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El camino hacia la transformación moral y espiritual

Discurso de clausura pronunciado por El Jalifa V del Mesíasaba con motivo de la Convención Anual de la asociación de jóvenes ahmadíes de Reino Unido (Mall’lis Judamul Ahmadía)

Tras la recitación del Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, el V Jalifa del Mesíasaba dijo:

“Hoy os habéis reunido aquí para participar en el I’lltema Nacional de Mall’lis Judamul Ahmadía. El objetivo fundamental de todos los I’lltemas organizados por las asociaciones auxiliares dentro de nuestra Comunidad es infundir el amor de Al’lah y elevar los niveles intelectuales, morales y espirituales de sus miembros. Este es el propósito principal que vosotros, como miembros de Mall’lis Judamul Ahmadía y de Atfalul Ahmadía, debéis mantener siempre al frente de vuestras mentes.

En lo que respecta a los Atfal, la educación que los niños reciben en este país tiene el efecto de ampliar sus horizontes desde una edad temprana. Yo mismo he visto a niños de apenas diez años formular preguntas religiosas muy perspicaces y profundas, que demuestran su capacidad de comprender numerosos conceptos religiosos a una edad temprana.

Teniendo esto en cuenta, hoy deseo hablar sobre cómo nuestros Judam Atfal pueden cumplir mejor con sus objetivos religiosos en el mundo actual.

Como ya he mencionado, el propósito esencial de ser miembro de Mall’lis Judamul Ahmadía o de Atfalul Ahmadía es mejorar vuestros niveles religiosos, intelectuales y espirituales.

En los I’lltemas, junto con los programas religiosos y académicos, también tenéis la oportunidad de participar en deportes y juegos, los cuales estoy seguro de que muchos de vosotros disfrutáis. Sin embargo, vuestra prioridad principal no debe ser el juego en sí ni quién gana o pierde. En cambio, el objetivo primordial de los deportes o juegos en los eventos organizados por las asociaciones auxiliares es ayudar a los miembros a desarrollar fortaleza física y buena condición, ya que esto os permitirá cumplir con los derechos de Al’lah y con su desarrollo religioso y educativo.

Lamentablemente, en el mundo actual, muchos jóvenes pasan todo su tiempo libre viendo contenidos online, la televisión o jugando a videojuegos, en lugar de participar en actividades y juegos saludables al aire libre. Por ello, los deportes y juegos en nuestros I’lltemas están diseñados para animaros a salir al exterior, respirar aire fresco y mejorar vuestra condición física.

Además, el propósito de ponerse en forma no debe ser la vanidad ni el deseo de imponer nuestra superioridad física sobre los demás; más bien, una persona sana y en buena forma tiene una mayor capacidad para cumplir los objetivos de su vida. Y como ahmadíes, nuestro objetivo principal es cumplir con los derechos de Dios Altísimo.

Asimismo, los deportes y los juegos al aire libre ofrecen una manera positiva de relajarse y despejar la mente, lo que, a su vez, ayuda a las personas a estudiar y aprender con mayor eficacia al mejorar su concentración y aptitud mental. Por lo tanto, dedicar tiempo a los juegos y deportes ayuda a los jóvenes en su búsqueda de la educación secular y del conocimiento religioso.

Como he dicho, el verdadero objetivo de nuestros eventos o competiciones deportivas no es ganar o perder el partido o el torneo. No debemos comportarnos como aquellas personas mundanas que suelen considerar el deporte como una cuestión de vida o muerte y que se enzarzan en discusiones acaloradas, peleas o recurren a trampas para obtener ventaja.

Lamentablemente, incluso entre los ahmadíes, los intereses personales o el ego pueden a veces conducir a un mal comportamiento. Por ejemplo, a comienzos de este año, ordené que se cancelara el torneo de críquet Masroor porque se hizo evidente que los intereses personales y los egos inflados habían ocupado el corazón y la mente de algunos de los participantes. En lugar de fomentar la hermandad, estaba causando fricciones y resentimientos. Cuando algo conduce a la amargura o a la mala voluntad, es mejor detenerlo para evitar mayores disputas. Con suerte, aquellos que se han desviado de los verdaderos objetivos podrán reformarse y mejorar.

