, es significativo que no se encuentre ninguna instancia clara del término en el Antiguo Testamento o en escritos judaicos posteriores en referencia al Mesías. Según el Theological dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testamento):

Hasta ahora no hay ningún caso claro que apoye la opinión de que en los tiempos precristianos el judaísmo utilizara el título “hijo de Dios” para el Mesías. El Mesías es “mi hijo” en el Enoc etíope 105:2, pero este verso fue añadido posteriormente, ya que no se encuentra en el Enoc griego y, por lo tanto, debe ser ignorado. El latín de 4 Esr. 7:28; 13:32, 37, 52; 14:9 utiliza filius meus para el Mesías, pero el original griego es indudablemente παῖς (pais – siervo) correspondiente al hebreo עַבְדִּי (abdi – mi siervo) Así, todas las referencias apócrifas que podrían parecer atestiguar el título mesiánico “Hijo de Dios” caen al suelo.”[7]

A pesar de esta admisión por los expertos, hay algunos lugares en el Antiguo Testamento que algunos cristianos identifican como profecías que se refieren a la venida del Mesías como “hijo de Dios”. Sin embargo, todas ellas son discutidas, ya que su contexto inmediato sugiere que se refieren a otros individuos. Dos de los textos más populares son 2 Samuel 7:12-14:

“Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su reino. Él edificará casa a Mi nombre, y Yo estableceré el trono de su reino para siempre. Yo seré padre para él y él será hijo para Mí. Cuando cometa iniquidad, lo castigaré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombres.” (2 Samuel 7:12-14)

Y Salmos 2:6-7:

“Pero Yo mismo he consagrado a Mi Rey sobre Sión, Mi santo monte. Ciertamente anunciaré el decreto del Señor que me dijo: “Mi Hijo eres Tú, yo te he engendrado hoy.” (Salmos 2:6-7)

En general, las profecías del Antiguo Testamento se refieren al Mesías esperado como “siervo” y no como “hijo”. El autor de Mateo también afirmó en Mateo 12:17-18 que una de esas profecías de Isaías 42:1 se cumplió en la persona de Jesús (as):

“Para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo: Este es Mi Siervo, a quien he escogido; Mi Amado en quien se agrada Mi Alma; Sobre Él pondré Mi Espíritu, y a las naciones proclamará justicia. (Mateo 12:17-18)

Es revelador que los autores de los Evangelios no hayan citado ninguna profecía del Antiguo Testamento para apoyar la idea de que el Mesías sería llamado “hijo de Dios”.

Además, encontramos que el término “siervo” (pais παῖς) también se aplicó a Jesús (as) en el Libro de los Hechos (Hechos 3:13,26, 4:27, 30), lo que significa que algunos de los primeros seguidores de Jesús (as) se referían comúnmente a él como “siervo de Dios”.

La palabra para “siervo” en el Antiguo Testamento es עֶבֶד ebed, que significa esclavo, siervo o adorador. Según el Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testamento):

“El término sirve como expresión de humildad utilizada por los piadosos ante Dios. En este sentido, se hace hincapié en la humildad de uno mismo, en la demanda implícita de ayuda a Dios y en el compromiso agradecido de uno mismo cuando se recibe la ayuda. Estos elementos también están presentes en otras naciones, pero lo distintivo en el AT es la exclusividad y la totalidad que implica ser siervo de Dios, la decisión bondadosa de Dios que lo hace posible y el carácter histórico de la relación”.[8]

Cuando se utiliza en relación con Dios, se refiere generalmente a los individuos justos elegidos por Dios para cumplir el deber de la profecía. El término implica su subordinación a Dios. Ebed se ha utilizado para describir a profetas como Abraham (as) (Génesis 26:24), Moisés (as) (Deuteronomio 34:5), Jacob (as) (Isaías 44:1), Isaías (as) (20:3), Job (as) (1:8) y David (as) (2 Samuel 7:5).

