Por Ali Ocbany León López, Cuba
Todo comenzó hace un año y medio cuando regresaba de Irán, después de dos años de estudiar el conocimiento islámico y el idioma persa. En ese momento, regresaba a Cuba tras una larga ausencia para reunirme con mis parientes y amigos, que me esperaban con gran alegría y regalos. Poco sabía que algo más me estaba esperando; una bendición mayor.
Mi búsqueda del verdadero islam
Durante mi estancia en Irán, tuve muchos momentos de dudas y crisis de fe. La duda y la incertidumbre crecían cada día que pasaba, sin importar cuánto traté de extinguirlas. Había una contradicción constante dentro de mí, entre lo que creía que era el verdadero islam del Profeta Muhammad (sa) y lo que mis maestros enseñaban en el Hawza (un seminario para musulmanes chiitas). Como resultado, pasé largas horas de la mañana suplicando silenciosamente por la guía y el placer de Dios. No sabía si estaba en el camino correcto, así que finalmente decidí volver a mi tierra natal, lejos de la presión de los sheikhs (jeques) y de la vida del seminario, para pensar con más claridad.
Un cambio de dirección
Finalmente, Dios respondió a mis súplicas.
Un día, estaba a punto de ofrecer la yumah [oración del viernes] en la mezquita chiita local, pero Dios Todopoderoso cambió mi camino. Estaba cerca de la mezquita cuando un amigo llamó pidiéndome que ofreciera la oración del viernes con él y un grupo de hermanos. Desde el momento en que recibí la llamada, mi corazón estaba inquieto; tenía la sensación de haber encontrado a un ser querido; o la alegría e incertidumbre que siente uno cuando espera ansioso un regalo o una sorpresa. Al llegar, me encontré con palabras de paz, amor y alegría de estos hermanos hacía mí, como si me hubieran estado esperando por mucho tiempo.
Había un grupo de imanes de la Comunidad Musulmana Ahmadía cuyo líder era bastante serio, bajo de estatura, lleno de sabiduría, y con un buen corazón. Se llamaba Amir Abdul Sattar Khan, misionero a cargo de Guatemala y otros países latinoamericanos. Con él estaban también el Imam Ameer Nafees, David Gonzales, el querido hermano Suleyman Dabone, diplomático de Burkina Faso en Cuba, y el inolvidable hermano Abdur Rahman Abdur Rahim, quien más tarde desempeñó un papel trascendental en mi vida. Estos hermanos me invitaron a tener una charla franca y abierta sobre el islam y a discutir algunos puntos de nuestra creencia, así que acepté y eso cambió mi visión del islam para siempre. Hablaron con amor, había paz en sus ojos, y cada declaración que hicieron fue argumentada con el Sagrado Corán. Al principio, no entendí sus intenciones; sólo me limité a aceptar sus argumentos porque se basaban en el Corán y en los hadices [dichos] de nuestro amado Profeta Muhammad (sa).
Acepté al tan esperado Mesías
Sin embargo, para aceptar el mensaje de Su Santidad Mirza Ghulam Ahmad (as), habían muchos puntos que necesitaban una explicación más amplia. Pero mientras el resto de los caballeros habían regresado a Guatemala, el inolvidable Abdur Rahman Abdur Rahim Sahib, que se quedaba más tiempo en Cuba y que había nacido en una familia Ahmadi, siguió reuniéndose conmigo y me reveló gradualmente la misión divina del Mesías Prometido y del Imam Mahdi (as) del islam. De sus palabras, supe que todo lo que había discutido previamente el Imam Abdul Sattar Sahib había venido de Su Santidad Mirza Ghulam Ahmad (as) a quien Dios le había confiado la tarea de traer de vuelta las verdaderas enseñanzas del islam, el islam del Profeta Muhammad (sa).
Acepté que Su Santidad Mirza Ghulam Ahmad (as) era el reformador del que hablaba el Corán: que iba a traer de vuelta el verdadero islam y romper la cruz con sus argumentos. Él era el Mesías largamente esperado por todos y el Imam Mahdi del islam. Y lo acepté por la veracidad y la lógica de sus argumentos, que me hicieron desechar los dogmas y fantasías que me habían obligado a aceptar durante mis años de estudio.
