Discurso del Jefe Mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía en la Inauguración de la Mezquita Baitul Ikram en Dallas, Texas, el 8 de octubre de 2022
El 8 de octubre de 2022, el Jefe Mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía, el Quinto Jalifa (Califa), Su Santidad Mirza Masrur Ahmad (aba) pronunció el discurso inaugural en una recepción especial celebrada para conmemorar la apertura de la Mezquita Baitul Ikram (la Casa de Honor) en Allen (Texas), situada en la sede de Dallas de la Comunidad Musulmana Ahmadía. Su Santidad había inaugurado oficialmente la mezquita un día antes con su sermón semanal de los viernes. A la recepción asistieron unos 140 invitados, entre ellos políticos, líderes religiosos y residentes locales. A continuación se presenta el discurso de apertura pronunciado por Su Santidad en esta ocasión:
Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jefe Mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía dijo:
“Bismillahir Rahmanir Raheem – en el nombre de Allah, el Clemente, Siempre Misericordioso.
A todos los distinguidos invitados, Assalamo Alaikum Wa Rahmatullahe Wa Barakatohu – la paz y las bendiciones de Allah sean con todos ustedes.
En primer lugar, me gustaría aprovechar esta oportunidad para agradecer a todos nuestros invitados que hayan aceptado nuestra invitación y se hayan unido a nosotros hoy. Esta recepción con motivo de la inauguración de nuestra nueva mezquita, que servirá de lugar de adoración a Dios Todopoderoso, es un acto puramente religioso organizado por una comunidad islámica. Dado que la mayoría de ustedes no son musulmanes, ni miembros de la Comunidad Musulmana Ahmadía, su asistencia refleja su corazón abierto, su gentileza y sus actitudes tolerantes, por lo que debo elogiarles.
Estas palabras de agradecimiento no son un mero intento de ser cortés, sino que son sinceras y, de hecho, me corresponde expresar mi sincera gratitud a todos ustedes porque el Profeta del Islam (sa) dijo que una persona que no está agradecida a otras personas no puede estar agradecida a Dios Todopoderoso. Como musulmanes, creemos que Dios Todopoderoso nos ha concedido la capacidad y los medios para construir esta mezquita. Por tanto, debemos expresarle nuestra gratitud y, en realidad, la auténtica gratitud a Allah sólo es posible cuando también somos agradecidos y apreciamos su creación. Desde esta perspectiva, agradecer y honrar a todos los invitados es una obligación religiosa para mí como musulmán. Del mismo modo, debo expresar mi más sincera gratitud a todas las personas que han ayudado o apoyado este proyecto de alguna manera.
Los objetivos principales de cualquier mezquita construida por nuestra Comunidad son siempre los mismos. En primer lugar, nuestras mezquitas sirven de lugar de reunión para que nuestros miembros cumplan con sus deberes religiosos de adoración a Dios Todopoderoso. En segundo lugar, nuestras mezquitas nos permiten servir a la creación de Dios y propagar las enseñanzas del islam. Es una fuente de inmensa tristeza y pesar que en esta época, el islam sea considerado por muchos como una religión extremista e intolerante. Es muy posible que algunos de los habitantes de esta ciudad puedan tener dudas o temores sobre la apertura de esta mezquita. De hecho, cuando hemos construido mezquitas en otros lugares, algunas personas han expresado sus temores o dudas de que la nueva mezquita y el aumento de la presencia de musulmanes puedan ir en detrimento de la paz y la seguridad de su pueblo o ciudad.
Si alguien tiene estas preocupaciones, deseo tranquilizarle inmediatamente diciéndole que un musulmán sincero que entiende y valora las enseñanzas del islam nunca puede actuar de forma que difame o tergiverse el islam y nunca puede ser causa de pena o angustia para los no musulmanes. En consecuencia, permítanme afirmar muy claramente que esta mezquita nunca les causará a ustedes ni a sus conciudadanos ningún daño o angustia. En lugar de sembrar semillas de discordia y desarmonía en la sociedad, esta mezquita servirá como fuerza unificadora para el bien. El propósito y el objetivo de esta mezquita es, y seguirá siendo siempre, si Dios quiere, una fuente de paz eterna y un medio para fomentar el amor y el respeto mutuo entre las personas de todas las religiones y creencias. Este es nuestro compromiso, no sólo aquí, sino en cualquier lugar y momento en que construyamos una mezquita en cualquier parte del mundo.