Así, el Antiguo Testamento se refiere al Mesías esperado como el siervo de Dios. Hay varios ejemplos de ello, como en Isaías 42:1:

“Este es Mi Siervo, a quien Yo sostengo, Mi escogido, en quien Mi alma se complace. He puesto Mi Espíritu sobre Él; Él traerá justicia a las naciones.” (Isaías 42:1)

O en Isaías 52:13:

“Oigan esto: Mi Siervo prosperará, será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado.” (Isaías 52:13)

O en Zacarías 3:8:

“Escucha ahora, Josué, sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan ante ti, que son hombres de presagio, pues Yo voy a traer a Mi siervo, el Renuevo.” (Zacarías 3:8)

Estos pasajes demuestran que el Mesías fue predicho como un humilde siervo de Dios. No iba a ser de ninguna manera divino, ni diferente en esencia de otros siervos de Dios a los que se les había concedido el manto de profeta.

¿Fue Jesús (as) llamado hijo de Dios” o “siervo de Dios”?

Teniendo en cuenta todos estos puntos, la pregunta que queda por responder es: “¿se llamaba Jesús (as) hijo de Dios o siervo de Dios?”

El primer detalle a tener en cuenta es que en ninguna parte de tres de los cuatro Evangelios se registra que Jesús (as) haya usado explícitamente el término “hijo de Dios” para sí mismo, y su uso muy escaso se encuentra sólo en el Evangelio de Juan. La mayoría de las veces se refería a sí mismo como “hijo del hombre” o “el hijo”.

Los escritores del Evangelio no citaron ningún pasaje del Antiguo Testamento que apoyara la idea de que el Mesías sería llamado “hijo de Dios”, ni hay ningún texto explícito que se refiera al Mesías como tal.

Esto disminuye la validez e importancia del título “hijo de Dios” en comparación con “siervo de Dios”.

Por lo tanto, es posible, si no probable, que Jesús (as) y sus seguidores utilizaran el término “siervo de Dios” y otros términos primarios y teológicamente significativos que se encuentran en el Antiguo Testamento, como “hijo de David”, al referirse a Jesús (as), y no “hijo de Dios”, que era poco común y a lo máximo, de importancia secundaria.

Cuando los relatos sobre Jesús (as) fueron finalmente escritos por los autores griegos de los Evangelios, adoptaron un término relativo a Jesús (as) que estaba sujeto a interpretación: huios tou theos. Es cierto que este término podía traducirse literalmente como “hijo de Dios”, pero también podía entenderse en sentido figurado como “siervo de Dios”. Según Strongs Definitions (Definiciones Strongs):

υἱός huiós, hwee-os’; aparentemente una palabra primaria; un “hijo” (a veces de animales), usado muy ampliamente de parentesco inmediato, remoto o figurado:-niño, potro, hijo”. (Strongs Definitions)

Desgraciadamente, no existen textos que conserven las palabras originales de Jesús (as) en sus lenguas maternas para comparar con los textos griegos. Sin embargo, las pruebas circunstanciales nos llevan a pensar que lo más probable es que Jesús (as) no se refiriera a sí mismo como hijo de Dios, como tampoco lo hacían sus contemporáneos. No era un término común entre los judíos, ni el Mesías esperado debía ser referido principalmente como “hijo de Dios”.

Por lo tanto, podemos concluir que el término “hijo de Dios”, si se utilizaba, lo más probable es que lo hiciera con poca frecuencia, y eso también dentro de un contexto judío legítimo y monoteísta, como indica claramente la explicación de Jesús (as) en Juan. Lo más probable es que Jesús (as) se refiriera a sí mismo con bastante humildad como “siervo de Dios” e “hijo del hombre”, y que sus seguidores judíos se refirieran a él en términos distintos a “hijo de Dios”. Es probable que prefirieran otros términos que se utilizaban habitualmente para el Mesías esperado, como el título de “hijo de David”, que se encontraba en las lenguas de muchos de sus creyentes (Mateo 9:27).

¿Por qué, entonces, los autores de los Evangelios utilizaron el término “hijo de Dios” con tanta liberalidad para Jesús (as), si no era utilizado como tal por sus contemporáneos? A lo mejor, se deba a las leyendas que surgieron sobre él, guiadas por la propaganda, la superstición y la ignorancia común de la época, en el período intermedio entre su desaparición y el momento en que se escribieron finalmente los Evangelios.

Un punto para reflexionar – Otros títulos de Jesús (as) y una norma objetiva para separar lo metafórico de lo que es literal

En cuanto al tema de la verdadera interpretación del término “hijo de Dios”, es útil ver el término dentro del contexto más amplio de otros títulos que se atribuyen a Jesús (as).

