Por Marwan Gill, Argentina
El 26 de mayo 1908 fue sin duda un día de inmensa aflicción y tristeza por los miles de áhmadis, al ser el día que tristemente falleció Su Santidad, el Mesías Prometido (as) y fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía.1 Por otro lado, para sus oponentes supuso un día de alegría, pues pensaron que con su fallecimiento se extinguiría así su Comunidad de forma automática. Aunque por aquel entonces pocos sabían que en ese mismo momento un joven de tan solo 19 años, quién se encontraba junto al cuerpo del Mesías Prometido (as), hizo a Dios la firme promesa de seguir y cumplir la misión del Mesías Prometido (as), incluso si todos los creyentes abandonan la Comunidad después de su fallecimiento. Este joven, Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), era el hijo mayor del Mesías Prometido (as), pero no hizo la promesa desde la perspectiva de ser su hijo físico, sino como su seguidor y discípulo. Seis años después, tras el fallecimiento del primer Jalifa (ra), llegaba así el momento para la manifestación de tal promesa.
Tenía solo 25 años cuando fue elegido el segundo Jalifa (ra) y sucesor espiritual del Mesías Prometido (as) . A esta edad muchos de nosotros recién empezamos la vida como adultos, incluso en asuntos espirituales somos como recién nacidos a esta altura de la vida. No obstante, Su Santidad Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra) a esta edad ya fue elegido el líder espiritual de una Comunidad entera, cuya misión era ni más ni menos que reformar e iluminar a toda la humanidad con los rayos del islam. Ya desde el inicio de su jalifato tuvo que confrontar no sólo la oposición y críticas externas, sino que también tuvo que hacer frente a la excisión grupo que se había llevado con sigo casi todos los recursos económicos de la comunidad.
Durante su jalifato se tuvo que trasladar la sede de la Comunidad Musulmana Ahmadía de Qadian (India) a Rabwa (Pakistán), un país en aquel momento se encontraba en los cimientos de su fundación.
Sin embargo, los 52 años de su jalifato, pese a todas las dificultades y obstáculos, fueron marcados por incontables logros y éxitos. Con su capacidad intelectual, su perspicacia administrativa y su liderazgo espiritual llevó a la Comunidad Musulmana Ahmadía a nuevas dimensiones y sembró con sus propias manos las semillas para el triunfo del islam en todo el mundo.
Sus inmensos sacrificios y servicios personales para el islam, o la riqueza espiritual e intelectual que nos dejó para el mundo a través de sus libros y discursos, ilustran que él era el Hijo Prometido (ra), cuyo nacimiento fue indicado por el Profeta Muhammad (sa) en tales palabras:
El 20 de febrero del año 1886 Su Santidad Mirza Ghulam Ahmad (as), la manifestación metafórica de la segunda venida de Jesús como Mesías Prometido (as), profetizó bajo la revelación divina el nacimiento de un Hijo Prometido, cuya vida sería una gran señal para la veracidad del islam y del Profeta Muhammad (sa).
No hay duda, que tales profecías se cumplieron en la persona del segundo Jalifa, Su Santidad Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra) (1889-1965), tal como él mismo dijo:
1. Imam Ibn Al-Yawzi, Al Muntazam fi Tarijul Mulk wal Umam
2. Al Fazal (revista), 03.01.1962
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