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¿Permite el islam el extremismo?

El Quinto Califa de la Comunidad Musulmana Ahmadía nos habla sobre la crisis migratoria mundial y el posterior auge de la extrema derecha en el mundo occidental, mostrándonos como en realidad las enseñanzas islámicas pueden aliviar la crisis social y erradicar los males flagrantes que acontecen en occidente.

SU SANTIDAD MIRZA MASRUR AHMAD (ABA) QUINTO CALIFA DE LA COMUNIDAD MUSULMANA AHMADÍA

“A todos los distinguidos invitados: Assalamo Alaikum Wa Rahmatullahe Wa Barakatohu (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con todos vosotros).

Recientemente, tanto en Alemania, como en otros varios países occidentales, la extrema derecha ha adquirido prominencia y ha visto aumentar el número de miembros. La causa principal de esta tendencia inquietante es que los ciudadanos nativos de estas naciones se sienten cada vez más resentidos y frustrados. Se sienten abandonados y tienen la sensación de que sus líderes y gobiernos no protegen sus derechos.

Sin lugar a dudas, un factor importante que ha provocado su ansiedad ha sido la afluencia de inmigrantes a muchas naciones occidentales durante los últimos años. Este ha sido sin duda el caso aquí en Alemania, que ha aceptado a muchos más refugiados que cualquier otro país europeo en los últimos años. Como resultado, una gran parte de la población local teme que su sociedad se transforme de forma incomprensible y siente que los recursos de su nación se utilizan desproporcionadamente a favor de los inmigrantes.

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Aunque se emplee el término “inmigrante”, el verdadero problema para la mayoría de la gente es el “islam” y el hecho de que la gran mayoría de los inmigrantes en Europa son musulmanes que huyen de países devastados por la guerra en el Medio Oriente. Por lo tanto, al convocar la extrema derecha y sus partidarios movilizaciones en contra de la inmigración, su verdadero blanco es el islam, y su objetivo es impedir que los musulmanes entren en sus naciones. Consideran que el islam es incompatible con los valores occidentales y hacen lo posible por propagar la creencia de que los musulmanes son incapaces de integrarse con éxito en Occidente y son una amenaza para otros ciudadanos.

Además, muchos no musulmanes creen que el islam es una religión de extremismo y piensan que los musulmanes que inmigran serán extremistas o fanáticos religiosos, difundirán veneno en la sociedad, incitarán a la división y perturbarán la paz y el bienestar de su nación. Es cierto que este sentimiento de alarma se ha extendido en ciertas partes de este país, especialmente en Alemania del Este, y por ello se han producido movilizaciones y campañas para prohibir la construcción de mezquitas.

Nosotros, la Comunidad Musulmana Ahmadía, no hemos sido inmunes a tal oposición, a través de la cual algunos grupos de Alemania han llevado a cabo una campaña activa en contra nuestra y han hecho lo posible por evitar que construyamos nuevas mezquitas. Han realizado campañas en oposición nuestra, a pesar de que nuestro lema es “Amor para todos, odio para nadie”, y a pesar de que, durante aproximadamente 130 años, nuestra comunidad ha estado a la vanguardia de la promoción de la paz, la fraternidad, el amor y la compasión en todas partes del mundo.

Nuestra historia atestigua el hecho de que dondequiera que hayamos construido mezquitas o nos hayamos establecido, los temores de la población local se han disipado rápidamente. Los que en un principio nos miraban con sospecha se han convertido muy pronto en nuestros amigos leales y partidarios sinceros. En todo el mundo, nuestros vecinos confirman el hecho de que los musulmanes áhmadis son personas que promueven la paz en la sociedad y que se limitan a difundir un mensaje de amor, compasión y simpatía humana. Sin embargo, debido al deplorable estado del mundo musulmán en general, la Comunidad Musulmana Ahmadía también ha tenido que sufrir las consecuencias.