Como ahmadíes, cuando juguéis cualquier deporte o juego, debéis mostrar un verdadero espíritu deportivo. De hecho, un nivel excepcional de buenos modales, tolerancia y respeto hacia los demás debe distinguir a nuestra juventud ahmadí de los demás. De lo contrario, si no manifestamos estándares morales más elevados, ¿cuál sería entonces el beneficio de ser ahmadí?

Así pues, reitero que los programas deportivos se organizan para mejorar el bienestar físico y mental de nuestros Judam y Atfal, de modo que puedan cumplir con sus deberes hacia Al’lah, hacia la humanidad y servir a la Comunidad de la mejor manera posible. Por el contrario, pasar el tiempo ociosamente viendo la televisión o haciendo scrolling sin fin con los dispositivos electrónicos puede dañar vuestra salud física y mental.

Además, internet está lleno de contenido peligroso e inmoral, disponible libremente, que sirve para erosionar los valores morales y alimentar el odio. Ahora, la inteligencia artificial está añadiendo una nueva dimensión a todo ello. Este es un asunto sobre el cual he advertido durante muchos años, y ahora estamos viendo los resultados espantosos casi a diario.

En tiempos recientes, ha habido informes terribles de adolescentes que se han quitado la vida debido al acoso cibernético y al consumo excesivo de contenidos en línea deplorables, que causan un daño mental grave. Por ejemplo, recientemente se publicó en la prensa que un adolescente en Estados Unidos cometió suicidio con ayuda y apoyo de ChatGPT.

Además, muchos videos violentos o ideologías extremistas que promueven el odio han inundado el internet y están causando un gran daño a los individuos que los visualizan, así como a la sociedad en general. Hace tan solo unos días, un activista político prominente fue asesinado en Estados Unidos. A raíz de ello, el gobernador del estado ha instado públicamente a los jóvenes a apagar sus dispositivos, a salir al aire libre, pasar tiempo con sus familias y servir a sus comunidades.

Con la gracia de Al’lah, los ahmadíes, bajo la guía del Jalifa, son advertidos desde una edad temprana acerca de los peligros y amenazas que existen en la sociedad contemporánea. Por ejemplo, si miramos atrás, a la época de Hazrat Musleh Maudra, observamos que prestó una atención muy cuidadosa a la formación moral de distintos grupos de personas, conforme a sus necesidades, capacidades y entorno. Con gran sabiduría, delineó sus responsabilidades y objetivos.

Como parte de ello, estableció el Mall’lis Judamul Ahmadía y orientó a la juventud ahmadí según su edad y potencial. Como estoy seguro de que la mayoría de vosotros sabéis, él os otorgó, a vosotros, los Judamul Ahmadía, un lema trascendental y profundo:

“Las naciones no pueden reformarse sin la reforma de su juventud.”

Este lema fue y sigue siendo un desafío inmenso y profundo para que todos los Judam se esfuercen por alcanzarlo. Estas palabras dan testimonio del hecho de que recae sobre vosotros, como Judam, la responsabilidad de reformar espiritualmente y moralmente a vuestras naciones. Recae sobre vosotros guiar al mundo hacia la verdadera paz y prosperidad. Recae sobre vosotros esforzaros incansablemente por cumplir la misión del Mesías Prometidoas hasta vuestro último aliento.

Sin embargo, antes de dirigiros a los demás, debéis mirar hacia vuestro propio interior. Es la reforma interna y personal de cada joven ahmadí la que sentará los cimientos, ladrillo a ladrillo, de una gloriosa revolución espiritual, moral e intelectual en el mundo. Esto es lo que verdaderamente representa el lema que os dio Hazrat Musleh Maudra.

