Discurso del líder mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía a los invitados no áhmadis
el sábado 2 de septiembre de 2023 en el Jalsa Salana Alemania 2023
Después de recitar Tashahhud, Ta`awwuz y Bismillah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur
Ahmad (aba), líder mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía y Quinto sucesor
del Mesías Prometido (as), dijo:
‘Distinguidos invitados:
Assalamu Alaikum Wa Rahmatullahe Wa Barakatohu – la paz y las bendiciones de Dios sean con todos vosotros.
En primer lugar, me gustaría aprovechar esta oportunidad para mostrar mi más sincero agradecimiento a todas las personas que han aceptado gentilmente nuestra invitación para asistir al Yalsa Salana, a pesar de no ser miembros de nuestra comunidad. Tanto el interés en aprender sobre el Islam como la disposición para asistir a este evento religioso dan testimonio de un corazón abierto y tolerante. Hoy deseo abordar y responder brevemente a ciertas acusaciones de importancia y que con frecuencia se formulan contra el Islam.
Por ejemplo, se alega que las enseñanzas del Islam son extremistas y alientan a los musulmanes a utilizar la fuerza y la violencia para conquistar tierras o eliminar otras religiones y creencias. También se afirma que los musulmanes consideran inferiores a los no musulmanes y que el Islam no prioriza valores humanos ni otorga igualdad de derechos a ciertos sectores de la sociedad, especialmente a las mujeres.
Como he dicho, una de las principales acusaciones dirigidas al Islam es que ha difundido a través de las armas, y que a los musulmanes se les permite usar la violencia para obligar a otros a aceptar sus enseñanzas. En este sentido, es vital determinar qué es lo que dice el Sagrado Corán, que es la base de todas las enseñanzas islámicas, en relación con la propagación del Islam.
En el capítulo 10, verso 100 del Sagrado Corán, Dios Altísimo afirma:
“Y si tu Señor hubiera hecho cumplir su voluntad, seguramente todos los que están en la tierra habrían creído juntos. ¿Obligarás por tanto a los hombres a hacerse creyentes?
Aquí Dios Altísimo proclama que si así lo hubiera deseado, habría obligado a todos los seres humanos a aceptar el Islam; sin embargo, determinó que los seres humanos tendrían libre albedrío.
Posteriormente, Dios Altísimo afirma que si no ha obligado a la humanidad a aceptar el Islam, es impensable para el Santo Profeta (sa) o sus verdaderos seguidores violar el principio de la libertad religiosa. Este versículo por sí solo es una prueba inequívoca de que el Islam no permite el uso de la fuerza en materia religiosa y que cada persona es libre de elegir su propio camino.
En el capítulo 18, versículo 30 del Sagrado Corán se puede leer una frase similar:
“Y diles: ‘Es la verdad de vuestro Señor; Por tanto, el que quiera creer, que crea y el que no quiera creer, no crea”.
Si bien afirmamos que el Islam es una verdadera religión proveniente de Dios, y la más pura verdad para conducir a la humanidad hacia la salvación, este versículo reitera que cada persona es libre de aceptar o rechazar sus enseñanzas. El Islam no permite a los musulmanes propagar su fe de forma coercitiva a través del poder aborrecible y destructivo de espadas, bombas o pistolas, sino que los invoca a utilizar la razón, la evidencia y el amor para ganarse los corazones y las mentes de la humanidad.
Por encima de todo, el Islam enseña que es primordial que todas las personas vivan juntas en un ambiente de amistad y que la sociedad se sustente en un espíritu de respeto mutuo y tolerancia, independientemente de las diferentes creencias. Además, Dios Altísimo ha ordenado repetidamente a los musulmanes que alcancen estándares morales más elevados. Incluso en los asuntos cotidianos pequeños o aparentemente insignificantes, enseña a los musulmanes a garantizar que su conducta sea del más alto nivel.
Además, el Islam no dice a los musulmanes que limiten la bondad a sus seres queridos o a sus compañeros musulmanes. Por el contrario, el Sagrado Corán instruye a los musulmanes a tratar a todas las personas con justicia, benevolencia y compasión. Por ejemplo, el capítulo 5, versículo 9 del Santo Corán consagra un estándar magnífico y eterno de verdad e integridad. Dios Altísimo nos instruye:
“No dejes que la enemistad de un pueblo os incite a actuar con injusticia”.