Otra acusación que lanzan quienes se oponen a la inmigración masiva es que los inmigrantes tienden a abusar sexualmente de las mujeres, o a acosarlas. Lamentablemente, un informe reciente sugiere que una gran proporción de violaciones o intentos de violación fueron cometidas por inmigrantes en cierto país occidental. Dios sabe mejor si las cifras son exactas, pero al hacerse públicos dichos informes, otras naciones también se ven afectadas, aumentando las preocupaciones y los temores de la población local.

Otro punto en el que muchos partidos y políticos se han centrado es la carga impositiva requerida para la reubicación de los inmigrantes. Aparte de los gastos cotidianos, los costos de infraestructura derivados de la inmigración a gran escala son enormes, por lo que la carga financiera del Estado es considerable y, en última instancia, son los contribuyentes quienes los financian. La gente que ha pasado la vida pagando sus impuestos en cierto país, están justificados al preguntar si es justo que sus contribuciones al Estado se empleen en la reinserción de inmigrantes extranjeros, en lugar de financiar proyectos beneficiosos para los ciudadanos existentes.

No discuto que estas no sean cuestiones y causas reales dignas de preocupación y que, si no se tratan con prudencia, las tensiones de la sociedad seguirán aumentando. Además, allí donde haya migración a gran escala, habrá inevitablemente problemas de seguridad. De hecho, se ha demostrado que, ocultos entre los verdaderos refugiados, hay inmigrantes que tienen el potencial de causar un gran perjuicio. Por ejemplo, hace unos días fue entrevistada una mujer refugiada que vivía en Alemania, que en el pasado había sido secuestrada y sometida a esclavitud en Irak.

Describió lo horrorizada y sorprendida que estuvo al comprobar que su secuestrador, un miembro de un grupo terrorista, vivía en esos momentos con libertad en Alemania, tras llegar aquí con el pretexto de la persecución. Esto es algo de lo que ya había advertido en el pasado: que cada caso debe analizarse cuidadosamente para garantizar que no se permita la entrada a los extremistas o criminales que se hacen pasar por refugiados.

De todos modos, estos problemas significan que el temor a la inmigración masiva desde los países musulmanes está justificado en cierta medida.

Sin embargo, por otro lado, la persona justa, inteligente y docta debe considerar ambas partes del escenario y no basar únicamente en rumores su impresión de los musulmanes y del islam. El hecho de que alguien califique al islam como religión de extremismo y afirme que todos los musulmanes son terroristas no significa que ello sea verdad. Al contrario, es preciso evaluar los hechos con racionalidad y objetividad antes de llegar a una conclusión. Por lo tanto, antes de llegar a una conclusión definitiva sobre si las enseñanzas del islam son de naturaleza extremista, se debería investigar y comprobar cuál es la verdad. Reflexionad: ¿Están acaso los actos malvados de los autodenominados musulmanes instigados por las enseñanzas del islam?

¿Es cierto que el islam permite el extremismo?, o ¿prescribe acaso castigos severos para los que propagan el desorden y el odio? ¿Permite el islam quebrantar las leyes del país en nombre de su fe? ¿Qué expectativas tiene el islam sobre los musulmanes en cuanto a su conducta en la sociedad? ¿Alienta el islam a los musulmanes a ser una carga para el Estado?, o ¿los alienta en su lugar a trabajar arduamente, y a ser leales y contribuir positivamente a la sociedad en la que viven?

Si se demuestra que los musulmanes que obran mal están motivados por su religión, se puede afirmar que la inquietud de la extrema derecha está justificada. Sin embargo, ¿qué ocurriría si sus acciones no tuvieran nada que ver con el islam? ¿Qué ocurriría si los grupos anti islámicos estuvieran difundiendo mitos odiosos basados únicamente en la fantasía en lugar de los hechos? En el breve tiempo disponible, mencionaré algunos puntos que espero ayudarán a responder a algunas de estas preguntas y os ayuden a comprender la verdadera esencia de las enseñanzas islámicas.

En primer lugar, un principio islámico básico es que el musulmán que aspira a vivir en paz, debe también hacer lo posible por deparar paz y seguridad al prójimo. La gente habla a menudo de guerras emprendidas en la primera época del islam y sugieren que demuestran que el islam es una religión de derramamiento de sangre, que permite la fuerza y la compulsión. Sin embargo, lo cierto es que los primeros musulmanes soportaron 13 años de persecución brutal y constante sin adoptar ningún tipo de represalias.