Como he mencionado, estar físicamente en forma y con buena salud os ayudará a alcanzar estos objetivos. Diversos estudios e informes demuestran que las personas que están en buena forma física y que son disciplinadas e intelectualmente aplicadas son más capaces de controlar sus emociones y tomar decisiones acertadas. Esto no solo les beneficia a ellas, sino que también les permite contribuir de manera positiva al mundo en general, ya que tienden a tener un proceso de pensamiento más maduro y perspicaz.

En última instancia, cuando reflexionan con profundidad e inteligencia —especialmente como miembros de Judamul Ahamdía, que han prometido dar prioridad a su fe por encima de todos los asuntos mundanos—, se sienten atraídos hacia la existencia de Dios. Por lo tanto, la filosofía esencial que sustenta el profundo lema que os dio Hazrat Musleh Maudra es que, si nuestros Judam Atfal se esfuerzan con diligencia en desarrollar su carácter y su conducta, entonces cada joven ahmadí tiene el potencial de convertirse en una estrella brillante del Ahmadíat.

Así pues, todos los programas y discursos en el I’lltema están orientados a cultivar una mente madura y a facilitar vuestro desarrollo espiritual, moral, físico e intelectual.

Y recordad siempre que el medio principal para adquirir conocimiento religioso es el estudio del Sagrado Corán. Por eso, nuestros eventos locales e I’lltemas incluyen habitualmente competiciones académicas relacionadas con su recitación y estudio. Del mismo modo que necesitamos alimento y agua para nutrir nuestro cuerpo físico, Al’lah nos ha otorgado, por medio del Santo Profetasa, el Sagrado Corán, como una fuente de sustento espiritual eterno que alimenta nuestras almas.

En consecuencia, para recalcar a todos vosotros la naturaleza indispensable del Corán y sus bendiciones ilimitadas, elegí como tema para el I’lltema de este año:

“El Sagrado Corán, un cofre de joyas.”

A menudo, cuando los niños alcanzan la edad de siete u ocho años y completan la primera lectura del Sagrado Corán, ellos o sus padres me escriben solicitando su Ameen. No debe ser que consideren el Ameen como la etapa final o el objetivo definitivo; más bien, completar el Corán por primera vez debe marcar el comienzo de un vínculo de por vida, cada vez más profundo, con las palabras de Dios.

Por tanto, todos los Judam Atfal deben recitar diariamente el Sagrado Corán, comprender su significado y esforzarse sinceramente por actuar de acuerdo con sus enseñanzas. En lugar de desperdiciar el tiempo viendo películas o programas inapropiados, o pasando incontables horas en Internet y en las redes sociales, haced de vuestro firme propósito el aumentar vuestro conocimiento del Sagrado Corán y de sus enseñanzas.

Considerad el Corán como el medio para vuestra reforma y para forjar un vínculo estrecho con Dios Altísimo. Él os guiará y orientará hacia una contribución positiva en la sociedad. Así que leed y apreciad cada palabra. Como creyentes, este debe ser siempre vuestro objetivo.

A veces la traducción puede resultar difícil de comprender, por lo que, además, debéis leer los comentarios coránicos publicados por la Comunidad. La vuestra es la edad ideal para adquirir conocimiento, pues vuestras mentes son fértiles y capaces de absorber y retener información nueva con mucha más facilidad que en la edad adulta.

Además de estudiar el Corán, debéis también estudiar la bendita vida y el noble carácter del Santo Profetasa, porque toda su vida es un ejemplo eterno del que debemos aprender y que debemos esforzarnos por emular. En verdad, Al’lah ha declarado que, si una persona desea alcanzar Su cercanía, debe esforzarse por seguir el camino del Santo Profetasa.