El verso continúa diciendo:
“Sed siempre justos, porque ello está más cerca de la virtud”.
Este versículo define el estándar de justicia defendido por el Islam, que requiere que -incluso si
uno es víctima del maltrato o la persecución- ello nunca debe conducir a la búsqueda de la venganza o cualquier respuesta que no sea proporcionada y justa. A través de la historia, el mundo ha sufrido muchas guerras y disputas, y esta triste tendencia continúa hoy. ¿Se puede decir, entonces, qué normas honorables de justicia se mantienen en las relaciones internacionales o entre naciones en guerra hoy en día, independientemente de si sus gobiernos son seculares o religiosos? La respuesta es, simplemente, no. Sólo en el Islam encontramos una respuesta inequívoca y el principio incomparable de justicia absoluta, aunque es motivo de gran pesar que, en la actualidad, los gobiernos musulmanes están dando la espalda al verdadero criterio islámica.
Otra acusación muy repetida es que el Islam es una religión de guerra y derramamiento de sangre. En este sentido, debe quedar claro que Dios nunca ha dado a los musulmanes rienda suelta para luchar o tener armas como recurso. Cuando el Sagrado Corán ha concedido permiso para luchar, ha sido solamente en circunstancias extremas e imponiendo estrictas condiciones y restricciones.
Sin duda, si uno mira el primer período del Islam desde una perspectiva objetiva e imparcial,
se observa que las batallas libradas por el Santo Profeta Muhammad (sa) fueron
de carácter totalmente defensivo. Después de soportar con paciencia años de una cruel, continua y letal persecución sostenida a manos de los incrédulos no musulmanes en su ciudad natal de La Meca, el Santo Profeta Muhammad (sa) y sus Compañeros emigraron a Arabia,
ciudad de Medina. Sin embargo, incluso después de migrar, no pudieron vivir en paz ya que los habitantes de La Meca enviaron a su ejército para atacarlos, con la intención de matar al Santo Profeta Muhammad (sa) y eliminar el Islam de una vez por todas.
En esas circunstancias extremas, Dios Altísimo permitió a los musulmanes participar
en una batalla defensiva. El permiso está consagrado en el capítulo 22, versículos 40-41, y que dice:
“Se da permiso para combatir a quienes son combatidos porque han sido perjudicados a aquellos contra quienes se hace la guerra porque han sido perjudicados, y Al’lah tiene en verdad poder para ayudarles.
Quienes fueron expulsados de sus hogares injustamente sólo por haber dicho: “Nuestro Señor es Al’lah”. Y si Al’lah no hubiere permitido a los hombres defenderse contra la actuación injusta de los demás, ciertamente habrían sido destruidos monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas, en las que se conmemora frecuentemente el nombre de Al’lah”.
Estos versículos demuestran que Dios Altísimo no ordenó al Santo Profeta (sa)
Muhammad (sa) defenderse con las armas sólo para salvar la fe islámica. Más bien, el Sagrado Corán testifica que el objetivo final de los habitantes de La Meca era erradicar todas las religiones y demoler todos los lugares de culto. Sólo entonces Dios Altísimo ordenó a
los musulmanes contraatacar para establecer el principio universal de libertad de conciencia
y creencia. De hecho, según las enseñanzas del Islam, en el caso de que los seguidores de otras religiones busquen la ayuda de los musulmanes para proteger y preservar la libertad religiosa, los musulmanes deben apoyarlos.
Si éstas son las verdaderas enseñanzas del Islam, cabe preguntarse por qué los terroristas han llevado a cabo actos atroces en nombre del Islam en los últimos años. La respuesta es que los odiosos extremistas, o aquellos con objetivos políticos, han extrapolado conclusiones enteramente falsas de ciertos versos del Sagrado Corán para servir a sus propios deseos e intereses malvados. Sin embargo, si una persona estudia el contexto adecuado de esos versículos de forma objetiva, verá que el Islam no permite ninguna forma de crueldad, y no hay contradicciones dentro del Sagrado Corán o las enseñanzas islámicas. Sin duda, cada verso del Corán está en perfecta armonía entre sí.
Otro principio de oro para asegurar la paz en la sociedad se da en el capítulo 16, versículo 91 del Sagrado Corán, donde Dios Altísimo dice:
“En verdad, Allah os ordena permanecer en la justicia y dispensar un trato amable y dar como se da a los parientes; y prohíbe la obscenidad y la maldad manifiesta y la transgresión. Él os exhorta para caigáis en la cuenta.”