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Solamente después de un largo periodo, Dios el Todopoderoso les permitió defenderse, y este permiso se menciona en el capítulo 22, versículos 40 y 41 del Santo Corán. En estos versículos, Al-lah el Todopoderoso dice que se permite a aquellos que han sido perseguidos y expulsados de sus hogares defenderse de una mayor crueldad y opresión. Sin embargo, el Santo Corán declara además que si los musulmanes no defendieran su religión, las iglesias, templos, sinagogas, mezquitas y otros lugares de culto correrían un grave peligro. Por lo tanto, se concedió tal permiso para proteger los derechos de toda la población, para conseguir vivir en libertad y de acuerdo con sus creencias.

En el capítulo 10, versículo 100 del Santo Corán, Dios el Todopoderoso, dirigiéndose al Santo Profetasa del islam, dice que si Él lo hubiera deseado, hubiese impuesto Su voluntad y obligado a todos a aceptar el islam. Sin embargo, en su lugar, Dios el Todopoderoso ha preferido que prevalezca el libre albedrío. Del mismo modo, en el capítulo 18, versículo 30 del Santo Corán, Dios el Todopoderoso declara que los musulmanes deben predicar su mensaje abiertamente y proclamar que el islam es una religión verdadera, y al mismo tiempo el Corán declara que cada persona tiene la libertad de aceptarlo o rechazarlo. Dice el versículo:

“El que quiera creer, que crea, y el que no quiera creer, que no crea”.

En el Sagrado Corán, Dios el Todopoderoso también menciona a aquellos no musulmanes que admitieron que el islam era una religión pacífica y benevolente, pero se negaron a aceptarla por temor a que su adhesión al camino de paz y compasión perjudicara sus intereses materiales. En el capítulo 28, versículo 58, dice el Santo Corán:

“Ellos dicen: “Si siguiéramos la guía contigo, seríamos expulsados de nuestro país”.

Esta es la verdadera imagen del islam. Requiere que cada musulmán viva pacíficamente y participe en la sociedad. Sin lugar a dudas, los musulmanes que afirman que la Yihad significa atacar a los no musulmanes o convertirlos a la fuerza, están totalmente equivocados. Tales creencias y conducta no tienen nada que ver con las enseñanzas del islam. Otra acusación de la que es objeto el islam, que he mencionado anteriormente, se refiere al trato hacia las mujeres. Algunos no musulmanes temen que los musulmanes que emigran a occidente se aprovechen de las mujeres de la localidad y abusen de ellas.

No cabe duda de que algunos inmigrantes han cometido crímenes semejantes y que su conducta vergonzosa ha dado pie a tales temores y ansiedad. En vista de ello, quiero dejar absolutamente claro que cualquier musulmán que viole el honor de una mujer o abuse de ella en modo alguno, actúa en absoluta contradicción con las enseñanzas del islam. El islam considera tal comportamiento como malvado y ha prescrito castigos excepcionalmente severos para los culpables de tales crímenes inmorales y reprensibles

Por ejemplo, el islam prescribe que el musulmán que comete dicho crimen, debe ser azotado en un lugar público. De esta forma, si se desea erradicar tal conducta, los musulmanes varones culpables de tales crímenes aborrecibles deberían ser castigados de acuerdo con la ley islámica. No obstante, estoy seguro de que los gobiernos occidentales fruncirían el ceño ante esta idea y los activistas de derechos humanos se opondrían a ello.

Como dije antes, otra gran preocupación para los ciudadanos es que la acogida de refugiados supone un gran compromiso financiero para el Estado.