Se narra que una persona le preguntó a Hazrat Aishasa sobre la moral del Santo Profetasa. En respuesta, ella preguntó:

“¿No has leído el Sagrado Corán? El carácter del Santo Profetasa era el Sagrado Corán.” (Sahih Muslim, Hadiz 746a)

Con esto, quería decir que cada palabra y cada acción del Santo Profetasa estaban en perfecta armonía con las enseñanzas del Sagrado Corán. Por lo tanto, siempre debemos tratar de seguir el noble ejemplo del Santo Profetasa. Solo así podremos vivir como verdaderos musulmanes ahmadíes. Solo así podremos cumplir nuestra promesa de dar prioridad a la fe sobre los asuntos mundanos. Solo así podremos ayudar en la misión divina del Mesías Prometidoas.

Además, solo si os comprometéis sinceramente a aplicar lo que habéis aprendido aquí en vuestra vida diaria, obtendréis un beneficio duradero por haber participado en el I’lltema. No es suficiente intentar establecer vuestra conexión con Dios solo durante estos dos o tres días. Más bien, debéis dar prioridad al desarrollo de vuestra relación y vínculo con Dios cada día. Debéis reservar un tiempo específico cada día para recitar el Sagrado Corán y estudiarlo.

Si os esforzáis sinceramente en ello, insha’lah, seréis testigos de una magnífica transformación espiritual y moral en vuestras vidas. Vuestros corazones y mentes se volverán de forma natural hacia Al’lah, y Él os protegerá de las trampas y de los escollos que acechan en cada rincón y cada recoveco de la sociedad moderna. Él os salvará de las atracciones superficiales y engañosas del mundo actual.

En cuanto a la adoración, una vez una persona le pidió a Hazrat Aishara que describiera cómo el Santo Profetasa ofrecía el namaz (las oraciones) y la adoración. En respuesta, Hazrat Aishara dijo que era mejor no preguntar sobre la duración, la calidad y la belleza de su culto.

Con ello, quería decir que era imposible hacer justicia con palabras a la forma en la que el Santo Profetasa rezaba durante períodos increíblemente largos con intenso fervor y concentración, y cómo permanecía totalmente inmerso y envuelto por el amor de Dios Altísimo. Por supuesto, no podemos igualar sus estándares únicos y supremos de adoración, pero debemos intentar constantemente seguir su ejemplo, ya que Dios lo ha proclamado el modelo a seguir definitivo y el mejor ejemplo para toda la humanidad. Esencialmente, el principio fundamental que el Santo Profetasa enseñó y ejemplificó fue que debemos recordar a Dios y cumplir con los derechos de Su adoración en todo momento y en todas las circunstancias.

En el Sagrado Corán, Dios Altísimo, da testimonio de cómo el Santo Profetasa estaba inmerso en su recuerdo y adoración. Al’lah dice en el Sagrado Corán:

Diles: “Mi Oración, mi sacrificio, mi vida y mi muerte son todos para Al’lah, el Señor de los mundos.” (El Sagrado Corán, 6:163)

Aquí, Dios mismo da testimonio del hecho de que cada aliento, cada acto y cada palabra del Profetasa eran puramente por Al’lah, el Señor de todos los mundos.

Además, Dios Altísimo ordenó al Santo Profetasa que proclamara su completa y absoluta devoción hacia Él ante el mundo con el fin de establecer un ejemplo perfecto para todas las personas en todos los tiempos.

Tras presentar el ejemplo del Santo Profetasa, Dios Altísimo dice que aquellos que afirman aceptar al Profeta del Islamsa deben esforzarse por seguir su ejemplo con la firme convicción de que Dios es su Señor, su Creador y la Fuente de todo lo bueno en sus vidas.

Por lo tanto, hoy en día, si tenéis la suerte de destacar en vuestros estudios o de alcanzar un alto rango en vuestra profesión, nunca atribuyáis vuestro éxito a vuestras propias cualidades o virtudes. En cambio, considerad siempre que cada éxito y cada bendición se deben exclusivamente a la gracia y la misericordia de Al’lah.