En este versículo, Dios Altísimo ordena a los musulmanes no sólo actuar con justicia, sino también ir más allá y tratar a todas las personas, independientemente de su afiliación religiosa, con amor y compasión. Obliga a los musulmanes a ayudar a los demás desinteresadamente sin desear nada a cambio.
Además, este versículo prohíbe expresamente a los musulmanes realizar actos de rebelión o actuar en contra de la ley vigente. Queda muy claro, por lo tanto, que un verdadero musulmán no puede suponer ninguna amenaza ni para su nación ni para su pueblo.
En el siguiente verso, afirma:
“Cumplid con el pacto de Alá cuando lo hayas hecho, y no rompáis los juramentos después
de haberlos hecho solemnemente si tomáis mientras a Al’lah como vuestra fiador. En verdad Al’lah sabe lo que hacéis.”
Aquí, Dios Altísimo afirma que los musulmanes nunca deben faltar a su palabra ni dejar de cumplir sus promesas. Los culpables de violar sus juramentos serán directamente responsables ante Allah el Todopoderoso. A menudo, la lealtad y la fiabilidad de los inmigrantes musulmanes en Occidente se cuestiona. Sin embargo, como ciudadanos, ya sea aquí en Alemania o en cualquier otro lugar, los verdaderos musulmanes prometen lealtad y sinceridad hacia sus naciones y prometen ser respetuosos de la ley. Es su deber religioso mantener este compromiso, servir fielmente a sus naciones y luchar por su prosperidad.
De hecho, un hadiz muy conocido – dicho del Santo Profeta Muhammad (sa) – es: “Para un creyente el amor hacia su nación es una parte de su fe”. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo se puede mantener que los verdaderos musulmanes no son ciudadanos leales o son propensos a sembrar semillas de división en la sociedad? Más bien, cumpliendo con las exigencias de su fe, requiere que los musulmanes estén siempre dispuestos a hacer todos los sacrificios necesarios por el bien de su nación.
¿Qué mejor forma de integración hay para los inmigrantes musulmanes, que vivir con la convicción sincera de que, aunque nacieron en otro lugar, ahora forman parte de su nación de adopción y están dispuestos a hacer grandes sacrificios en aras de su prosperidad.
Además, se comprometen a rechazar cualquier forma de rebelión contra el Estado y a abstenerse de todas las actividades ilícitas. Por lo tanto, es completamente erróneo afirmar que los musulmanes son incapaces de integrarse en naciones no musulmanas a causa de las enseñanzas islámicas.
Si, debido a sus convicciones religiosas, un musulmán se abstiene de beber alcohol, no
va a discotecas, viste modestamente o rechaza comportamientos contrarios a sus
valores morales, no significa que no hayan logrado integrarse. Más bien, creo que la integración requiere que un inmigrante busque siempre actuar de manera que pueda beneficiar a su nación adoptiva, que esté preparado para sacrificarse por ella y se esfuerce por servir a su pueblo con sinceridad. Esta integración es una forma para garantizar que la diversidad en la sociedad no dé lugar a división o conflicto. En cambio, demostrará ser un medio para enriquecer esa sociedad, y se forjarán firmes lazos de unidad entre sus ciudadanos.
En términos de servicio a su sociedad, los musulmanes tienen el deber particular de ayudar y proteger a los vulnerables o a los que sufren de alguna manera.
Por ejemplo, en el capítulo 51, verso 20 del Sagrado Corán, Dios dice:
“Y en su riqueza había una parte para el que pide ayuda y el necesitado”.
En este versículo, el Sagrado Corán afirma que el sello distintivo de un verdadero musulmán es el deber de cuidar de toda la creación de Dios y apoyar a los necesitados, busquen su ayuda o no. Un musulmán no debe esperar a que alguien le pida ayuda, sino que debe identificar proactivamente aquellos en la sociedad que están en apuros y ayudarlos a superar sus dificultades o problemas.
Aquí, cuando el Sagrado Corán hace referencia a seres vivos que no pueden hablar ni llamar la atención a sus necesidades, incluyendo animales. Algunas personas piensan que el Islam desaconseja tener mascotas o mostrar amor a los animales, pero este versículo también hace referencia a que un musulmán atienda diligentemente a los animales bajo su supervisión o cuidado. Asimismo, este versículo también alude a la importancia de la conservación de la vida silvestre y proteger el mundo que nos rodea.