El punto que hay que tener en cuenta es lo siguiente: sin una norma común por la que podamos juzgar lo que es literal de lo que es una metáfora, y el significado correcto de esa metáfora, cada persona es libre de construir su propia interpretación de los Evangelios. La esperanza de comprender al Jesús (as) histórico y su verdadero mensaje se desparecería.

Para destacar el problema y a veces el doble estándar que existe en este caso, se puede ver como los que normalmente persiguen con firmeza una interpretación decididamente no monoteísta del término “hijo de Dios”, aceptan con bastante facilidad y alegría ciertas interpretaciones monoteístas para muchos de los otros títulos de Jesús (as).

Por ejemplo, Jesús (as) ha sido llamado el “Cordero de Dios” en el Evangelio de Juan (Juan 1:29, 36). Sea cual sea la interpretación, una cosa es cierta: ninguna persona afirmaría que Jesús (as) era un cordero literal. La interpretación es inevitablemente metafórica. 

Era el “Rey de los Judíos” (Mateo 2:12), o al menos se decía que lo era (Mateo 27:37). Una vez más, un rey y un reino literales evocan una imagen muy diferente a la del ministerio de Jesús (as). La interpretación de este título, una vez más, es decididamente metafórica.

Era el “hijo de José” (Lucas 4:22). Este es un caso interesante. ¿Era el hijo literal de José o el hijo de Dios? Si era el hijo biológico y literal de José, hay que negar el nacimiento virginal. Debido a estas dificultades, muchos declaran que este título no era literal.

Y la lista continúa. Afirmó ser la “Luz del Mundo” (Juan 8:12), “El Pan de Vida” (Juan 6:35), “El Pan Vivo” (Juan 6:51) “La Resurrección y la Vida” (Juan 11:25). Muy pocas personas entenderían todos sus títulos en formas literales.

Los títulos literales de Jesús (as)

Hasta ahora hemos visto algunos títulos metafóricos de Jesús (as). Sin embargo, encontramos que hay ciertos títulos que algunas personas afirman que son literales, a pesar de las dificultades con esta postura.

Muchos afirman que Jesús (as) era el esperado rey mesiánico de la línea davídica y que era un “hijo de David” literal, aunque les resulta difícil demostrarlo.

El linaje de Jesús (as) se registra de dos maneras diferentes en los Evangelios, una en el Evangelio de Mateo (1:1-17) y la otra en Lucas (3:23-38). Ambos Evangelios trazan su linaje a través de José, esposo de María, lo que resulta problemático, ya que los cristianos afirman que Jesús (as) no era su hijo biológico.

Para evitar este problema, los comentaristas normalmente afirman que Mateo traza su linaje a través de José, mientras que Lucas lo hace a través de María, la madre de Jesús (as). Con esta explicación, los comentaristas admiten entonces que la genealogía presentada en Mateo de José es inválida e innecesaria -Jesús (as) no tenía parte en ella, ya que no compartía ninguna sangre con José.

Pasando al segundo linaje en Lucas, encontramos que se afirma que Jesús (as) es “de José, hijo de Heli”. Los comentaristas afirman que el pasaje no es literal. Más bien, afirman que Heli se refiere al suegro de José; es decir, al padre de María. Esto también es inverosímil. No hay ningún registro genealógico, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, que se refiera a un hombre como hijo de su suegro. No hay ningún versículo en el Nuevo Testamento que diga que María es hija de Heli.

En cualquier caso, incluso si se acepta que Lucas presenta el linaje de María y no el de José, los problemas persisten. La conexión materna no es suficiente para la sucesión al trono de David, que se transmite sólo a través de una línea masculina continua. Bíblicamente, el derecho de privilegio lineal, es decir, la realeza y el sacerdocio, se transmiten exclusivamente por línea masculina. No hay ningún ejemplo de que se haya transmitido por la línea materna.

Así que, por cualquiera de los dos linajes, Jesús (as) está descalificado para ser un descendiente de David que pudiera sentarse en el trono davídico. Sin embargo, hay aquellos que se mantienen firmes y, mediante una disputa teológica, intentan demostrar que Jesús (as) era literalmente un descendiente de David. Porque, en este caso, una interpretación metafórica simplemente no serviría.

En una línea similar, Jesús (as) también es llamado hijo de María (Marcos 6:3). ¿Es este pasaje literal o metafórico? ¿Con qué criterio objetivo podríamos determinar la respuesta?