En este sentido, ningún inmigrante debe llegar a otra nación con un sentido de derecho; más bien, debería reflexionar sobre lo que puede ofrecer a la sociedad local. Ya he dicho varias veces anteriormente que los inmigrantes deberían considerarse en deuda con la nación que los ha aceptado. Le deben gratitud tanto al gobierno como al público, y el modo de restituir este favor es no perder el tiempo aspirando solamente a beneficios y subsidios del Estado; más bien, deberían intentar contribuir a la sociedad lo antes posible. Deberían trabajar arduamente y esforzarse en conseguir un empleo, aunque el único trabajo que pudieran conseguir fuera un trabajo básico. Esto les permitirá mantener su honor y dignidad personal, y a la vez será un medio para aliviar la carga del Estado y eliminar las frustraciones de la población local.


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Ciertamente, todo musulmán debe tener en cuenta que el Santo Profeta Muhammadsa del islam dijo que la mano que entrega es mucho mejor que la que recibe. En muchas ocasiones, la gente intentaba ayudar a sus compañeros, pero se negaban a aceptar tal ayuda y preferían ganarse la vida por su cuenta. Como ya he mencionado, aunque los refugiados se vean obligados a realizar trabajos básicos o de baja categoría, para los que se consideran excesivamente calificados, es preferible a permanecer  inactivos y esperar que el Estado cubra todas sus necesidades. De lo contrario, los inmigrantes que no contribuyen a la sociedad contribuirán a aumentar la inquietud entre la población en general. Además, si los gobiernos brindan ciertos beneficios o ayuda financiera a los inmigrantes, deberían asegurarse de no descuidar las necesidades de la población local. En algunos países, los inmigrantes recibieron mejores beneficios que los ciudadanos que pagan impuestos y esto generó un malestar natural entre el público.

Tales frustraciones no se disipan por sí solas, pues donde existe frustración siempre hay una reacción. Por lo tanto, cada gobierno debe implementar políticas sensatas y justas que tengan en cuenta por igual los derechos y requisitos tanto de los ciudadanos como de los inmigrantes. Es más, se debería tratar mejor y dar mayores beneficios a los ciudadanos locales.

Hace unos días, según ciertos informes, el gobierno alemán estaba considerando una nueva política por la cual se exigiría a los solicitantes de asilo prestar un servicio comunitario de un año tras su establecimiento en Alemania. Algunos críticos ya afirman que esto es simplemente una forma de “mano de obra barata” y no ayudará al proceso de integración. Sin embargo, desde mi punto de vista, cualquier persona que sirva a su comunidad local se estará integrando a través de ese mismo servicio. De hecho, el término “servicio comunitario” es positivo porque inculca la creencia de que es deber de cada persona servir a su sociedad y ayudar a los miembros de la comunidad. En consecuencia, el gobierno alemán merece elogios en lugar de críticas por esta política.

Sin embargo, las responsabilidades de un gobierno anfitrión no deberían limitarse a la organización de un servicio comunitario; más bien, deberían también orientar a los inmigrantes para que puedan comenzar a contribuir lo más rápido posible a la sociedad. Si los inmigrantes no poseen habilidades para entrar en el mercado de trabajo, debería proporcionárseles algún tipo de formación o aprendizaje para desarrollar pronto esas habilidades. Cualquier gasto empleado en dicha formación será una inversión valiosa para el futuro de la nación.

En materia de seguridad, si existiera alguna duda o sospecha respecto al carácter o antecedentes de determinados inmigrantes, las autoridades deberían estar atentas y controlarlos hasta asegurarse de que no constituyen ningún riesgo para la sociedad. Es posible que algunos consideren esto como una política intrusiva. Sin embargo, proteger a la sociedad del peligro y mantener la paz y la seguridad de la nación son objetivos primordiales de cualquier gobierno. Sin duda, si hubiera inmigrantes que llegaran con la intención de causar daño o crear el desorden, estarían contraviniendo directamente las enseñanzas del islam. De hecho, el capítulo 2, versículo 192 del Sagrado Corán declara que, aunque el asesinato es un crimen realmente atroz, propagar el desorden y provocar el odio es un crimen de una magnitud aún mayor.