Sin lugar a dudas, si una persona reflexiona sinceramente sobre sus propias debilidades, pronto reconocerá el inmenso favor y la misericordia de Al’lah, y se postrará ante Él con mayor humildad y gratitud. Su adoración será puramente por Él, y Él será su prioridad en todo momento. De lo contrario, si dejáis que vuestra carrera, profesión o actividades mundanas se conviertan en vuestro ídolo y permitís que os alejen del cumplimiento de los derechos de Al’lah, se convertirá en un asunto extremadamente grave para vosotros.

Por ejemplo, si una persona descuida o retrasa indebidamente el namaz debido a sus aficiones mundanas, esto demuestra que da prioridad a esas cosas por encima de Dios Altísimo. El Santo Profetasa expresó su gran descontento y enfado hacia esas personas al afirmar que descuidar el namaz lleva a la persona hacia el shirk y hacia un estado de incredulidad.

Por lo tanto, todo ahmadí debe dar prioridad a sus cinco oraciones diarias y a la adoración, y tratar de seguir el ejemplo del Santo Profetasa, sobre quien Dios testificó que sus oraciones, sacrificios y todo lo demás eran solo por Al’lah.

Por lo tanto, nunca debéis permitir que el trabajo o los asuntos mundanos interfieran con este deber sagrado. De lo contrario, gritar consignas como “Al’lahu Akbar” o afirmar que se ama al Mensajero de Al’lahsa, se convierten en palabras vacías y sin sentido. Solo podemos seguir su bendito ejemplo si consideramos verdaderamente a Dios como nuestro Señor, el único proveedor y sustentador de toda la humanidad y el único que puede satisfacer todas nuestras necesidades.

Además, otra virtud fundamental que nos enseña el Sagrado Corán es la verdad. Debemos aferrarnos a la verdad en cualquier situación, por difícil o desafiante que sea. El Santo Profetasa era tan íntegro que ni siquiera sus enemigos podían acusarlo de mentir. Incluso Abu Yahl, su mayor oponente, admitió que no podía llamar mentiroso al Santo Profetasa porque nunca le había oído ni le había visto decir una palabra falsa.

A pesar de ello, Abu Yahl no pudo ser guiado correctamente, ya que estaba motivado por una enemistad extrema y consumido por la obstinación y el amor por la adoración de ídolos. Por eso decía que, aunque el Santo Profetasa no era un mentiroso, consideraba que sus enseñanzas eran falsas. Sin embargo, es de sentido común que una persona conocida por los más altos estándares de honestidad e integridad no sería capaz de presentar una enseñanza falsa al mundo.

No obstante, aquellos empeñados en rechazar la verdad siempre encontrarán formas de permanecer en un estado de incredulidad. Muchos otros incidentes demuestran cómo, incluso antes de proclamarse profeta, el nivel de veracidad del Santo Profetasa era inmaculado.

A partir de entonces, tras proclamarse profeta y difundir las enseñanzas del islam, deseó que sus seguidores mantuvieran los más altos estándares de verdad y honestidad.

Se narra que, en una ocasión, mientras estaba sentado con algunos de sus compañeros, el Santo Profetasa dijo:

“¿Os informo acaso sobre los pecados más graves y dolorosos?”

En primer lugar, mencionó el shirk, asociar compañeros con Al’lah. Luego mencionó la desobediencia a los padres. A continuación, el Santo Profetasa dijo que matar a alguien injustamente era un pecado grave. Por supuesto, es obvio para todos nosotros que el asesinato es un crimen atroz y es algo que todos entendemos. Por último, el Santo Profetasa afirmó que hacer un juramento o una promesa falsa también es un pecado muy grave.

El hecho de que se mencione junto con el shirk y el asesinato injustificado demuestra cuánto detesta Dios Todopoderoso la falsedad. El Santo Profetasa explicó que si una persona miente o hace promesas que no tiene intención de cumplir, es porque busca apropiarse injustamente de los derechos de los demás. Se ve empujada a la falsedad para servir a sus propios intereses a expensas de los demás. Por lo tanto, todos los ahmadíes, jóvenes o mayores, deben asegurarse de que, en los negocios, las finanzas u otras transacciones, mantengan los más altos estándares de verdad e integridad.