De manera similar, en el capítulo 90, versículos 14-17 del Sagrado Corán, Dios Altísimo instruye a los musulmanes para apoyar a los miembros más vulnerables de la sociedad. Pide a los musulmanes que alimenten a los hambrientos y ayuden a los sumidos en la pobreza. A los musulmanes se les enseña a ayudar a las personas que están aisladas y no tienen una red de familiares o amigos que los apoyen. Además, estos versículos obligan a los musulmanes a buscar justicia y emancipación para aquellos inhumanamente atados por los grilletes de la esclavitud o la opresión. A los musulmanes se les dice que traten a los huérfanos con amor para garantizar que sus derechos estén protegidos y echar una mano a quienes se vean privados de cualquier forma.
Estos iluminados versos del Sagrado Corán suponen una llamada a defender los derechos de los miembros más débiles de la sociedad y ayudarlos a valerse por sí mismos. En efecto instruyen a los musulmanes a desempeñar un papel fundamental en la eliminación de todas las formas de esclavitud, pobreza y privaciones del mundo. En esencia, el Sagrado Corán nos enseña que servir la humanidad es un medio fundamental de progreso espiritual.
Hay muchos más versículos del Sagrado Corán que resaltan la importancia de cumplir
los derechos de otras personas. En el capítulo 2, versículo 149 del Sagrado Corán, Dios Altísimo afirma que cada persona es diferente y tiene su propia perspectiva en la vida además de sus ambiciones personales. Sin embargo, Dios afirma que la meta y objetivo primordial de un musulmán debe ser sobresalir en su manera de actuar con justicia, y para la justicia es fundamental exhibir amor y compasión hacia los demás.
También el capítulo 4, versículo 37 del Sagrado Corán reitera la importancia de mostrar amor a los demás. Por ejemplo, estipula que las personas deben tratar a sus padres con ternura y paciencia. De la misma manera, identifica los derechos de los familiares, seres queridos y aquellos que están empobrecidos o huérfanos. El verso también reconoce los derechos de los propios vecinos, y la definición de “vecino” según el Islam es de gran alcance. En concreto, cualquier persona que vive en las cuarenta casas más cerca de uno, cuenta como vecino.
La definición incluye los compañeros de viaje, los compañeros de trabajo y los subordinados. Si cada persona dispensa un trato cordial y amable a los que viven en las cuarenta casas más cercanas y de sus compañeros y acompañantes, no existe ningúna duda que la sociedad será armoniosa y estará libre de conflictos.
Otro principio de oro para asegurar la paz de la sociedad se da en el capítulo 49, versículo 12 del Sagrado Corán, donde Dios Altísimo afirma que es totalmente incorrecto burlarse o
humillar a otras naciones o pueblos. Burlarse o degradar a los demás seguramente causará resentimiento y destruirá la paz de la sociedad.
Recientemente, en Suecia, unos individuos han quemado y destrozado copias del Santo
Corán y presumieron de este acto despreciable en las redes sociales. Del mismo modo, durante muchos años se han publicado caricaturas muy ofensivas que representan al Santo Profeta Muhammad (sa). Nuestra objeción a actos tan viles no se limita a los incidentes en los que sólo el Islam o los musulmanes son el objetivo. Más bien, creemos firmemente que denigrar lo que es sagrado para los seguidores de cualquier religión es reprensible y debe ser condenado en los términos más enérgicos. Semejantes actos provocan y lastiman innecesariamente a personas inocentes, e incitan fuertes sentimientos de ira y resentimiento. Son un medio de socavar la paz y la cohesión de la sociedad. El Islam enseña que es esencial tratar las emociones y los sentimientos de los demás con sensibilidad y consideración.
Antes de concluir, también deseo abordar la cuestión de los derechos de las mujeres.
en el Islam. Ciertamente, cuando se trata de los derechos de las mujeres, el Islam ha sido frecuentemente tergiversado. En lugar de negar a las mujeres sus derechos, la verdad es que el Islam en realidad estableció los derechos de las mujeres y se hizo siglos antes de que naciones que ahora se consideran progresistas concedieran tales derechos. En una época en que aún no se consideraban dignos de consideración los derechos de la mujer, el Sagrado Corán y el Santo Profeta del Islam (sa) consagraron para siempre innumerables derechos de las mujeres y las niñas, incluidos los derechos a la educación, al divorcio y la herencia.