Evidentemente, esto no significa que matar a alguien sea un crimen pequeño o insignificante, sino que las repercusiones de avivar las llamas del desorden en la sociedad son aún más elevadas. En última instancia, la provocación y la incitación pueden causar un perjuicio enorme a una sociedad y derivar en conflictos y guerras donde decenas de personas inocentes son blanco de ataques y opresión.

El Santo Profeta Muhammadsa también dijo que un verdadero musulmán es aquel de cuya lengua y mano todos los demás están a salvo. ¿Cómo es posible, pues, decir que el islam es una religión que promueve la violencia o el radicalismo? ¿Cómo se puede afirmar que el islam propaga el desorden en la sociedad? ¿Cómo se puede afirmar que el islam pretende violar el honor de las mujeres? ¿Cómo es posible afirmar que el islam permite a sus seguidores usurpar la propiedad o riqueza de los demás?

Quienquiera que sea culpable de tales crímenes, lo justifique en nombre del islam o no, está muy apartado de sus enseñanzas y será responsable de sus atrocidades. En todos los aspectos, el islam requiere que los musulmanes muestren los más altos estándares de integridad y virtud. Por ejemplo, en el capítulo 2, verso 189 del Sagrado Corán, Al-lah el Todopoderoso ha amonestado a los musulmanes a no adquirir nunca riquezas o propiedades a través del engaño; más bien, se enseña a los musulmanes a ser honestos y dignos de confianza, y a defender la verdad en todos los aspectos.

Igualmente, en el capítulo 83, versículos 2 al 4, se enseña a los musulmanes la importancia de la honradez en asuntos de negocios y comercio. Al-lah el Todopoderoso declara:

“¡Ay de los que dan una medida escasa! Aquellos que cuando toman la medida de los demás, colman la medida; pero cuando miden a otros o les pesan, les dan menos”.

Estos versículos afirman que aquellos que explotan a otros en las transacciones comerciales, intentando obtener beneficios injustos para sí mismos a expensas de los demás, son los que están malditos y finalmente serán humillados. La verdad es que el islam ha salvaguardado a la sociedad de todo tipo de crueldad e injusticia y protege la vida y la propiedad de cada persona. Por lo tanto, es motivo de profundo pesar y dolor el hecho de que la gente continúe lanzando acusaciones falsas contra la naturaleza bendita del Santo Profeta Muhammadsa, cuando fue él quien produjo una revolución espiritual y moral única en la sociedad. De hecho, jamás se han visto en la historia de la humanidad ejemplos similares de integridad moral como los exhibidos por los primeros musulmanes. Cuando existía alguna disputa entre sus compañeros, no era para aprovecharse del prójimo; era más bien para garantizar que se cumplieran los derechos de la otra parte.

Por ejemplo, en una ocasión un compañero del Santo Profeta Muhammadsa acudió al mercado para vender su caballo por 200 dinares. Al acercarse otro compañero del Santo Profetasa para comprar el caballo, le dijo que 200 dinares era un precio muy bajo y que el precio justo debería ser de 500 dinares. Dijo que no quería aceptar caridad y que deseaba realizar una compra legal y justa, por lo que pagaría 500 dinares. Al oír esto, el vendedor musulmán dijo que él tampoco deseaba aceptar caridad y deseaba realizar una venta justa, por lo que solo aceptaba 200 dinares. Por lo tanto, su discusión fue para proteger los derechos de la otra persona, a pesar del costo personal para ellos mismos.

Si todos los miembros de la sociedad pudieran defender y vivir de acuerdo con tales valores, ¡qué magnífica sería tal sociedad! Una sociedad en la que cada ciudadano diera prioridad a la honestidad y la lucha por el bien común. En otras palabras, una sociedad islámica.