La dificultad con las metáforas es que no hay ninguna palabra calificativa que nos diga que estamos leyendo algo que no es literal. Hay que entenderlo por el contexto y el sentido común. Además, especialmente en el caso de la teología, una vez que determinamos que un tal término es metafórico, hay que interpretarlo luego de la manera correcta. Esa interpretación debe basarse en el sentido común y en los fundamentos básicos aceptados.

Conclusión

En el caso de la biblia, nada puede ser más básico o fundamental que la creencia en el monoteísmo puro, un Dios que es Único, indivisible y sin igual o compañero.  El propio Jesús (as) subrayó según Juan 17:3 que creer en un solo Dios es el primer y más importante mandamiento:

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3)

En resumen, el monoteísmo puro debe ser la base de nuestra interpretación de las palabras de Jesús (as). De lo contrario, uno se perderá rápidamente en los reinos del pensamiento politeísta.


Lea parte dos de ésta serie: Jesús, el “hijo de Dios” – el contexto histórico según el islam


Referencias y notas

[1] “Truth in Translation: Accuracy and Bias in the English Translations of the New Testament”, Jason DeDuhn, pág. 143

[2] Theological dictionary of the New Testament. 1964- (G. Kittel, G. W. Bromiley & G. Friedrich, Ed.) (electronic ed.). Grand Rapids, MI: Eerdmans. Vol. 8 pg. 359.

[3] Theological dictionary of the New Testament. 1964- (G. Kittel, G. W. Bromiley & G. Friedrich, Ed.) (electronic ed.). Grand Rapids, MI: Eerdmans.

[4] The Jewish Encyclopedia, vol. 11, pg. 461, under “Son of God”

[5]

میری دانست میں تو اور انبیاء حضرت مسیح علیہ السلام سے اس القاب یابی میںؔ بڑھے ہوئے ہیں۔ کیونکہ حضرت مسیحؑ خود اس بات کا فیصلہ کرتے ہیں اور فرماتے ہیں کہ میرے ابن اللہ کہنے میں تم کیوں رنجیدہ ہوگئے یہ کونسی بات تھی زبور میں تو لکھا ہے کہ تم سب الہ ہو۔

حضرت مسیحؑ کے اپنے الفاظ جو یوحنا ۱۰باب۳۵ میں لکھے ہیں یہ ہیں کہ میں نے کہاتم خدا ہو جبکہ اس نے انہیں جن کے پاس خدا کا کلام آیا خدا کہا اور ممکن نہیں کہ کتاب باطل ہو تم اسے جسے خدا نے مخصوص کیا اور جہان میں بھیجا کہتے ہو کہ تو کفر بکتا ہے کہ میں خدا کا بیٹا ہوں۔ اب منصف لوگ اللہ تعالیٰ سے خوف کرکے ان آیات پر غور کریں کہ کیا ایسے موقعہ پر کہ حضرت مسیحؑ کی ابنیت کے لئے سوال کیا گیا تھا حضرت مسیحؑ پریہ بات فرض نہ تھی کہ اگر وہ حقیقت میں ابن اللہ تھے تو انہیں یہ کہنا چاہئے تھا کہ دراصل خدا تعالیٰ کا بیٹا ہوں اور تم آدمی ہو۔ مگر انہوں نے تو ایسے طور سے الزام دیا جسے انہوں نے مہر لگا دی کہ میرے خطاب میں تم اعلیٰ درجہ کے شریک ہو مجھے تو بیٹا کہا گیا اور تمہیں خدا کہا گیا۔

(جنگ مقدس ، روحانی خزائن جلد ۶، صفحہ ۱۰۸)

Yang-e-Muqaddas (La guerrra divina), Ruhani Jazain (Tesoros espirituales) vol. 6, pág. 108

[6] Freedman, D. N., Myers, A. C., & Beck, A. B. (2000). Eerdmans dictionary of the Bible (1242). Grand Rapids, Mich.: W.B. Eerdmans.

[7] Theological dictionary of the New Testament. 1964- (G. Kittel, G. W. Bromiley & G. Friedrich, Ed.) (electronic ed.). Grand Rapids, MI: Eerdmans. Vol. 8, pg. 361.

[8] Kittel, G., Friedrich, G., & Bromiley, G. W. (1995). Theological Dictionary of the New Testament (763). Grand Rapids, MI: W.B. Eerdmans.

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