Para todos los musulmanes, el lugar de culto más venerado y honrado es la Santa Ka’bah, la Casa Sagrada de Dios en La Meca. De hecho, es en dirección a la Ka’bah que los musulmanes de todo el mundo se vuelven para adorar y rezar. La Ka’bah se fundó y construyó siguiendo las instrucciones de Dios Todopoderoso para transmitir un mensaje universal de paz y seguridad a personas de todas las clases sociales y naciones. Aunque las mezquitas se construyen de cara a la Ka’bah, no es sólo en términos de dirección física que deben seguir a la Ka’bah, sino que todas las mezquitas, y quienes rinden culto en ellas, deben esforzarse por emular y representar fielmente los objetivos de la Casa Sagrada. Además del culto a Dios, el otro objetivo clave de la Ka’bah y, por tanto, de toda mezquita, es albergar a aquellas personas que tienen un corazón abierto, son corteses y benévolas, y transmiten un mensaje de paz, reconciliación y buena voluntad para toda la humanidad a través de sus palabras y actos.
En el capítulo 3, versículo 98 del Sagrado Corán, que es el libro más sagrado para todos los musulmanes, Allah el Todopoderoso afirma respecto a la Ka’bah que ‘y quien entra en ella entra en la paz’. Esto no significa que el mero hecho de visitar la Ka’bah u ofrecer una oración en sus inmediaciones garantice a una persona una vida de paz y prosperidad. Esta frase estipula que el verdadero musulmán es aquel que trata de cumplir el propósito para el que se construyó la Ka’bah, esforzándose por seguir las enseñanzas del islam en todo momento. Fundamentalmente, las palabras ‘quien entra en ella, entra en la paz’ exigen a los verdaderos adoradores de Allah Todopoderoso que presten gran atención al cumplimiento de los derechos de otras personas y que proporcionen paz y seguridad a toda la humanidad. De este modo, no sólo alcanzan la paz, sino que se convierten en garantes de la paz de los demás.
Lamentablemente, los opositores al islam afirman que es una religión extremista que promueve la violencia y la guerra. Nada puede estar más lejos de la realidad. Las enseñanzas del islam no permiten a los musulmanes entrar en guerra o recurrir al uso de la fuerza, excepto en las circunstancias más extremas, cuando se libra una guerra injusta contra ellos y hay un intento directo de destruir y eliminar el islam.
En los primeros tiempos del islam, las condiciones eran tan graves que Allah Todopoderoso permitió a los musulmanes defenderse para mantener y defender el principio de la libertad religiosa universal. Incluso entonces, el islam estableció estrictas reglas de enfrentamiento, en las que cualquier respuesta de fuerza debía ser proporcional a la crueldad infligida y había que aprovechar cualquier oportunidad de paz, por remota que fuera. El propósito de una guerra defensiva según el islam nunca es infligir retribución o venganza. Por el contrario, su único propósito es poner fin a la opresión, la crueldad y la injusticia. En cuanto la persecución o las brutalidades cesan, la orden de Dios es detener inmediatamente cualquier medida de fuerza que se haya tomado y actuar con justicia y misericordia. Así, cuando a los primeros musulmanes, víctimas de una persecución sostenida, se les permitió defenderse, fue sólo para establecer la libertad religiosa y consagrar el principio fundamental de la libertad de creencia.
En cuanto a la Sagrada Ka’bah, en el capítulo 2, versículo 126 del Sagrado Corán, Allah el Todopoderoso afirma que construyó la Casa Sagrada como refugio ante el mal y como morada de paz y seguridad para que toda la humanidad se uniera. Este verso reitera el deber de los musulmanes de vivir en paz y armonía con todos los miembros de la sociedad y de otorgar paz y seguridad a los demás. En consecuencia, si una persona no es fuente de paz para los demás, no puede llamarse a sí misma un verdadero musulmán.
Para mantener la paz, el Sagrado Corán, en el capítulo 25, versículo 64, instruye a los musulmanes sobre cómo responder a las personas ignorantes u hostiles que se burlan o hablan mal de ellos. En lugar de reaccionar con indignación, Dios el Todopoderoso instruye a los musulmanes mantener su dignidad ante la provocación, ser pacientes, respoder diciendo ‘la paz sea con vosotros’ y alejarse de la situación. El Corán enseña que, en lugar de enfrentarse a la agresión y la provocación de la misma manera, los musulmanes deben dejar de lado su orgullo y responder transmitiendo un mensaje de paz y evitar toda forma de conflicto y disputa.
Además, Allah el Todopoderoso comienza el Sagrado Corán declarando que Él es el Proveedor y Sustentador de las personas de todas las creencias, credos y razas. Allah el Todopoderoso ha dejado claro que Él no es sólo el Proveedor de la gente de ciertas religiones o épocas, sino que es el Creador y Nutridor de la gente de todas las naciones, de todas las creencias y de todos los tiempos. Estas palabras son de una belleza y sabiduría sin igual, ya que han consagrado el principio de la igualdad humana universal como un derecho inviolable y dejan claro que las bendiciones y los favores de Dios no se limitan a una raza o etnia en particular, sino que se conceden indistintamente.