En una ocasión, el Santo Profeta del Islam (sa) dio una analogía de una mujer siendo como un
costilla. Con ello quería decir que eran delicados y los hombres debían tratarlas con amor y ternura. Prestando atención a esta declaración, uno se da cuenta hasta que nivel se pone la condición de la mujer en el Islam.
La costilla humana está diseñada para proteger los órganos vitales de una persona. Y así, al describir a las mujeres de esta manera, el Santo Profeta (sa) ha señalado el hecho de que las mujeres son fundamentales para la supervivencia de la humanidad.
Otro dicho famoso del Santo Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, es que “el paraíso está bajo los pies de la madre”. A las mujeres se les ha dado
este estatus elevado y único porque las madres desempeñan el papel más importante en la crianza de la próxima generación que supone el futuro de la sociedad y hacen inmensos sacrificios por el bien de sus hijos. Si una mujer cumple con sus deberes para con sus hijos, estos tendrán una buena educación y llegarán a ser personas justas y equilibradas que contribuyan positivamente a la sociedad. De este modo, las madres son el medio de
éxito y prosperidad para sus hijos en esta vida y por lo tanto les guían en el camino que conduce al final al paraíso en el más allá.
En términos del Sagrado Corán, el capítulo 4, versículo 20 proporciona un excelente medio de
establecer los derechos domésticos de las mujeres. El versículo instruye específicamente a los hombres musulmanes a tratar a sus esposas con amor y a ser considerados con sus necesidades. Estipula que las mujeres son libres individuos y no pueden ser forzadas a ser poseídas por ningún hombre. En cuanto a los asuntos financieros de las mujeres, todo lo que una mujer gana es suyo y su marido no tiene ningún derecho sobre estas ganancias. En caso del divorcio, el Islam enseña que las mujeres son libres de conservar todo lo que sus maridos les hayan dado durante su matrimonio. En la actualidad, a menudo cuando un matrimonio se rompe, surgen conflictos prolongados y amargas disputas cuando los hombres buscan recuperar lo que han dado a sus esposas. Sin embargo, el Islam no lo permite.
Reiterando cómo se debe tratar a las mujeres con justicia, en el capítulo 16, versículo 73 del Sagrado Corán se afirma que los hombres deben tratar a sus esposas con ternura y amor, más aún cuando hayan dado luz a sus hijos. Además, en el capítulo 2, versículo 188, Dios Altísimo afirma que una esposa es una prenda para su marido, y el marido es como una prenda para su mujer. Lo que significa que marido y mujer deben proporcionarse protección y confort mutuamente. Ellos deben manifestar amor y protegerse unos a otros y nunca deben ser una fuente de dolor o tristeza para su pareja.
En el poco tiempo disponible sólo he mencionado algunos de los derechos de las mujeres establecidos por el Islam. Basta decir que las acusaciones de que el Islam niega los derechos de las mujeres carecen de fundamento y van en contra de los hechos. De hecho, no es exagerado sugerir que el concepto islámico de los derechos de las mujeres fue realmente revolucionario. Y como he señalado anteriormente, mucha gente formula acusaciones contra el Islam sin ningún fundamento. Ciertamente, es totalmente incorrecto que se presente al Islam como una religión de violencia o extremismo o que se reclame que los valores morales del Islam faltan de alguna manera. Es totalmente injusto decir que el Islam busca instigar el desorden en la sociedad. Al contrario, es la religión que busca tender puentes entre personas de todos los credos y creencias. Es una religión que promueve la paz, el amor y la armonía.
De hecho, la palabra Islam significa literalmente paz y seguridad. Aquellos musulmanes que no cumplen con sus obligaciones para con los demás, fracasan personalmente, y ni Islam ni sus enseñanzas tienen la culpa. Tales individuos son culpables de violar las enseñanzas de su fe.
Con estas palabras, espero que cualquier duda que hayáis tenido sobre el Islam se haya adecuadamente aclarado. Pero, si alguno de vosotros necesita más explicaciones, puede hablar con nuestros misioneros u otros eruditos de nuestra comunidad.
Por último, rezo para que los pueblos del mundo lleguen a reconocer a su Creador y
que toda la humanidad, independientemente de sus creencias religiosas, viva junta en paz y con un espíritu de compasión y respeto mutuo, Amín.
Aprovecho esta oportunidad para agradecerles a todos nuevamente por acompañarnos hoy. Muchas gracias”.
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