El Santo Profetasa deseaba inculcar la virtud de la verdad hasta tal punto que, una vez, cuando oyó a una mujer llamar a su hijo prometiéndole darle algo, la llamó y le dijo que, si no le daba realmente algo al niño, eso se consideraría una mentira. Además, le habría enseñado a su hijo a engañar a los demás. Por lo tanto, nunca participéis en ninguna falsedad, ni siquiera de broma, por trivial que pueda parecer. La honestidad absoluta debe ser el sello distintivo de todo ahmadí. Solo entonces nuestra Comunidad, sustentada por un pilar de innumerables almas veraces, estará en condiciones de iluminar al mundo y guiarlo hacia la postración ante Dios Altísimo y Su adoración.

Otra práctica inmoral que se ha desarrollado entre algunos de nuestros miembros es difundir chismes, exagerar la verdad, traicionar confidencias y regodearse en la angustia de los demás, todo ello por el mero placer de divertirse o provocar conflictos. En esta era de las redes sociales, es incluso más fácil promover la desinformación y los rumores.

La gente suele excusar este comportamiento calificándolo de broma, pero este tipo de acciones vengativas pueden provocar rencor, malicia y odio. Incluso pueden llevar a peleas y al colapso del orden social. Por lo tanto, nunca debéis participar en este tipo de cosas.

En cambio, si vais a utilizar las redes sociales, utilizadlas para difundir positividad y verdad. Usadlas para transmitir los mandamientos de Dios Altísimo, las enseñanzas del Santo Profetasa y las lecciones morales y espirituales del Mesías Prometidoas. No las utilicéis como medio de entretenimiento vulgar o para difundir cosas vanas e inmorales. No las utilicéis para angustiar a otros o para alimentar el odio y producir que la gente se desvíe. Utilizad las redes sociales solo para cosas buenas y justas.

Durante mi reciente discurso a La’llna (organización auxiliar de las mujeres) durante la Convención Anual de la Comunidad Ahmadía en Alemania, mencioné que, aunque el comportamiento burlón o chismoso se asociaba tradicionalmente con las mujeres, lamentablemente, ahora, debido al efecto de las redes sociales o a la participación en reuniones inapropiadas, los hombres suelen ser los peores infractores.

El Santo Profetasa prohibió estrictamente tal conducta, afirmando que lo peor de la humanidad es una persona que tiene dos caras, es decir, una persona que dice una cosa a una persona y otra cosa a otra, ya sea para su diversión, para satisfacer su ego o para causar odio y malestar social.

Salvaos de esa conducta vergonzosa, pues son rasgos propios de un hipócrita. Solo evitando ese comportamiento podremos cumplir el mandamiento de sobresalir en rectitud. De lo contrario, nuestra pretensión y ambición declarada de provocar una revolución espiritual en el mundo carecerá de sentido.

Si deseamos cambiar el mundo para mejor, primero debemos preguntarnos cómo el Santo Profetasa encendió una revolución espiritual en los corazones de sus compañeros. Esas mismas personas que antes estaban sumidas en un pozo de ignorancia, inmoralidad y analfabetismo se transformaron en las personas más nobles y morales de la faz de la tierra y alcanzaron tales alturas espirituales que las personas armadas solo con conocimientos mundanos nunca podrían alcanzar. Esta transformación fue el resultado directo de su inquebrantable dedicación a buscar la guía del Santo Profetasa en todo momento.

Por ejemplo, una vez una persona le preguntó al Santo Profetasa cómo asegurarse de ir al cielo, una pregunta que la gente suele hacer hoy en día. En respuesta, el Santo Profetasa le dijo que debía adorar solo a Al’lah y nunca asociarle con otros, eso era lo primero. Le dijo que realizara el Salat en congregación y que diera el Zakat —que gastara en el camino de Alá—. Además, el Santo Profetasa le instruyó que mostrara amor y misericordia a sus familiares. Si hacía todo esto, entraría en el paraíso.