Cuando el Dios Único al que adoran los musulmanes es el Señor de toda la humanidad; los cristianos, los judíos, los hindúes, los sikhs o las personas de otras religiones y las personas que no tienen fe, entonces, ¿cómo podría ser que un musulmán causara problemas o fuera una fuente de dolor para los demás? Por el contrario, un musulmán sincero siempre deseará dar consuelo, ser una fuente de paz y establecer el amor y la armonía con todas las demás personas, en lugar de ser una persona que cause dolor o sufrimiento a la humanidad. Un verdadero musulmán es aquel que carga con el peso de los demás y siente su dolor y su pena como si fuera el suyo propio. Así que construimos mezquitas con este espíritu de simpatía por toda la humanidad y con la comprensión de que la gracia y la misericordia de Allah el Todopoderoso son universales.
Basándonos en el mandato de Allah el Todopoderoso, consideramos esencial no sólo rendirle adoración, sino esforzarnos por hacer realidad los derechos de toda la humanidad, independientemente de la casta, el credo o el color de las personas. Inspirados por nuestra fe, además de construir mezquitas, nuestra comunidad construye hospitales y clínicas médicas en algunas de las naciones y regiones más empobrecidas que proporcionan servicios de atención sanitaria a aquellas personas que, de otro modo, nunca podrían permitirse acceder a ellos. Del mismo modo, construimos y administramos escuelas en algunas de las regiones más pobres del mundo, para que los niños locales tengan la oportunidad de recibir educación. Nuestra oración y ambición es que los niños educados en nuestras escuelas puedan utilizar su educación para escapar de las cadenas de la pobreza en las que sus familias han estado sumidas durante generaciones, y que luego sirvan a sus naciones y ayuden a sus comunidades a crecer y desarrollarse.
También hemos creado un programa de agua para la vida, para suministrar agua potable en algunas de las zonas más remotas del mundo. Tener los medios para servirse un vaso de agua limpia es algo que damos por sentado. Pero para millones de personas en el mundo en desarrollo, es una experiencia revolucionaria que les cambia la vida. En una línea similar, llevamos a cabo una multitud de otros proyectos humanitarios con los que tratamos de servir a la humanidad de forma constante. Además, enviamos equipos de ayuda humanitaria a los lugares afectados por catástrofes naturales que proporcionan ayuda humanitaria, suministros y tratamiento médico para asistir a los que sufren. Todos estos servicios y ayuda se prestan sin distinción de nacionalidad, etnia, religión o creencias. No buscamos ninguna recompensa, ya que nuestro único objetivo y deseo sincero es aliviar el sufrimiento de la humanidad. Servir a la humanidad es nuestra misión y propósito porque el islam nos ha enseñado que no sólo debemos cumplir los derechos de Allah Todopoderoso, sino también los de su creación.
Además, consideramos que es nuestra responsabilidad transmitir el mensaje de paz y seguridad del islam a todo el mundo y desempeñar un papel primordial como musulmanes ahmadíes en el cultivo de la paz y la armonía en el mundo. De hecho, fue para establecer la paz y difundir un mensaje de amor y afecto que el fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía fue enviado por Allah Todopoderoso en esta era, otorgándole el título de Mesías Prometido. Fue enviado por Dios según una gran profecía hecha por el Santo Profeta del islam (sa) en la que afirmaba que tras siglos de decadencia espiritual y moral, Dios el Todopoderoso enviaría a su fiel siervo como el Mesías de los últimos días. En lugar de blandir una espada, el Mesías Prometido (as) declaró el fin de toda guerra religiosa y propagó un mensaje de paz, amor y unidad. Explicó que el islam ya no era atacado físicamente, ni se intentaba eliminarlo, como en la época del islam primitivo. En consecuencia, no había justificación para las guerras religiosas en esta época.
Por lo tanto, los habitantes de Dallas no tienen por qué temer a esta mezquita. Así pues, insto a todos los que tengan dudas o temores a que respiren aliviados al saber que esta nueva mezquita construida por la Comunidad Musulmana Ahmadía sólo representará y reflejará las enseñanzas ilustradas del islam de paz, respeto y tolerancia. Nuestras enseñanzas no consisten en enfrentarse a quienes tienen creencias diferentes a las nuestras, sino en acogerlas. Nuestra enseñanza no consiste en atacar a nuestros oponentes, sino en defenderlos a ellos y a sus derechos. Tengan la seguridad de que esta mezquita sólo irradiará amor, compasión y simpatía por la humanidad.
Los que entren en esta mezquita serán aquellos que busquen contribuir y servir a la sociedad de la mejor manera posible. Serán aquellos que proclamen ante el mundo entero que el medio para la verdadera prosperidad es unirse para cumplir los derechos de Allah y de la humanidad. Serán los que hagan un llamamiento a la humanidad para que se una independientemente de las diferencias de creencias, centrados en la aspiración común de establecer la paz en el mundo.