Aunque Abdur Rahman Abdur Rahim también apoyó sus palabras con el Sagrado Corán y los hadices, fue la lógica del mensaje lo que movió mi corazón a aceptarlo.
Pero la aceptación de la verdad requiere compromiso, valor, tenacidad y mucha sinceridad.
Aceptar la verdad en mi corazón no fue suficiente. Necesitaba formalizar mi aceptación y fidelidad a Su Santidad Mirza Ghulam Ahmad (as) firmando un Baiat (Juramento de Iniciación) . El Profeta Muhammad (sa) instruyó que tan pronto como el Imam Mahdi apareciera, los musulmanes deberían jurar lealtad a él a través del Baiat, como ha sido la práctica de los profetas. Así que prometí mi Baiat por un islam de “Amor para todos y odio para nadie”, ¡Alhamdulillah! [por la gracia de Dios]
Hoy, los musulmanes ahmadíes hemos sido bendecidos con la institución del Jalifato y un Jalifa que es amado y escogido por Dios para seguir protegiendo y guiando a los musulmanes por el camino recto. Meses después de firmar mi formulario de Baiat, pude ver con mis propios ojos cómo la Comunidad Musulmana Ahmadía había sido elegida por Dios para mostrar su misericordia y amor a la humanidad.
Invitación a la convención anual (Jalsa Salana)- Reino Unido 2019
Unos meses después, en agosto de 2019, me sorprendió gratamente que me invitaran a la Convención Anual de la Comunidad Musulmana Ahmadía, en Londres. Era presidida por Su Santidad Mirza Masrur Ahmad (aba), el Jefe mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía y el Quinto Jalifa del Mesías Prometido y el Imam Mahdi (as), en donde asistieron invitados ahmadis y no ahmadis de todo el mundo. Participar de la convención me permitiría reafirmar mi Juramento de iniciaición y conocer a mis hermanos ahmadíes y a la comunidad en general.
La Convención fue magnífica.
Fui testigo de la organización, la tolerancia, la hospitalidad, el amor por Su Santidad (aba) y por la humanidad.
El ambiente estaba lleno de armonía, alegría, fe, con una comunidad que interactuaba como una gran familia donde todos sus miembros son los latidos de un solo corazón. Y fue allí donde aprendí sobre Humanity First y su trabajo para ayudar a las comunidades más pobres y a millones de personas en todo el mundo.
Reunión con Su Santidad Mirza Masrur Ahmad (aba)
Sin duda, el momento más especial de la Convención anual fue mi audiencia con Su Santidad (aba) Mirza Masrur Ahmad (aba). Los ojos del Jalifa sólo estaban atentos en sus invitados. Intercambió palabras con cada uno de ellos. Su Santidad (aba) siempre respondía a todas las preguntas con sabiduría y rapidez; no había ningún tema sin contestar. Fue fantástico ver a una personalidad de su grandeza y majestad con una actitud tan humilde y piadosa hacia todos sus invitados. Cuando tomé su mano para besarla, fue un momento único, e imaginé que la misma sensación deberían haber experimentado los compañeros del Profeta Muhammad (sa). Durante mi entrevista sentí que estaba ante un digno Jalifa o sucesor del Profeta Muhammad (sa), Su Santidad (aba) reflejó en su actitud y en sus palabras la santidad que sólo los elegidos de Dios pueden mostrar.
Sobre el Autor: Ali Ocbany León López, encargado de la Comunidad Musulmana Ahmadiyya de Cuba. Antes de aceptar a Ahmadiyyat, era un musulmán chiita, y antes de eso, un católico romano. Aunque inicialmente había tenido una visión negativa del islam, después de muchos estudios aceptó el islam. Se especializó en electricidad industrial, y también estudió el islam, el árabe y el persa en la Universidad Internacional Yamatul Mustafa en Qom, Irán. Actualmente trabaja como profesor de lengua persa.
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