Si alguien desea saber lo que representa el islam, debe mirar a tan nobles ejemplos, en lugar de a aquellos que siembran falsamente la división y la intolerancia en su nombre. Ciertamente, hoy es el momento en que todos nosotros, musulmanes o no musulmanes, debemos hacer una pausa y contemplar las consecuencias de nuestras acciones. Hablamos, con mucho orgullo, del modo en que el mundo se ha convertido en una aldea global interconectada y nos asombramos de la velocidad de la comunicación y de los viajes. Sin embargo, junto a tal avance, debemos darnos cuenta de que también han aumentado nuestras responsabilidades hacia el mundo. Respecto a la crisis migratoria, allí donde haya personas sometidas a crueldades y brutalidades en sus países de origen, la comunidad debe ayudarlos. Debería darse prioridad al intento de reconciliar a los pueblos de aquellas naciones, terminar con las guerras y lograr una paz sostenible; sin embargo, si esto no fuera posible, nuestro deber moral es abrir nuestros corazones a aquellos que realmente sufren.

La sociedad no debería rechazar a los refugiados genuinos que sufren sin tener la culpa. La sociedad no debe dejar de lado a las personas inocentes que solo desean tener la oportunidad de vivir en paz y desean ser buenos ciudadanos y seguir las leyes del país en el que viven. Deberíamos, más bien, estar allí para ayudar a las personas cuyas vidas han sido destruidas, quienes han sido torturados y son totalmente indefensos, vulnerables y desamparados.


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Demostremos nuestra humanidad. Mostremos nuestra compasión. Estemos allí presentes para soportar las cargas de los requieren atención urgente.

Por otro lado, los inmigrantes también tienen grandes responsabilidades en sus nuevos países. Como ya he mencionado, deben intentar contribuir a su nueva sociedad y hacer lo posible por integrarse. No deben aislarse ni apartarse de la comunidad local, sino que deben prestar servicios en su hogar adoptado y esforzarse en lograr un continuo desarrollo y progreso. Juntos, debemos buscar el modo en que personas de diferentes orígenes y herencias puedan vivir juntas de forma armoniosa.

Como ya he dicho, el mundo se asemeja hoy a una aldea global, y ya no vivimos en épocas pasadas donde lo que sucedía en un país afectaba únicamente a la comunidad local o, a lo sumo, a las naciones vecinas. Más bien, ahora vivimos en una época en que los disturbios o conflictos de cualquier país tienen ramificaciones y consecuencias en el resto del mundo. Por lo tanto, en lugar de sentir temores recíprocos, debemos esforzarnos en resolver los problemas a través del diálogo mutuo y con un espíritu de tolerancia y compasión. Nuestra única meta y objetivo deben ser solamente el establecimiento de la paz en cada aldea, pueblo o ciudad de todas las naciones del mundo.


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La Comunidad Musulmana Ahmadía siempre se ha esforzado en cumplir este objetivo y, con este fin, propagamos lo que consideramos que es el ingrediente clave para la paz, es decir, la firme creencia de que todos somos creación de Dios Todopoderoso y que Él ha creado a la humanidad para que Le reconozcan y cumplan los derechos del prójimo.

Estamos seguros de que, si la humanidad llega a esta conclusión, podrá prevalecer la paz verdadera y duradera. Tristemente, estamos siendo testigos de todo lo contrario. En lugar de unirse y buscar la paz a través de la existencia de Dios Todopoderoso, la humanidad intenta lograr la paz únicamente a través de medios materiales. Día tras día, la humanidad se aleja cada vez más de la religión y espiritualidad, y las consecuencias son terribles.

Tengo la convicción firme de que la fe en Dios Todopoderoso es el único medio de salvación y el único modo de lograr la verdadera paz, tanto a nivel nacional como internacional. Por ello, mi más profundo deseo, y ferviente oración, es que el mundo reconozca a Su Creador y siga Sus enseñanzas verdaderas. En lugar de perseguir objetivos personales o políticos, rezo para que los líderes de la actualidad cumplan con los derechos de todas las personas, independientemente de su casta, credo o color.

Rezo fervientemente para que se elimine el abismo que existe entre la humanidad y Dios Todopoderoso, para que podamos ver con nuestros propios ojos que la verdadera paz prevalece en todo el mundo.

Muchas gracias a todos. Muchas gracias.”

Referencias:

Discurso pronunciado por Su Santidad Mirza Masrur Ahmadaba, Quinto Califa de la Comunidad Musulmana Ahmadía, en la 43ª Convención anual de Alemania de 2018.


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