En cuanto a mostrar amor a los familiares, esto incluye a todos los parientes. Es motivo de profundo pesar que algunas jóvenes ahmadíes me escriban expresando su tristeza porque sus maridos o suegros les prohíben ver a sus propias familias. Tal comportamiento es una violación directa de las enseñanzas del islam, por lo que los culpables de tales crueldades deben reformarse y tratar a sus esposas y nueras con amor y compasión. Si los padres del marido son los causantes de tal angustia, entonces se les debe recordar que Dios y Su Profetasa han dado la buena nueva del paraíso a aquellos que cuidan de sus familiares, por lo que ¿por qué intentan impedir que sus nueras lo hagan?

Recordad que, si vuestros seres queridos os impiden cumplir los mandamientos de Al’lah o de Su Mensajerosa, los hijos tienen el deber de guiar a sus padres, siempre dentro de los límites de las buenas maneras. No hay nada inapropiado en ello.

Recientemente, un Jadim (un joven ahmadí) me preguntó hasta qué punto una persona debe escuchar a sus padres. Le aconsejé que los honrara y les obedeciera, a menos que lo que dijeran violara el mandato de Al’lah y las enseñanzas del islam. En tales circunstancias, un hijo puede y, de hecho, debe defender su fe y rechazar lo que dicen sus padres. Sin embargo, incluso en ese caso, deben tratar de guiar a sus padres con amor y amabilidad.

Ahora, al llegar al final de este I’lltema, deseo reiterar la importancia de estudiar el Sagrado Corán. Sin duda, cuando leáis el Corán con atención, encontraréis en él una gran riqueza de sabiduría divina que os guiará sobre lo que debéis abrazar y lo que debéis evitar.

Solo he abordado una pequeña parte de sus enseñanzas. Solo si colectivamente, como Comunidad, nuestros jóvenes, niños y ancianos por igual, vivimos verdaderamente según sus enseñanzas, podremos provocar una auténtica revolución espiritual y moral en el mundo. De lo contrario, sin una transformación interior, nuestras pretensiones de cambiar el mundo no serán más que palabras vacías.

Somos increíblemente afortunados de ser ahmadíes, pero solo podremos cumplir nuestro verdadero propósito, fortalecer nuestro vínculo con la Comunidad y beneficiarnos de estos I’lltemas si comprendemos y actuamos según los mandamientos de Dios, las enseñanzas del Santo Profetasa y el Mesías Prometidoas. Es nuestro deber y nuestra misión abrazar cada una de las enseñanzas del islam lo mejor que podamos y buscar siempre seguir el camino de la virtud y la rectitud.

Si vosotros, como jóvenes ahmadíes, lográis esto, seréis como aquellos jóvenes sinceros y devotos que cumplen con sus promesas religiosas y están a la vanguardia de la reforma de los demás y del despertar espiritual en el mundo. De lo contrario, limitarse a proclamar el lema de que “las naciones no pueden reformarse sin la reforma de sus jóvenes” carece de sentido y no sirve para nada.

Nuestro verdadero objetivo solo se hará realidad cuando, además de proclamar este lema, nos esforcemos con cada fibra de nuestro ser por reformarnos a nosotros mismos y, a su vez, reformar a la humanidad. Por eso, al marcharse hoy, preguntaros si estaréis entre aquellos Judam Atfal que realmente se reforman a sí mismos y que guían al mundo hacia Dios Altísimo y hacia la paz y la verdad.

Con todo mi corazón, espero y rezo para que Dios os conceda la capacidad de hacerlo y que todos vosotros os convirtáis en verdaderas estrellas brillantes de Ahmadíat. Amín.

Ahora, uníos a mí en una oración silenciosa.”

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