Espiritualidad Sagrado Corán

Envejecimiento, espiritualidad y lo que realmente importa al final

Por Hamaad Khan, Reino Unido

Cabello ralo, pérdida de fuerza muscular, huesos frágiles; a medida que envejecemos, estamos marcados por el quiebre de nuestra biología, acechados por una fragilidad que nos sigue hasta el final. El envejecimiento se considera una trayectoria inevitable de decadencia y desesperación en algunos casos, pero hoy en día, hay científicos que se esfuerzan por alejar esta fragilidad de la experiencia humana, tratan al envejecimiento como si fuera una clase de enfermedad en lugar de un aspecto inevitable de la vida.

Estamos en la era del envejecimiento. En 2018, por primera vez en la historia de la humanidad, había más personas mayores de 64 años que niños menores de 5 años. Según la OMS, para 2030, 1 de cada 6 personas tendrá 60 años o más. Los hilos cruzados de poblaciones más grandes con una mayor esperanza de vida y el aumento de las enfermedades relacionadas con la edad están formando un patrón preocupante: más personas sufren mayor número de enfermedades en su vejez durante un período de tiempo más largo. Pero, ¿Podemos detener el envejecimiento y prevenir sus debilidades? ¿Es el envejecimiento en sí mismo tratable?

Bases moleculares del antienvejecimiento

En 1939, los investigadores descubrieron que restringir la ingesta calórica de los roedores aumentaba su esperanza de vida. Esta investigación despertó la idea de que el envejecimiento es un fenómeno plástico; puede modificarse, manipularse y retocarse, tal vez incluso revertirse. Lo que siguió fueron décadas de investigación dedicadas a identificar los marcadores biológicos del envejecimiento. Desde telómeros acortados (código genético que protege contra el daño del ADN), divisiones celulares más lentas e inflamación crónica, los científicos han encontrado muchos cambios celulares asociados con el envejecimiento. El proceso de envejecimiento, al parecer, se puede revertir y remediar como cualquier otro proceso biológico.

¿Se pueden eliminar todas las debilidades relacionadas con la edad para lograr la felicidad eterna y juvenil?

Envejecimiento en el Sagrado Corán

El Sagrado Corán afirma que la debilidad en la vejez no se puede calificar como un problema científico a superar, porque forma una parte íntegra de la condición humana. El fin de la vida en el mundo material es tan seguro como la salida del sol por la mañana.   

Es Al´lah Quien os creó en un estado de debilidad y, después de la debilidad os dio fuerza; más tarde, tras la fuerza, provocó la debilidad y la vejez. Él crea lo que Le place. Él es el Omnisciente, el Todopoderoso. (30:55)   

Y a quien le concedemos una larga vida: hacemos que vuelva a un estado de senilidad. ¿Acaso entenderán entonces? (36:69)

No podremos evitar la muerte y el fin de nuestras vidas igual que ninguno de nuestros antepasados han podido evitarlo.  No importa cuánto anhelamos que la ciencia nos salve, que nos refresque, reviva y renueve, nuestro destino está escrito por la falibilidad de la carne. El cabello y los dientes comienzan a caerse, y los huesos se rompen, las mentes empiezan a nublarse, el cáncer nos acecha; nuestros cuerpos físicos siempre se vuelven cada vez más débiles. Al final, la muerte alcanzará a todos.

Toda alma probará el gusto de la muerte; luego seréis devueltos a Nosotros. (29:58)

Sin embargo, el Corán habla sobre qué implica una vida extendida:

Y  encontrarás en verdad, entre todas las gentes, los más ávidos de vivir, incluso más que los que elevan a otros a la altura de Dios. Todos desean que les conceda una vida de mil años, pero aunque se les concediera tal vida eso no les ahorraría el castigo; Al´lah ve todo lo que hacen. (2:97)

Incluso una larga vida eventualmente llegará a su fin, explica el Corán. Una vida, aunque sea de  mil años, llegará a su fin y entonces habrá que enfrentarse con el castigo de Dios. Así, con este fin inevitable en mente, el enfoque debería pasar más allá del cuerpo enfermo, que inevitablemente perece, a la consciencia y el espíritu perdurable

Al final, no son las arrugas ni la debilidad lo que es duradero, sino nuestra piedad.

Los profetas de Dios nos dieron un ejemplo de esto, llevando a cabo sus deberes divinamente ordenados a pesar de la debilidad y la edad. Incluso en sus últimos días, cuando ya empezaban a sentirse físicamente débiles. El Santo Profeta Muhammad (sa) pidió que le ayudaran a llegar a la mezquita, apoyándose en los hombros de dos personas, sin poder ni siquiera levantar sus pies del suelo. Abraham(as), Moisés(as) y Jesús(as) también, la paz sea con todos ellos, vivieron hasta la vejez, enfrentando pruebas de inundación y fuego, pero nunca anhelaron una vida terrestre eterna, ni esquivar la muerte. Sabían que aquello que perdemos con la debilidad física, lo podemos ganar en fortaleza espiritual.

Los esfuerzos para proteger a las personas mayores de las penurias del dolor y el sufrimiento que a menudo les acompaña, y dotarlos de calidad de vida durante los últimos años de su vida, suponen un objetivo noble.  Sin embargo, llevada al extremo, la investigación antienvejecimiento desea liberarse por completo de la enfermedad y la mortalidad, en busca de elixires que prometan una existencia sin edad. Pero esto no nos libra de todo nuestro sufrimiento. Vivir para siempre, sin posibilidad de desarrollo o progreso, a la larga, inevitablemente, conduciría a la sensación de estar atrapado y enjaulado.  

Los principios islámicos tienen sus raíces en la idea de que somos más que carne y hueso. Tenemos un alma impresa de todo lo que hacemos mientras estamos vivos, que llevamos a la más allá. Por lo tanto, la verdadera fuerza no se forja dentro de nuestros cuerpos físicos juveniles, sino que se encuentra dentro de la evolución espiritual de nuestra alma. Es solo cuando trascendemos nuestros deseos egoístas para buscar el Poder Superior, que podemos encontrar en momentos de debilidad física, una fuerza espiritual eterna.

Sobre el autor: Hamaad Khan está estudiando para su Maestría en Salud Global y Desarrollo en el University College London después de graduarse del King’s College London con una licenciatura en Neurociencia.

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