No cabe duda de que hoy el mundo se tambalea al borde del desastre, ya que las naciones de todo el mundo se ven envueltas en una feroz tormenta de malestar político, económico y social. La guerra en Ucrania lleva meses haciendo estragos y las nubes oscuras que indican una agitación y una guerra aún mayores se ciernen ominosamente sobre nosotros. Los bloques políticos y las alianzas opuestas se han afianzado progresivamente a medida que el mundo se polariza cada vez más. El resultado es que la paz y la seguridad del mundo se están deshaciendo día a día.
Hasta hace poco, amenazar con desencadenar armas nucleares se consideraba impensable, pero ahora, tales amenazas se pronuncian casi a diario. Al observar cómo se deterioraban las condiciones del mundo, la Comunidad Musulmana Ahmadía se ha esforzado durante muchos años por poner de relieve la volatilidad del mundo actual. Hemos hecho un llamamiento a los líderes mundiales, a los gobiernos y a los ciudadanos de a pie para que dejen de lado las diferencias existentes por un bien mayor, en aras de establecer la paz y la armonía en el mundo.
Siempre he intentado que la gente comprenda el verdadero valor de la paz y que sea consciente de los riesgos de las políticas divisorias e injustas, que sólo sirven para fermentar el malestar y provocar frustraciones que acabarán estallando y desbordándose. Debemos instar a nuestros dirigentes y políticos a que se aparten del precipicio, porque no cabe duda de que si estalla una guerra global, no será como nada de lo que el mundo haya visto jamás. Seguramente, sus consecuencias catastróficas y devastadoras estarán más allá de nuestra comprensión.
Muchos países han adquirido armas de última generación que tienen la capacidad letal de matar a miles y miles de personas con un solo ataque. No seremos sólo nosotros los que suframos el dolor y el duelo, sino que nuestros hijos y la generación futura sufrirán por nuestros pecados y sus vidas serán destruidas sin culpa alguna. Por ejemplo, los efectos tóxicos de la exposición a la radiación son tales que si alguna vez se utiliza una bomba nuclear, generación tras generación de niños podrían nacer con graves defectos genéticos o físicos. Serían propensos a padecer enfermedades mortales y a tener una vida más corta. Sin duda, esas almas inocentes nos mirarán con desprecio. Se lamentarán de por qué sus antepasados dejaron que sus egos y su mezquindad les llevaran a guerras destructivas que dejaron a sus futuras generaciones física, emocional y económicamente discapacitadas.
Por ello, mi más ferviente petición y mensaje al mundo es que debemos dejar de lado nuestras diferencias y trabajar incansablemente para fomentar la paz en la sociedad, de modo que podamos salvar a nuestras futuras generaciones, en lugar de, Dios no lo quiera, condenarlas a vidas llenas de nada más que miseria y desesperación. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la causa de la paz. Dondequiera que haya crueldad o injusticia, debemos condenarla; debemos instar a nuestros líderes políticos a que, en lugar de impulsar a nuestras naciones hacia la guerra y en lugar de elevar la temperatura mediante amenazas de represalias y violencia, se esfuercen por enfriar las tensiones que existen tanto a nivel internacional como dentro de las naciones mediante la diplomacia y la sabiduría. Deben asegurarse de que la paz y la seguridad del mundo sigan siendo su objetivo primordial.
En este esfuerzo por la paz, los musulmanes, los cristianos, los judíos, los hindúes y los sikhs deben desempeñar su papel. Los que no creen en Dios ni se adhieren a ninguna fe desempeñan su papel. En lugar de aislarnos y tener miedo unos de otros, debemos unirnos por el bien de la humanidad. Las personas religiosas deben rezar ardientemente según sus respectivas formas, buscando la ayuda y la misericordia de Dios para que surja una paz verdadera y duradera en el mundo.
Desde lo más profundo de mi corazón, rezo para que el mundo se salve de toda forma de destrucción y devastación. Rezo para que las largas sombras de la guerra y el derramamiento de sangre que se ciernen sobre nosotros den paso a cielos azules y eternos de paz y seguridad. Que Dios Todopoderoso se apiade del mundo.
Por último, ruego que nuestra nueva mezquita aquí en Dallas sirva por siempre como morada de paz y prosperidad para toda la humanidad. Que su luz espiritual ilumine su entorno y brille eternamente como símbolo de paz y humanidad. Amén.
Con estas palabras, les agradezco una vez más que se hayan unido a nosotros esta noche. También doy las gracias al diputado, al alcalde, y al consejo de esta ciudad por sus presentaciones. Muchas gracias”.
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